LA TELARAÑA: Monólogo del púgil solitario

sábado, enero 29

Monólogo del púgil solitario

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que Mateu Isern es un buen candidato para hacer frente a Aina Calvo en Cort?


No. Pero, en esta ocasión, mi respuesta es negativa -o lo simula- tan sólo porque así me lo exige el sagrado guión de llevarle la contraria a Gaspar Sabater y, ya puestos, y aprovechando que Mateu Isern es un auténtico desconocido político para todos, seguir perseverando en lo que -en el fondo y, sobre todo, en las formas- más me gusta, que es meterme de lleno en casi todos los barrizales y explorar, sin más pertrecho que un buen racimo de palabras escogidas, los lugares más extravagantes e inhóspitos, esos que nunca son lo que parecen, o que se esfuerzan en mantenerse irreconocibles, esos lugares enigmáticos, de luz y sombras intermitentes, donde los perfiles pierden su consistencia lógica y se convierten en peligrosas arenas movedizas, en colmenas de hipótesis y en cascadas de laberintos con las coordenadas tan imprecisas y ensortijadas, que casi es mejor olvidarse de querer buscarles la salida. Siempre se sale, aunque no se sepa ni cuándo ni cómo. Ni, tampoco, por qué.

Así las cosas, lo cierto es que no descubrimos nada nuevo al asegurar que cualquiera -incluso Álvaro Gijón, vaya- le hubiera valido al Partido Popular para hacer frente a Aina Calvo. Es lo que tiene enfrentarse a nadie, que sólo puedes hacer filigranas ante el mismísimo vacío y que sólo puede vencerte la propia fatiga o, quizá, el tedio, o esa lasciva mirada de refilón al espejo y, al rato, empezar a preguntarte qué diablos estás haciendo ahí, como un púgil sudoroso ensayando golpes y fintas, si, en realidad, no hay enemigo enfrente, salvo tu propia soledad o esas ganas de agradar a un público que ya ni te mira, porque abandonó, hace tiempo, los aledaños del cuadrilátero y hasta las apuestas cerraron, porque ya tienes todos los números y el premio que te va a tocar, qué remedio, es un cúmulo de dejadeces y deudas, de artefactos inútiles y carriles bici, de proyectos de cartulina y carbón, de tranvías a ninguna parte.

O sólo a una, a una ciudad de opereta fantasmal con las calles dormidas y los comercios, salvo los de los chinos, cerrados por defunción o desánimo. A una urbe donde todo sigue estando por hacer y hay que hacerlo y no encuentras el momento de empezar porque hay tantas ruinas que demoler que ni las excavadoras te bastan y los funcionarios hablan catalán, sí, pero no saben ni qué dicen y hay que empezar de nuevo. Otra vez. Como si nada. Como de costumbre. Como siempre.

Etiquetas: