LA TELARAÑA: abril 2011

sábado, abril 30

El mantra de la impotencia

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que con una deuda de 8.000 millones Antich puede prometer lo que no ha cumplido esta legislatura?

Sí. «Que no nos quiten la gloria del intento», leo, en una página cualquiera de la Red, que le dijo Sancho Panza a Don Quijote, mientras ambos recorrían, a lomos, el uno de su infortunio y el otro de sus delirios, los infinitos paisajes que pueden llegar a existir entre la realidad y el deseo. Y más allá. O viceversa. Pero esa misma cita la busco, luego, en las 1254 páginas digitales de los dos gruesos tomos de Miguel de Cervantes y no me la encuentro por ningún lado. Ni del derecho ni del revés. Ni como metáfora ni como acertijo. Ni como interpretación o reescritura. Tampoco como elipsis. No me aparece en absoluto y su ausencia me deja meditabundo, a medio camino de la gloria, perdido en el intento, pero sabiendo que la proposición podrá parecer muy quijotesca y que, al fin y a la postre, así es como se alienta la sangre de los mitos y se engendran las leyendas, con frases hurtadas al vacío y las lápidas, con sofismas y tergiversaciones donde el filo del lenguaje se deshace y bifurca y la verdad y la mentira son sólo adjetivos de usar y tirar, cómplices ingenuos, pero necesarios, de una voluntad antigua de poder y supervivencia, de poder y muerte, de poder e inercia. De poder y nada.
Quizá sea por eso, cómo no, que Francesc Antich empieza su campaña igual que empezara la de hace cuatro años. Con las mismas promesas agitándole el flequillo y los carrillos. Es normal. Es lógico. Cuatro años no son nada si te los has pasado en tierra de nadie, en el limbo y en la inopia, en el purgatorio infernal de un pacto contra natura, la mitad reservada y oscura, fúnebre, de una danza espectral del brazo -si no viril, sí musculoso- de unos socios mutantes y abusivos, obsesivos, tenaces. Cuatro años son un simple parpadeo si los pasaste dormido, atiborrado de sedantes y pócimas ajenas, embaucado por ideas de bomberos y fuegos fatuos. Cuatro años no son nada si nada hiciste.
Así que ahora toca reiniciar el sistema. Regresar a la pantalla de bienvenida y enfrentarse al escritorio desolador de una realidad tozuda. Muy tozuda. La deuda es mayúscula. La educación, un caos. Las VPO, un fracaso. La economía, una catástrofe. No extraña que a Antich sólo le quede repetirnos el mantra de sus recetas de siempre. Son un hilillo de niebla, un sarpullido de impotencia, un breve estallido anterior al inmediato silencio, sí, pero es que no tiene otras. Y bien que lo sabe.


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viernes, abril 29

El huerto de Antich

La Telaraña en El Mundo.

No sé si la situación es tan nueva como se dice o si, al contrario, es la de siempre, y sólo han cambiado los matices. Ya no sólo somos seres vivos, sino también, y sobre todo, ridículos hologramas, oblicuas proyecciones recortándose en la niebla de los monitores, espectros de la lluvia ácida de Matrix en busca del maná de las afinidades, cómplices lujuriosos de la empatía de un mensaje en Facebook o del mísero lujo gramatical de los 140 caracteres de Twitter. Nos basta con tan poco, que eso es lo que somos. Vacío. Diáspora. Algo de polvo, y todo el ruido posible, alrededor de un lugar invisible.

Pero es ahí, en ese lugar etéreo, donde ahora se gestan todas las campañas electorales. Internet. Las redes sociales. La era de un avatar que nos sustituye y usurpa del todo. La era en que nos seduce cualquier perfil borroso, un currículo de vapor y humo, la embriaguez ante la propia imagen, la pantalla en su punto de nieve y el mando a distancia en las alas de un ratón inalámbrico.

Así sabemos, por ejemplo, que Francesc Antich -Xisco, para sus amigos virtuales- tiene un huerto en el que acaba de plantar pimientos, cebollas, calabacines y otras hortalizas. La noticia nos alivia y, a la vez, nos enoja. Pensábamos que su huerto sería un solar, pero no. Es un oasis de brotes verdes en el solar baldío de estas islas arrasadas por su legislatura. Y la de sus impresentables socios, por supuesto.

