LA TELARAÑA: diciembre 2010

viernes, diciembre 31

Felicitación de Joan Pla



Dibujo de Joan Pla.

Un abrazo, amigo!

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Ajuste de cuentas

La Telaraña en El Mundo.


Supongo que hoy toca balance, pero no sé muy bien de qué. ¿De lo que sucedió en algún lugar remoto y me enteré, luego, por azar o de lo que parece, sin duda, rodearme, digamos que por aquí mismo, en estos alrededores que me echan su sombra y, sobre todo, su peculiar aliento? ¿Acaso de lo que aconteció mucho más cerca, en mi propio cuerpo, en mi piel y células, en mis vísceras? ¿Quizá en mi espíritu, en mi letra, en mi forma de ver las cosas e interpretarlas? Creo que son demasiados interrogantes.

No es fácil desprenderse del instante presente -ese que ya ha pasado y no existe- para ajustarle las cuentas a un día a día tan leve y, a la vez, denso, que su arqueo memorístico nos acaba dando vértigo. Sobre todo cuando lo que vemos asemeja un precipicio sin más fondo que el vacío y sin más salida, al parecer, que la caída libre. O no tan libre, cada vez menos libre, pero siempre vertiginosa.

Podría quejarme de las subvenciones lingüísticas que no he recibido, pero qué va. Ya las sufrago y esa es suficiente condena como para tener, encima, que echarme unos llantos. No les daré ese gusto. Prefiero, al contrario, dedicarle unas serenas carcajadas al año que hoy concluye porque sé que en él han medrado una panda de políticos mediocres y toda su rancia corte de escritores, escribanos, voceros, esbirros, nuncios de ultramar y alfaqueques. Para los demás hoy es sólo Nochevieja. Feliz Año Nuevo.

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jueves, diciembre 30

Bonita cifra. Suma 9

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lunes, diciembre 27

Adiós y Hola (2010 y 2011) por Fa Claes

Como ya empieza a ser costumbre en este blog, despido con un poema de Fa Claes el año viejo y, además, en esta ocasión, me envía también la bienvenida al nuevo con su habitual maestría...




Despedida del año 2010

El cuarto está opaco. La penumbra cuelga trapos
en los rincones, no consigues atravesarla.
El dolor compacto aplasta recuerdos sedosos.
En la ventana, ella, majestuosa, contempla
la luz de luna derramándose como leche.

"Olvida las nubes", dice. Pero no clarea.
El cuarto da vuelcas. Una nausea súbita
hace vacilar los soportes en que nada se apoya
Del techo colgajos ondean su desgracia,
harapos húmedos como dolores añejos.

"Vuelve." El susurro desliza su sigiloso silencio.
Detrás de las paredes duendes y brujas
se reúnen taciturnos. El cuarto gime.
Del terciopelo se escurre una última lágrima.
En la ventana fluye la luz de la luna.

Fa Claes

Año Nuevo 2011
 
 
Inevitablemente miras a tu alrededor.
Ves una calle llena de gente
por donde caminas tú y tus familiares y los amigos,
y todos los que conoces o has encontrado.

Echas de menos a los ausentes:
entraron en la calle transversal -¿entiendes?-
y nunca regresaron.
Nombras a los que desaparecieron este año:
Jaak Brouwers, René Smits, Jan Franck,
Paula, Nadjezda. Cada uno enumera
los nombres que amaba.

Tienes la impresión de que la calle
llega a su fin. Un montón de carteles
como en las manifestaciones
cubren el suelo.
Cada peatón se hace con uno:
la calle ha de estar libre.

En el que tú has cogido
ves escrito «Viva el 2011».
Debajo, en letra más pequeña:
«Vale por una copa de champán».
Triunfalmente alzas el cartel
y, cantando como la vida y con los otros,
garboso continúas tu camino.
 
Fa Claes

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Antítesis del paraíso

La Telaraña en El Mundo.


Aunque a algunos les escueza, la realidad es tan enorme y compleja como, quizá, inabarcable. Sus múltiples matices -digamos que infinitos, porque nuestra contabilidad y memoria se diluyen más allá de unas pocas o muchas cifras y paisajes- se nos escapan de rondón, inadvertidos, con la misma facilidad con que el agua se nos derrama de entre las manos y nos acaba dejando, tan sólo, una humedad más o menos refrescante y balsámica, un pálpito, una fugaz huella impresa que dura lo que intentamos retenerla y poco más. No mucho. Al final, siempre acabamos con las manos vacías. Y no sé, siquiera, si limpias.

Es por eso que, entre otras cosas, tanto el reduccionismo local de los siempre airados, y bien subvencionados, defensores a ultranza del monolingüismo -ahora, esa lengua única es una, grande y, sobre todo, catalana- como el de los resignados y escépticos -qué remedio- partidarios del bilingüismo constitucional, nos acaba empobreciendo a todos. A mí el primero.

Preferiría poner este paisaje sobre la hoja y describirlo, primero, como lo que es, un pesebre fatuo y ridículo, un corral provinciano y vulgar, un burdel malamente iluminado en una carretera terciaria, una astracanada de mal gusto o un atentado contra la lógica y el sentido común, por ejemplo, y luego -ahora- romper el papel y dejarles a solas, pero en buena compañía, con el rumor sinfónico e inverosímil de cualquier otra música.

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viernes, diciembre 24

Los derechos de autor

La Telaraña en El Mundo.


Anduvo muy agitada la Red -esa tertulia de miradas atentas y voces sincopadas- con el parto agreste, en las gradas y pasillos del Congreso, de la llamada «Ley Sinde» contra la descarga de contenidos de autor -por ahora abortada pero, aún, huérfana y ávida de un debate con más sustancia filosófica y menos asientos contables, ese telón que parece de humo, sabe a humo y es humo- y con la definitiva abolición del tabaco -menos humos- en buena parte de nuestra vida social. Prohíbe que algo queda. Censura que algo se filtra. Mutila que si algo sangra es que está vivo. O muy vivo. Vaya sangría.

Pero como las algaradas, del tipo que sean, siempre me resultaron obscenas, me limité, con la generosidad navideña como pretexto, a colgar en la Nube -ese lugar de nadie, que todos quieren apropiarse- uno de mis poemarios. Ahí está para que lo lea quien quiera. O quien pueda. Cada lectura no hará sino acentuar mi autoría, aunque no mi cuenta corriente. Bien, y qué. Los derechos de autor son ajenos al trasiego manufacturado del mercado y, además, mis libros ya están, o estuvieron, en las librerías. Leerlos es otra cosa. Una actividad noble, aunque peligrosa. O eso parece.

Tampoco fumar nos va a salir de balde de aquí en adelante. Sólo me queda esperar el milagro de que Armengol nos permita, qué menos, seguir fumando en catalán como si fuera en español. O viceversa, que con tanto humo ya no me aclaro.

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martes, diciembre 21

Mi regalo de navidad

Acabo de subir a Issuu el pdf de mi libro El Bálsamo de la Indiferencia (Editorial Calima, 2008). Este es el enlace.

Espero que os guste.

Os deseo una Feliz Navidad!

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lunes, diciembre 20

Postal de Navidad


La Telaraña en El Mundo.


Casi que hoy empiezan las fiestas navideñas. Su presencia se palpa ya en el ambiente (que es algo subjetivo y además impalpable) y se adivina en el ir y venir ajetreado de todos; como si nos persiguiera el diablo y nos faltaran manos y tiempo para ir palmeando espaldas ajenas y desearles, a destajo y de golpe, todas las bendiciones. Salud, amor y hasta dinero. Al prójimo. Al prójimo como a ti mismo. Por desear que no quede.

Con todo, y aunque la liturgia tenga su gracia y su pábilo contagioso, no sé si ponerme a saltar de júbilo, como un cosaco en pleno naufragio de vodka, o liarme la manta, y un montón de abrigos, a la cabeza e irme hasta Siberia para recorrer junto al aventurero mallorquín, Juan Antonio Olivieri, y en bicicleta, -siquiera sea metafóricamente y sin añorar, para nada, los versallescos carriles de Aina Calvo- los infiernos gélidos de esas tierras dormidas (a -40º y bajando, según leo en su web) durante noventa días, noventa noches y seis mil kilómetros de paisaje digno de la Nebulosa Boomerang. Hay odiseas que no parecen de este mundo y, de hecho, creo que no lo son.

