LA TELARAÑA: ¿Vírgenes, puros y castos?

sábado, septiembre 11

¿Vírgenes, puros y castos?



La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Está de acuerdo con la decisión de Bauzá de excluir a los imputados del PP de las candidaturas?


No. Desde hace mucho tiempo se repite la misma historia. Algunos cargos electos –aquí la locución indeterminada suele acabar siendo directamente proporcional a la cuota de poder alcanzada en el gobierno que resulte de las urnas y, sobre todo, de los pactos, esa sibilina lacra matemática, ese absurdo ético- acaban convirtiéndose, indefectiblemente, en imputados, primero, y en no se sabe qué, luego. A veces, en ciudadanos libres e inocentes, en reclusos con cierta clase, pedigrí y privilegios casi eternos o en simples anécdotas sepultadas, no por azar, bajo la losa infinita del olvido, la herrumbre, el silencio. Podría poner ejemplos, pero sería de un mal gusto horrible airear el pasado con una sucesión de nombres y apellidos que, de seguro, acabaría siendo morbosa; al menos, si lo que queremos, como sin duda procede, es que la corrupción –ese círculo con ardor piramidal- no vuelva a repetirse en el futuro.

Pero se repetirá. El círculo tiene en su propia naturaleza cerrarse (la pirámide, sin embargo, tiene otros vicios y otras manías, aunque lo que debiera brillar en su cúspide siempre esté envuelto en la niebla más densa), al igual que la tentación del que detenta algún tipo de poder, esa delegación por cupos, tan cómoda como democrática y poco inteligente, suele alcanzar límites insoportables que no todos, ni mucho menos, pueden vencer, anular voluntades, en principio, íntegras, y convertirlas en la simple voz de su amo, esa espectral mezcla de sumisión y fascinación compartidas. La erótica del poder, que decían los ilustrados, o así, de otras épocas tan parecidas a la actual, por cierto y por desgracia.

Con todo, la condición de imputado –aquí la ambigüedad, terrible, es una pesada carga que sólo puede confirmar o disipar el lento andamiaje de la justicia- resulta ser tan voluble y mutante que casi parece una especie de peste mítica, una lacra de la que nadie puede escapar, porque no está afuera, sino muy adentro, entre las volutas de la espiral genética, en el corazón tullido de la condición humana. Así, la idea de Bauzá de apartarlos del vía crucis electoral tiene la virtud de ofrecer a la sociedad algo similar a un jardín limpio de abrojos y otras malas hierbas donde empezar a retozar, vírgenes, puros y castos, la próxima legislatura. Sí, pero no. Tanta ingenuidad abruma. Más nos vale un montón de imputados conocidos que otro por conocer.

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