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miércoles, abril 27

Això no és Islàndia (capítulo 30)

Juan Planas Bennásar y Josep Lluís Aguiló en Això no és Islàndia.

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lunes, abril 25

La ficción del «Playback»

La Telaraña en El Mundo. 

Una joven madre juega, con el cochecito en el que viaja su hija, a perseguir palomas. La niña ríe y las palomas brincan sin siquiera asustarse, como sumándose al júbilo de un peligro que saben simulado e irreal. Inocente. Me gustan estas imágenes anónimas y casi invisibles. Son las únicas, tal vez, con las que siempre me siento a gusto, porque me permiten toda suerte de especulaciones intelectuales y hasta poéticas. Gracias a ellas, disfruto lo mismo en cada una de estas columnas estrechas y verticales, que en cada verso, estrofa o poema de mis libros. La salida de humos es la misma y por ahí, de igual modo, se filtran los mensajes, se esparcen las noticias, se dibuja el lenguaje universal de los signos, la alegría, la tristeza, la pasión, la indiferencia o la ternura.
Otra cosa, muy otra, es la publicidad subvencionada, el adoctrinamiento puro y duro, la rémora de los intereses de parte. El peso brutal de la manipulación. La distopía social en manos de unos pocos.
La OCB, como de costumbre. Y la romería de su Gran Diada Mallorca M’agrada 2011. ¿Recuerdan esos anuncios corales de detergentes, lavadoras o condones en que un grupo de extras baila y finge cantar una canción enlatada? Pues eso. Un aluvión de «Lipdubs» -desde Andratx, Llubí o Petra, hasta Palma- para convencernos de que el Mundo Feliz existe. Pero ya lo sabíamos. Sin voz propia sólo queda la simulación del «playback».

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viernes, abril 22

Viernes y ¿Santo?

La Telaraña en El Mundo.

No sé si los tambores que redoblan estos días, también ahora y en este instante, son de liturgia en procesión, de revuelta simbólica o si, tan sólo, son la premonición de una guerra presente o futura, quizá ubicua y puede que hasta eterna. La que ya ha sido. La que se avecina. La que nos pilla entre las trincheras invisibles y los conceptos vacíos. No puedo sino mirar alrededor y adentrarme en un mar lacerado de metáforas.
El Dios de todos, y de nadie, extiende el lienzo ensangrentado con su rostro y allí donde unos vislumbran el incierto camino a seguir, otros se pierden en un laberinto sin salida. Cómo nos iguala el paso marcial del tiempo. Será que la muerte lo es también, y sobre todo, de las diferencias y así, aniquilándolas, nos aniquila. No es fácil sobrevivir en esta jungla, pero tanto da. Sólo importa descifrarla.
Mientras tanto, Gadeso me desea una buena Semana ¿Santa? (sic). Pues gracias. O de nada. La realidad subvencionada abre interrogantes sin más nivel que el del pensamiento ocioso. Poco donde escoger y todas las opciones, triviales. No cabe, siquiera, indignarse. Aunque sí, al menos, acceder a la lectura de «Indignaos», la síntesis de Stéphane Hessel a toda una larga vida. Su conclusión -«Crear es resistir; resistir es crear»- me confirma que profanar conceptos dispares, mezclándolos, podrá ser efectista, pero acaba anulándolos. Dios nunca podrá ser un tema laico.

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miércoles, abril 20

Això no és Islàndia (o sí)

Pero me he divertido mucho viendo la entrevista que nos hizo Llucía Ramis.

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lunes, abril 18

Delacroix y los argumentos

La Telaraña en El Mundo.