El panorama -y el calor ebrio del pesebre- lo completa el empeño de unos pocos por reeditar la habitual farsa independentista de cada 31 de diciembre. Olvidémoslos, porque sus tribulaciones no son de aquí ni son nuestras, sino de otro lugar mucho más remoto, pero navideño. Quizá de Siberia. Como mínimo.

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sábado, diciembre 18

El guión y sus secuelas

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que el PSOE actúa con exceso de benevolencia en los casos de corrupción que afectan a su partido?


No. Cuando se vive de la simulación y las apariencias resulta muy complicado distinguir entre verdades y mentiras, por no hablar de medias verdades, medias mentiras, cintas de video en IB3 o en Televisión de Mallorca, grabaciones y posados fotográficos a la hora prevista -pero difusa y vacía- de máxima audiencia, declaraciones altisonantes en los medios afines o declamaciones erráticas en los chirriantes y, al final, qué remedio, revuelo de micrófonos y flashes en la antesala de los juzgados, en el corredor de la opinión pública, en la tela blanca, inmensa, donde las sombras se multiplican y los perfiles se difuminan y el color blanco y el color negro son el arco iris entero y nada es lo que parece porque, en realidad, todo está tan podrido que airearlo espanta y los míos son los buenos y los otros son los culpables y así son las cosas -cómo podrían ser de otra forma- y aquí paz y allá gloria o qué sé yo, quizá devastación y asedio, una hecatombe, una quiebra, un desfalco de ilusiones, la brisa del vértigo en la frente sudorosa y los ojos velados, esto es la guerra, un corrimiento de tierras, un desplome rotundo, quizá una caricia, un paréntesis y luego nada, el silencio o acaso la risa gélida, y pelillos a la Mar Blau o donde fuere que quieran ir, si quieren, que cuatro años pasan rápido y hay que hacer caja y pulirse hasta la escarcha de las esquinas o el moho dorado, esa pelusilla verde, de los amarres, los muros de piedras vacilantes volcadas, como por azar, sobre las vías angostas del tren o en cualquier otra parte, y más aún, lo que sea y lo que haga falta. Luego la piedra pasa volando y nadie reconoce haberla lanzado, pero vuela. Es un prodigio.

Con semejante panorama, apenas sí cabe sacar conclusiones. Yo no creo que haya condescendencia ni exceso de bondad, porque lo que hay es cinismo absoluto y ceguera selectiva, sumisión y corporativismo de partido, adoctrinamiento, empatía y hoy cae quien te precede o quien te sigue, pero mañana caerás tú y hay que saber desplomarse sobre abatido y muelle, sobre las propias ruinas como si fueran ajenas, para que duela menos o duela nada y el mantra de la transparencia se convierta en mutismo siciliano y en hoy por ti y mañana por mí o viceversa, como en esa película de precuelas y secuelas, en la que tanto los personajes como el fuego son tan reales que parecen de fogueo. Pues no sé, quizá lo sean.

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viernes, diciembre 17

La fauna prohibicionista

La Telaraña en El Mundo.


No sé si Josep Oliver, presidente de la CAEB, habrá pecado de optimista al situar la salida de la crisis en los cielos remotos de 2014. Casi deseo que acierte en su augurio porque, pese al silencio de Paco Rabanne, la verdad es que ya urge poner en solfa el cúmulo de profetas que, amparándose en textos mayas o de Parravicini, los códigos secretos de la Biblia, Nostradamus, los apuntes de la NASA sobre tormentas solares, la órbita enloquecida del Hercólubus y no pocos desastres más -estado de alarma nacional y brote de hongos mefíticos en Son Espases, incluidos-, cifran el fin del Mundo para el año 2012.

