LA TELARAÑA: Las horas muertas

lunes, noviembre 15

Las horas muertas

La Telaraña en El Mundo.


Después de pasarme la hora del aperitivo, la de la comida y buena parte de la de la siesta –porque alguna cabezada sí que di- en una céntrica oficina de la Agencia Tributaria para pagar el IBI y ahorrarme la habitual sanción por demora, no me encuentro con el ánimo muy a favor de echarle flores a la Administración, ese monstruo que te pide, siempre, que vuelvas mañana pero que, ahora, si no vuelves, no duda en salir a buscarte por la vía –crucis- de la notificación y el embargo.

Pero el tiempo no es algo lineal, sino voluble. Es tan común que su indefinible substancia cobre, a veces, una densidad plúmbea y acabe pesando lo que una lápida, como que, en otras ocasiones, se diluya en una distracción leve y rápida, que pasa como de puntillas, sin irritarnos siquiera. O incluso, regalándonos el placer de la meditación, el entrañable viaje por entre los renglones del vacío o el humo púrpura de la indiferencia. Al fin y al cabo, todo pasa.

Aun así, la demora en algunas tareas contrasta con la celeridad en otras. El Govern –hoy dejaré de lado la farsa de las parejas lingüísticas, pero no el morbo de las subvenciones- ha firmado un convenio con la Asociación de la Memoria para elaborar, en 18 meses de alquimia subterránea, un mapa de fosas comunes de las víctimas de la Guerra Civil, para ponerles una cruz; no sé si la de la dignidad, como pregonan, o la del olvido definitivo. Pues ya es hora.


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