Hay senos gloriosos y tangentes. Muy tangentes. Casi como de andar por casa y arremolinarse a su alrededor. Senos rotundos que nos recuerdan el globo terráqueo, la globalización de la crisis y, por lo visto, hasta la algarabía íntima de los glóbulos sanguíneos. ¡Hay que ver cómo se les altera la sangre a algunos! Gracias a ellos, la candidata del Partido Democrático de Ciutadella, Sole Sánchez -un cóctel de exhibicionismo fatuo, acción directa y, sobre todo, Wikipedia- ha saltado del brillo efímero de un cartel electoral a la fama, también fugaz, en todos los corrillos de la Red.
Su doble y esférica condición se debate entre la burda hipérbole de los magníficos pechos al aire de la heroína de Delacroix, en su célebre cuadro de la libertad guiando al pueblo -es decir, la revolución burguesa de 1830-, y las rancias quejas de Esquerra de Menorca denunciando su obscenidad ante el Institut Balear de la Dona. Nada menos. Dos senos atrapados. Dos pezones victoriosos. ¡Hasta ahí podíamos llegar! No muy lejos. Como de costumbre.
No sé cuánto valen los pechos de Sole como argumentos electorales. Quizá muy poco. O nada. Pero en tiempos tan rácanos de ideas voluptuosas, uno preferiría arrimarse, de veras, a unas tetas dadivosas de saber y, si no fuera mucho pedir, de inteligencia, que andar hurgando entre las ubres resecas de los de siempre. Los de la leche agria. Aquellos polvos. Estos lodos.


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sábado, abril 16

Todo poema tiene su métrica y su rima. Incluso un poema en prosa las tiene.


PD.- La prosa poética, sin embargo, es algo distinto. Vale igual para un artículo de opinión que para una crónica deportiva, para una novela que para un ensayo (fallido), para un libro de viajes que para el panegírico de una esquela.

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De peaje por el Área 51

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Está de acuerdo con que se cobre un peaje para acceder al centro de Palma?


No. Tenemos un problema, Palma. O dos. O tres. O más. Una atrocidad, un cúmulo infernal de problemas. Tenemos tantos problemas que ya no existe, siquiera, contabilidad humana capaz de cifrarlos. Son tantos que se podría decir que ya todo son problemas y que ninguno se soluciona nunca, sino que se eterniza y se reproduce y que donde sólo había un problema aparece enseguida otro y luego otro y aún otro más, despuntando de repente y como por ensalmo, por donde ni sospechábamos y venga, pues, otro más a la cola, al corro, al enorme agujero negro, que ahí nada ocupa lugar, y a sumarse también, cómo no, a la orgía general de los sucesivos problemas, los viejos y nuevos, los reales y los imaginarios, los de siempre y los de nunca, todos a la vez y reunidos de golpe y porrazo, como un aluvión de problemas prendiendo como brotes acres de impotencia, malestar, fatiga, de infinito hastío y mundo en obras sin más destino que el previsible desalojo. O el fin de la frase porque, de vez en cuando, hay que detenerse y recuperar el aliento, aunque no sea fácil.
Repudio las simplificaciones. Podría aseverar que todos nuestros problemas se reducen a uno, a Cort. Pero no es así. También están el Consell, el Govern, las mil conserjerías solapadas, los candados y mordazas a la educación y la cultura, la timba inmoral de la sociedades recaudatorias, la enajenación vial, la red de subvenciones de ida y vuelta, el caos turístico y la sanidad apaleada. Ya estoy próximo al éxtasis y, sin embargo, qué poco me gusta lo que veo. Lo que digo. Lo que callo.
Pero centrémonos en Cort. Describirlo como el Ayuntamiento de unos cuantos es decir muy poco, pero es que se han ayuntado los peores y asquea verlos dando tumbos como peonzas desnortadas. Siembran el desconcierto y sonríen. Ahora quieren peatonizar a su antojo y hasta cobrarnos por circular por el centro urbano. Tienen un informe de conclusiones y un plan de acción al que llaman Agenda Local 21, obra de la concejala verde, Magdalena Palou. Verde, porque quizá sea marciana. No lo sé. Pero, más bien, creo que no se han dado cuenta que, a este paso, Palma hará palidecer la terrorífica leyenda del Área 51, ese lugar que oficialmente es una base militar, pero donde muchos piensan que se conserva, quizá en formol, a más de un alienígena. O a un ejército de ellos. Como en Cort, la alcaldesa de Palma y sus aliados, vaya.

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viernes, abril 15

El regreso de los clásicos

La Telaraña en El Mundo.