Es cierto que semejante apocalipsis acabaría, de paso, con la crisis, pero no creo que la CAEB esté pensando en ese tipo de salida. En realidad, y siendo pragmáticos, hasta que Wikileaks no nos avance algo significativo sobre el tema -algo que ya no sepamos, quiero decir-, lo mejor será olvidarse de las hecatombes y perseverar en el empeño de levantarse cada día como si fuera, no el último, sino el primero. No es fácil, lo sé, pero bueno.

Nunca he creído que las horas estuvieran contadas. Al revés, sólo las cuentan los contables de la exclusión y el estupor ajenos. El Govern de Antich, por ejemplo, que le ha cogido el resabio amargo a las multas lingüísticas. Y a cobrarlas. O la fauna prohibicionista que dice leerme -o no- tan sólo para enviarme correos anónimos. De mal gusto, claro.

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lunes, diciembre 13

Una visita al infierno

La Telaraña en El Mundo.


Cada tres meses acompaño a un amigo hasta las oficinas del INEM -en realidad, aquí son las del SOIB- para que le sellen la tarjeta de demanda de empleo. No lo hago porque sienta predilección alguna por los lugares tétricos o morbosos, sino, simplemente, por amistad y por darme, ya que estoy, un agradable y tranquilo paseo urbano, aunque al final nos aguarde el aire inmóvil, entre perplejo y resignado, expectante y escéptico, de esa oficina del infierno. Y sin embargo, el lugar es tan frío y aséptico, tan lívido y espectral, que casi podría valernos para realizarle la autopsia a un cadáver, el de la realidad, por ejemplo.

Mi amigo lleva ya una década esperando la primera oferta de trabajo. No es demasiado tiempo, le suelo decir cada tres meses, sabiendo que a él le duele tanto visitar ese corredor abarrotado de espejismos como a mí instalarme en la consulta de un dentista que, además, fuera filólogo y tuviera algo que ver con el brutal recrudecimiento, aprobado el viernes por Antich, de la normalización lingüística, esa dentadura de lobo, hiena o tiburón hambriento al que sólo le falta, de seguro, una muela, la del juicio.

Con todo, la nueva e interminable sarta de agravios se queda en nada frente al perpetuo peregrinaje de mi amigo. Creo que, si todo sigue así, dentro de otra década, él se jubilará y yo empezaré a añorar esos viajes lentos y desengañados al centro mismo del fracaso.

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sábado, diciembre 11

La mala reputación

La respuesta al debate de los sábado en El Mundo: ¿Cree aceptable que las empresas tengan que usar el catalán para conseguir un contrato del Consell de Mallorca?

No. Cuando la socialista –es un por decir- Francina Armengol accedió, incluso con su pesado racimo a cuestas de adjuntos y advenedizos, a la presidencia del conspicuo Consell Insular de Mallorca, muy pocos podían imaginar, ni por asomo, que lo peor aún estaba por llegar. La situación era ya tan catastrófica e indeseable que resultaba casi inconcebible que el CIM pudiera caer más bajo de donde lo dejó –es otro por decir- el procaz y tortuoso mandato de María Antonia Munar.

La labor de Armengol no era fácil, desde luego. Se nos aparecía, quizá, como el rescate imposible de un Titanic de polvo y paja, de niebla y plomo, de nada, salvo lastre, en mitad de ninguna parte. Se precisaba, sin duda, escarbar muchísimo en el lodo y la basura conceptuales, en el poso infecto, y al fin yermo, de las aguas negras, en la línea invisible, por sumergida, de la ineptitud y necedad organizadas –la égida de UM fue de las que hacen época- para encontrar algún resto salvable, algún fósil con cierta apariencia de dignidad o ética, algún ligero atisbo de reputación recuperable, algún mísero brote verde para que, entonces, las manos traviesas de Armengol intentasen reconstruir el tinglado, recrear un pequeño cauce donde sólo había un enorme vertedero, cumplir sus promesas iniciales de regeneración, productividad, progreso y no sé cuántos otros prodigios más. Por supuesto, no ha logrado ninguno de los objetivos, sino todo lo contrario. Lo que va mal suele empeorar y, a veces, hasta degenera.