A veces, me despierto en mitad de un denso, extraño y sudoroso sueño e, infructuosamente, corro en busca de papel y lápiz, por ver de salvar algunas líneas huérfanas de su recuerdo, algunas estrofas de su guión, algún temblor, siquiera lejano, de su eco. Pero ya es tarde. Siempre lo es. La luz disuelve esa música y esa oscuridad dejándome, pese al alijo de alguna palabra que ya no significa lo que antes, con la turbia sensación de la pérdida, del advenimiento fallido, el haber dejado escapar, una vez más, ese tren en llamas con el que atravesamos, somnolientos, la verdad oculta de la vida o la realidad subterránea de nuestros deseos.
No me sorprende, luego, la sensación de incredulidad que me invade cuando recién salgo a la calle o me sumerjo en los párrafos quebrados de la prensa -vía Orbyt o la terraza de un bar, sobre todo- y me dejó engullir por la parrilla infinita de una sociedad donde unos pocos parecen estar del lado de la acción, mientras la mayoría se conforma con el ruidoso papel de voceros. Curioso enjambre. Imprescindible alianza, supongo.
Y más cuando ya estamos en plena campaña electoral y todas las promesas se solapan y la acción queda reducida a una inercia que ya dura décadas. Suerte que mañana mismo empieza la serie imaginaria de clásicos futbolísticos con que unos enervarán su nacionalismo y otros veremos perder o ganar a nuestro equipo favorito. Sea el que sea.


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lunes, abril 11

Mutilación de la realidad

La Telaraña en El Mundo.

Duele comparar noticias, como si por azar, para saber por dónde van los tiros y se abren y multiplican las heridas, mostrándonos qué suerte de realidad mutilada nos aguarda a cada paso. El Consell tiene 2,6 millones de euros para financiar ese engendro llamado Televisió de Mallorca, ese absurdo plató donde se margina y silencia a UPyD, por ejemplo, mientras se esparcen pétalos de rosa -o así- a las formaciones surgidas de la diáspora y la corrupción. Esos restos perfumados de un nacionalismo renqueante que aún intenta hacer valer sus privilegios. Y que, además, lo consigue.
Ese mismo Consell parece no disponer de 50 mil euros para que la Fira del Llibre pueda abrir sus casetas allá por mayo. Y no es que Gremi de Llibreters no utilice el catalán en sus relaciones administrativas. No es eso. Es más bien que la cultura sólo importa cuando hay que enarcar la ceja, remar a favor de corriente o inundar Frankfurt de corros de sardanas.
Con todo, algún día, y ya con la suficiente perspectiva, alguien deberá evaluar el daño colateral que las subvenciones, teledirigidas, le hacen a la cultura. Pero eso ahora no me preocupa mucho. El viernes presenté mi nuevo libro en Literanta, ante un magnífico grupo de amigos escogidos. Me escogieron ellos a mí y no yo a ellos. Y eso es lo que me vale. Ahora sólo me ocupa seguir escribiendo con la soledad alrededor como única y fiel compañera. Como siempre.

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sábado, abril 9

Los Lugares del Sitio, en Literanta - Lo que dije.



Qué bueno reencontrarse con tanta gente conocida. Muchas gracias a todos. Bien. Ojalá yo tuviera algo realmente nuevo que decir sobre «Los Lugares del Sitio», el libro que hoy nos convoca, que no haya dicho ya en las presentaciones previas a ésta, donde recibí el apoyo del editor del libro, Javier Pérez Ayala, en Madrid, o de Justo Serna, en Valencia, entre tanta otra, no buena, sino magnífica gente, como me encontré en esos lugares, sin olvidarme, por supuesto, del poeta, amigo y editor de cabecera, Javier Jover, hoy ausente contra su voluntad. Pero voy a intentarlo.
«Los lugares del Sitio» es mi nuevo libro y no lo es. Lo es porque acaba de salir de la imprenta y no lo es porque empecé a escribirlo muchísimo tiempo antes que «Tratado de las cosas sin nombre», mi anterior publicación. Lo es, también, porque acabé de reescribirlo hace tan sólo tres meses. O menos. Y lo es, por supuesto, porque cuando hace tres o cuatro años lo abandoné en un cajón y en una carpeta de mi ordenador, su historia siguió persiguiéndome… hasta hoy y más allá, según me temo y quizás explique posteriormente.
A este libro, pues, le he dedicado más tiempo y esfuerzo que a ningún otro. Más horas, días y meses luchando contra su firme y retorcida voluntad de escapar a mi control. Más cábalas, correcciones y reescrituras, más revueltas, reinicios, suspensiones, hibernaciones y hasta formateos completos que a ningún otro anterior, para acabar, al fin, convirtiéndose, creo, en el libro que yo deseaba que fuera.
Pero yo quería hablar de libros, de viajes y de laberintos. Y voy a hacerlo. El cerebro sirve para irse de viaje y la memoria para volver a casa, leí, más o menos, en la exposición «Por laberintos», en Caixa Fórum de Valencia, el martes de la semana pasada. Y así es, en efecto. «Los Lugares del Sitio» describe el viaje a través de un laberinto y, al mismo tiempo, ofrece las claves sobre la única manera de salir -que no de escapar, que conste- de dicho laberinto. No se trata de escudarse en el viejo ardid del hilo de Ariadna sino de algo mucho más sencillo. Se trata de volver sobre los propios pasos, de desandar el camino y de regresar al principio, al origen. Pero el viaje es largo porque la memoria flaquea, la bruma acecha, o las llamas nos rodean, y el frío o el calor, alternativamente, nos aproximan a la parálisis y a la asfixia. El viaje es largo, también, porque intenta ser una réplica lo más exacta posible de mi propio pensamiento.  Y esa tarea implica sumergirse bajo un alud de metáforas para hablar, asimismo, de otra metáfora. He de recordarme, me digo a menudo. He de auscultarme, me repito. He de regresar a ser quién soy, me digo también. He de vigilar esa esquina que ya doblé como si fuera otro y la que doblaré luego, cuando ya sí sea otro. He de perseguirme, incluso. Y en la vertiginosa ficción de esa sucesión de escenas he de volver a caer donde ya caí y he de levantarme donde ya me levanté. Y al revés. He de recordarlo todo para poder olvidarlo después. Y sólo entonces, habré de olvidarme también de mí mismo. Por completo. Lo afirmo. He de convertir el tiempo en lo que es y no en lo que yo quisiera que fuera, aceptarlo como una turbulenta colmena de citas -versiones y perversiones- culturales, de formas de entender la vida o la muerte, el largo y tortuoso deambular de la tribu humana desde la luz del paraíso y desde la oscuridad de las cavernas hasta la luz intermitente de nuestros días o la oscuridad postnuclear o postmoderna, sea eso lo que fuere, que ahora parece también amenazarnos. Ahora como ayer y como mañana. Como siempre. Dante, Milton, Eliot, Juan Ramón, Juan y Teresa así también lo hicieron. O lo intentaron.
Se trata, pues, de reencontrarse tras haberse perdido y de perderse acto seguido, de hacerse y deshacerse una vez y otra, en cada verso, en cada estrofa y en cada página de cada libro. De éste como de los anteriores y de los que vendrán. Hacerse y deshacerse. Multiplicarse y mutilarse. Mirarse en los espejos y encontrárselos, tantas veces, diáfanos y luminosos, como reticentes y opacos. Tanto da. Ninguna dialéctica nos culminará jamás por completo. Ninguna explicación ni síntesis, más o menos simplista o indulgente, agresiva o cínica, irónica o delirante, nos describirá del todo. Ninguna nos traerá la paz del equilibrio eterno y sí, menos mal, el vaivén constante de lo que aún está vivo. O se lo cree. O quiere estarlo. Ninguna, en definitiva, podrá ir más allá de lo que ya sabemos. Somos seres inacabados e insatisfechos, hermosamente tullidos, que un día nos acostamos en el lecho del deseo y, sin saber cómo ni porqué, nos levantamos en el de la realidad. Esa herida, supongo que tan necesaria como útil, la abrimos con cada verso y la cerramos de igual manera. Con el poema. Pese al poema.
«Los Lugares del Sitio» recorren un universo en progresiva degradación dialéctica. Palpable, incluso. El asedio y sus lugares. El instante singular de un asedio que reverbera desde las distintas perspectivas del poema convirtiéndose, así, en una mezcla de desolación y de gramática. De lenguaje como única prueba de nuestra existencia y de la suya. Lo diré de otra manera. No se puede escapar al asedio como no se puede escapar al lenguaje. Pero sí se puede, creo, desandar lo andado y una vez cumplida la última página del libro y así del viaje, regresar a la primera y reiniciar, de nuevo, el éxodo, la migración, la marcha nómada de la existencia. Proseguirlo con la certeza o con la incertidumbre, con la indiferencia o con la pasión poéticas, de que nunca nos parecerá igual ni lo sentiremos de igual modo, aunque sus paisajes se repitan como en una pesadilla y su atmósfera última -por citar un viejo lugar común y concluir como si con una broma-, su atmósfera última, decía, acabe siendo el grado cero de la escritura. Cómo no.
Un abrazo a todos.