Para corroborarlo sólo nos faltaba el reciente anuncio de que sólo las empresas que redacten y presenten sus proyectos en catalán podrán optar a los concursos públicos de esa administración. No sé si es una broma -porque, en realidad, el CIM lleva toda la legislatura sin promover casi ninguna de sus múltiples prerrogativas-, si es un ataque desmesurado de proteccionismo étnico, un regüeldo atrasado del nuevo –o viejo- nacional socialismo catalanista del PSIB o, en fin, la estrategia definitiva para enterrar, de una vez y para siempre, la economía isleña y encargarle, además, los funerales, velatorios, exequias y réquiems correspondientes, a la OCB, a las legiones paralingüísticas del Bloc o a cualquier otra cuadrilla, puntualmente instruida y subvencionada, para tan macabro menester. El socialismo de Armengol –y el del PSIB, por lo visto- es ya cualquier cosa, menos internacional.

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viernes, diciembre 10

El informe PISA

La Telaraña en El Mundo.


Ya instalados, por decreto, en un laxante estado de alarma -y de impotencia, recelo y descrédito generales- nada mejor que recibir con el habitual tumulto pirotécnico, propio de estos casos, la publicación del nuevo Informe PISA, sabiendo que no sólo se juzga el nivel educativo de los jóvenes sino, de hecho, el de la sociedad entera. Las valoraciones no admiten muchos rodeos porque nos sitúan, de lleno, más próximos al analfabetismo funcional que a otra cosa. Obviaré preguntarme para quién escribo, porque uno no busca lectores, sino que se los encuentra y no hay estadística capaz de empañar ese auténtico milagro.

Con todo, la comprensión lectora, matemática o científica en las Baleares anda, no sólo a la cola de Europa, sino a la cola de la cola europea, donde colea España. No nos asombra, porque el enredo ideológico -y lingüístico- de las sucesivas normalizaciones, más que pedagógicas, políticas y proselitistas, ha sido, y es, de órdago. Un fastuoso, insuperable caos.

O un lodazal con ínfulas de iceberg, donde la cúspide sería la UIB –ese lugar en El Dorado, ese destierro en el vacío- pero el entramado subterráneo es el día a día, sudoroso y casi letal, de profesores y alumnos abandonados, ambos, a su esotérica soledad sin más refugio o salida que la frustración o la indiferencia. Valga este paisaje para ilustrar una batalla que, acaso, ya hemos perdido para siempre. Ojalá que no.

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lunes, diciembre 6

La isla secuestrada

La Telaraña en El Mundo.

El Puente de la Constitución empezó con un secuestro masivo de viajeros por parte de los controladores de AENA, con un simulacro de ley marcial impuesto por el Gobierno y con los militares tomando, con nocturnidad, las torres de control de los aeropuertos como si, a falta de personal titulado, pudieran restablecer el tráfico aéreo, ese jeroglífico de autopistas y andenes en los cielos, sólo con su venerable presencia. El espectáculo sería un delirio, sino fuera una indignidad. O una vergüenza.

Así las cosas, me cansé la noche del viernes de ver, una vez y otra, a Paulino Rivero, el presidente canario, cuando lo que quería era oír a Francesc Antich, poniendo a parir a más de uno, en vivo y en directo. No pudo ser, porque mientras varias cadenas –y todas las redes y medios digitales- dedicaban su parrilla a la crisis, IB3 ofrecía una película tras otra, como si el caos no se hubiera adueñado de Son Sant Joan y la isla entera no estuviera, literalmente, en cuarentena. Viva la actualidad.

Al acostarme, amanecía. Sentí frío al pensar que un puente arruinado no es, si no se quiere, un puente en ruinas. Que si lo que se celebra estos días es la efemérides de la actual Constitución lo que, de veras, debiera preocuparnos es que algunos se empeñen en destruirla y echar, tal vez, el puente abajo. No sé ustedes, pero prefiero vivir bajo un puente, que a la intemperie. Metáforas al margen, claro.

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sábado, diciembre 4

Una temporada en el infierno

La respuesta al desbate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que los resultados de las elecciones catalanas son extrapolables a Baleares en contra de lo que opina Antich?