PD. Después le llegó el turno a las lecturas de poemas, a la tertulia y a las bromas y veras. Una gozada de la que os dejo algunas fotos...






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Entre inútiles anda juego

La respuesta a la pregunta del sábado en El Mundo: ¿Comparte las declaraciones del presidente de Fomento del Turismo sobre los inmigrantes?

Sí. A Pedro Iriondo se le puede reprochar el don manifiesto de la inoportunidad, en efecto, pero no el de la mentira o la tergiversación. Se le puede acusar de incontinencia verbal y hasta de errar en buena parte de sus cábalas y diagnósticos, pero no se le puede condenar ni denigrar, al menos del todo, por ello. En realidad, hay terrenos que, de tan resbaladizos -puro légamo sobre el que mundo danza como una peonza ebria-, siempre nos acaban dejando con el culo al aire. Digamos lo que digamos. O sin decir nada. Pasa que ahora, y sobre todo aquí, perderse por entre los lodazales conceptuales de lo extranjero y lo autóctono, en pleno y horrible sarpullido de nacionalismos, regionalismos y demás ismos territoriales, es tarea suicida y viaje inútil para el no hacen falta alforjas ni discursos. Ya lo dije otras veces. No hay lugar en el universo en el que me sienta más extranjero -ajeno, extraño- que en casa; esta casa que, en teoría, me es propia y común, y que me resulta, en la práctica, el más cruel de los enigmas, el más refractante de los espejos, el más tullido de los paraísos. El origen del éxodo.
Pero a Iriondo le beneficia el talante de los que le critican. Francesc Antich, por ejemplo, dice de él que no es la persona más adecuada para estar al frente de Fomento de Turismo y va y no se ocurre otra que pedir su dimisión. Resulta asombroso que el presidente del gremio político en Baleares, un gremio muy poco dado a las dimisiones, salvo cuando los tribunales amanecen empapelados con sus órdenes de búsqueda y captura y ya les cuelgan de una soga en todos los telediarios del país, le exija al presidente de otro gremio, el del gremio turístico, en este caso, el sacrificio supremo de la dimisión. Gran paradoja. Tampoco Antich es la persona más adecuada para estar al frente del Govern y no vamos a pedirle nada, sino a esperar, tranquilamente, a que las elecciones lo desalojen de su poltrona, de su trono de vanidad e inopia entre truenos, rayos y centellas.   
Luego está el tema de quién ha de vender Baleares. Ya nos vendieron desde las instituciones y a muy poco precio. Casi que nos regalaron a golpe de corrupción y pelotazo. A precio de derribo. Pero hay más. Anteayer, Francina Armengol aprobaba el veto público del Consell Insular de Mallorca a las empresas que no utilicen el catalán. ¡Y luego nos hablan de vender bien! ¡Vaya panda de inútiles!


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viernes, abril 8

Con la gorra calada

La Telaraña en El Mundo.

No es fácil negarle la limosna a una mujer rumana, muy mayor y grande y achacosa, en las terrazas de la Plaza de España. Ni aun sabiendo que si le alcanzamos una moneda nos ofrecerá, a cambio, el ritual de santiguarse a la velocidad del rayo entonando una hermética plegaria al aire. Tampoco lo es sortear el alud de postulantes a la caza de tu autógrafo para no importa qué ONG, cuál. O desdeñar las demandas inaudibles de un hombre de raza negra en una discreta esquina de una calle peatonal, poco antes de intentar sentarte en el repleto bar Bosch y que los músicos, amén de arruinarte el silencio de la tarde, se junten con los vendedores del «top manta» y te arrimen, todos a la vez, sus idénticas alcancías con la copla de siempre. De gorra. Todo ello en apenas un par de horas. Un día sí y otro también.
Es el paisaje urbano de Palma. Y su monotonía que, a veces, nos hipnotiza. Un «No, gracias» que mascullamos, primero, con pesar y, luego, con alivio. Por inercia. Necesidad. Quizá hastío. Con sonrojo y no poca vergüenza ajena.
Pero la desvergüenza no está en la calle, sino en otros lugares. En los despachos de la administración, desde luego. Y en las rectorías de la UIB, por supuesto. Sólo allí, en sus aulas subterráneas, se puede permitir que Tasio Erkizia, que jamás se quita la chapela, lance sus soflamas de odio y muerte sin que nadie lo impida. La universalidad no es eso, Sra. Casas.


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jueves, abril 7

Pájaros y Ferraris

Camino de Literanta -donde celebraban el 6º Aniversario (¡Enhorabuena!) y pude saludar a algunos pajarracos mayores como David Torres, Román Piña, Emilio Arnao y Félix Maestro, entre otros muchos- me encontré con un magnífico Ferrari en plena Plaza Mayor de Palma. Os dejo un par de fotos. El resto, por supuesto, intentaré vendérselas a Red Bull o a McLaren. O regalárselas a Hispania y a ver si así espabilan;-)




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lunes, abril 4

Los Lugares del Sitio, en Literanta - Llibres i Cafè

Os espero el viernes a las 20 horas. En realidad, os necesito.

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Reivindicación del NO-DO

La Telaraña en El Mundo.

A 180 personas -vía Facebook- les gustaba ayer mismo «Dit i Fet», la polémica y, sobre todo, orgánica página web que el Govern creó, en el momento ideal, para recordarnos sus innumerables proezas y hazañas, sus míticas gestas, su laboriosa odisea a través del día a día de una legislatura que tiene tanto de paseo por los infiernos como de estancia eterna en el limbo de la estupidez, la inacción y la inopia: el crepuscular contraluz donde la realidad deja -al fin: ya era hora- de existir y los sueños se convierten en decrépitas pesadillas.
Obras que no son amores sino polvos fallidos. Gatillazos de lodo. Magnífica incontinencia verbal. Portentoso ejemplo de autocrítica. La dialéctica tullida del autobombo. Todo un catálogo de flagelación y vía crucis. La higiénica maniobra de lavarse las manos a todas horas y por cualquier motivo. Incluso por si acaso.
Pero 180 personas -sobre todo, vía Facebook, repito- son una miseria de claqué, un coro  mudo, aunque muy esforzado, al que le faltan todas las voces solistas del universo y le sobra el eco monocorde de lo que sólo puede acabar sonando con un glorioso regüeldo. A mí me gustan los regüeldos de los recién nacidos. Son tan rotundos y generan tanta algarabía alrededor como toda esa serie de pantallazos en blanco y negro que ilustraban nuestras tardes de cine infantil. Antes lo llamaban NO-DO. Ahora «Dit i Fet». Puro sarpullido de eufemismos.


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sábado, abril 2

El desembarco mallorquín en Valencia. Más videos.

En el primer video -que mejorará de calidad según me dice, por ahora, You Tube, pero no sé yo, porque tuve que reconvertirlo para aligerarlo de peso- va el grueso de la presentación -hasta donde dió de sí la cámara- y en el segundo video el epílogo a cargo de Justo Serna.







Quede constancia de mi enorme agradecimiento -al que, estoy seguro, se suma también Javier Jover- a todos los asistentes al evento... Paco Fuster, Marisa Bou, Isabel Zarzuela, Encarna, Andreu Vidal, Visentet, Merche, Natalia, etc. Pero, sobre todo y todos, a Justo Serna, porque sin su generosa amistad absolutamente nada de todo esto podría, siquiera, haber sucedido. ¡Muchas gracias a todos!


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Los videos

De momento, aquí os dejo mi lectura en La Casa del Libro de Valencia del Poema La Ciudad Sitiada, quizá el poema esencial de Los Lugares del Sitio (Editorial Poesía Eres Tú, Madrid, 2011).




La presentación completa la tengo en un video de 1,5 Gigas que no acabo de lograr que suba con éxito, pero estoy en ello. Paciencia.

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Sin perdón


La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Está conforme con que UM tenga que hacer frente a una fianza de 1,6 millones?