Sí. La verdad es que a la ciudadanía, que no es un ente abstracto ni una ecuación matemática, sino un cuerpo vivo que sólo ansía que le despejen algunas incógnitas, cuantas más mejor, no le suele importar en exceso lo que haga o deje de hacer el gobierno de turno. Se acepta que los gobiernos son muy humanos –pero no demasiado humanos, por desgracia- y que se equivocan muy a menudo o que, incluso, casi por sorpresa, aciertan, de vez en cuando. Pero no mucho. Ni siempre. Tampoco importa si las promesas electorales de una estancia en el paraíso se convierten, luego, en una temporada en el infierno, en una danza tribal con el lodo hasta las rodillas, o más arriba. Todo eso se da ya por sobreentendido y hasta se disculpa, aunque sea con ironía y a desgana, porque todos reconocemos el valor simbólico de la farsa, el brillo de las candilejas, el aquelarre teatral y económico de la política, la levedad de la condición humana, su precario equilibrio, sus magníficas miserias. Hay que ver cuánto pesan.

Lo único, sin embargo, que no puede tolerar la ciudadanía es que le molesten, que le estorben, que le usen a destajo para unos caprichos que no entiende, que le avasallen con leyes y normas absurdas, que le cierren con candados su propia libertad personal, que le pongan una mordaza lingüística, que le normalicen o desprecien. Que le alteren la vida diaria sin pudor ni vergüenza algunas. Eso es lo que no perdona nadie. Y luego, en las urnas, pasa lo que pasa. Lo que pasó en Cataluña y pasará aquí. O eso creo.

Ya puede Antich –está en su derecho, supongo- desmarcarse de una experiencia tan perversa, fracaso social incluido, como la del Tripartito. Puede negar los paralelismos y similitudes. De hecho, diga lo que diga, la realidad ya se encarga de mostrar su cara y perfil exactos. Aquí no tenemos, es cierto, un nacionalismo tan poderoso como el catalán. Las huestes locales son, tan sólo, un apéndice de las hordas lingüísticas del más allá -como la OCB y sus falanges-, un grupo de ingenuos algo desorientados –como Llauger o mi reciente seguidor en Twitter, y viceversa, Biel Barceló- o una piña de fariseos, con más usura y soberbia –aquí la bisagra es bisutería de lujo- que otra cosa. Con semejante compañía, llamar Govern –o Consell o Ajuntament- a lo que preside Antich –o Armengol o Calvo- sólo puede entenderse como una pesada broma. O una despedida.

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viernes, diciembre 3

Verdades y mentiras

La Telaraña en El Mundo.


Llevo días olisqueando qué se cuece por Wikileaks y sus sucursales españolas. Wikifiltraciones, en Facebook, por ejemplo. Es lo que tiene la opulencia informativa, que te enfrenta al muro de la verdad o de la mentira –esos lugares indescifrables- sin que tengas otra que darle la espalda o pegarte de cabezazos contra sus piedras trituradas, gramaticalmente, por el peso trivial de las anécdotas y el leve polvillo, esa niebla ácida, de las interpretaciones de parte. Pronto llega el agobio y todo resulta tan árido como poco sutil; te dan ganas de desinfectar el ordenador y formatearte, con él, luego. Se acabó lo que se daba. O no.

Siempre hay algo que nos obliga a reiniciarnos una vez y otra; reiniciar nuestras opiniones y alergias, nuestras tirrias y simpatías, nuestro espacio frágil y solitario, tímido y jadeante, sin más censura que la necedad o el vacío, propio y ajeno.

En ese reinicio, lento y difuso, uno podría imaginar la realidad a la manera de Buils, cual una sucesión de informes cazados –y pagados- al vuelo. O como el Consell de Munar y sus votos argentinos, esa puja de sufragios a mano alzada. Con todo, lo peor sería hacer como Antich y desvincularse de la degradación del Tripartito, como si la de su Pacto, aún en el poder, no apestara a niño muerto desde que nació. Y que nos perdone –verdades, mentiras y el silencio del Lobby de Dones- el bueno de César. Descanse en paz.

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