Sí. Cuando se aproxima la hora fatal del naufragio todo el mundo se volatiza. Huyen hasta las ratas -y el capitán con ellas- y sólo queda, quizás, un lugar vacío, un enjambre de espectros en estampida, el perfil difuso de un barco fantasma que, por inercia, prosigue su deriva fatal hasta que las maderas ceden y crujen las estructuras y un bancal de niebla se posa, permanentemente, entre babor y estribor y popa y proa y, arriba, la bandera deja de ondear y pierde sus colores y sus siglas y muestra, al fin, una calavera sonriente y unas tibias deshuesadas y hace frío y la soledad es como un murmullo, un gélido escalofrío, un rumor que mengua, la estela lenta y difusa de un éxodo, la expectación resignada de una desaparición, la crónica anunciada de una muerte por agua, por inmersión, por asfixia. Un sálvese quien pueda que no hace sino afilar los colmillos de los tiburones y enrojecer las aguas como en un parto sin más expectativas que el llanto y la fianza final, el embargo, el grillete oxidado del humo entre las evanescentes apariciones.
Ya es tiempo, pues, de empezar a remover los fondos marinos –y su lodo subterráneo-en busca del tesoro hundido, del cofre secreto, las cajas de caudales, los pergaminos con las listas manuscritas de las alianzas y las filiaciones codificadas de los que hicieron de la figuración la razón única de sus vidas políticas, la estructura piramidal de la ignominia, el chirrido de la bisagra y todos sus cómplices, actuales y pasados, el esplendor inenarrable de una autopsia general en toda la regla.
La sociedad entera se merece este último intento de desinfección. Esta prueba de higiene. Y si hay que ir a buscar a los que huyeron o se escondieron, que se les busque y se les encuentre, que no se les deje reconvertirse en otra cosa más o menos convergente, nacional, regionalista o lo que se tercie, que afronten las viejas deudas como si fueran nuevas. Porque, viejas o nuevas, son suyas. Y que con su reparación podamos, nosotros, recuperar un algo de la dignidad perdida de una democracia y una administración –ambas en el limbo de los incurables- que se nos convirtió en una repugnante bacanal de mercaderes sin escrúpulos y, ellos, afrontar de una vez por todas y para siempre, la sombra alargada y punzante de su propia infrahistoria, la paz entre rejas o condenas o multas o inhabilitaciones a perpetuidad. Sin perdón.

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viernes, abril 1

Antoni Serra en La Semana Trágica

Antoni Serra se ocupa de mi libro Los Lugares del Sitio en su columna dominical. Le debo un café.

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fotos, fotos, fotos... La Casa del Libro de Valencia y alrededores.










En esta última foto aparece la autora de todas las demás fotos. Muchas gracias a Isabel Zarzuela por su generosa ayuda. Y por su sonrisa.

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Entrevista en agitadoras.com

Este es el enlace.

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Apuntes de viaje (y 3)

La Telaraña en El Mundo.

Cada vez que visito Valencia me paso horas bajo la sombra de alguna de las magnolias (o, quizá, ficus gigantes) de La Glorieta. O del Parterre. Allí, junto a sus raíces como troncos atormentados, me reencuentro con algo más que con una metáfora del tiempo, su realidad o agonía, su instinto de supervivencia o su voluntad de laberinto. Esas gruesas nervaduras ocultan, también, un rumor monstruoso, igual en Valencia que en Palma. Igual cruzando el Puente de Calatrava, que recorriendo la infame ristra de los sumarios abiertos en los juzgados isleños. Cómo chirría, me digo sin mirar a nadie y a todos, el goteo del dinero público danzando al viejo corro de la financiación de los partidos políticos.

Pero donde me pasé, no horas, sino siglos, fue en la exposición de Bancaixa, «Por Laberintos». Ahí recordé que el cerebro sirve para salir de viaje y la memoria para regresar a casa. Ahí me perdí sin más alivio que saber que para salir de un laberinto no necesitamos el hilo de Ariadna. Basta con desandar lo recorrido y volver al origen. O a ese lugar elevado desde el que el dédalo es sólo un croquis, un boceto, un apunte del universo. Un artificio.

Vuelvo, pues, a casa, aún a tiempo de atender a los fastos de los 75 años de la Biblioteca de Cort. Cómo chirría que un oasis resida en el lugar donde desgobierna la gente más iletrada e inculta del mundo. Pero eso debería cambiar en breve. Supongo.

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