LA TELARAÑA: Paisaje con códigos

viernes, septiembre 10

Paisaje con códigos

La Telaraña en El Mundo.

El tema resulta desagradable, bronco, ingrato. Es difícil aplicar el eufemismo de un código ético a una situación prosaica y, desde luego, nada filosófica, a una suerte de parrilla de salida donde la meta puede ser, quizá, el pódium metafísico del servicio público, como sugiere Jaume Font –portavoz del PP en el Consell y socio catalanista, me dicen, de la ubicua OCB- o el doloso trasiego de cargos y encargos a sueldo, el tránsito por entre las comisiones más abisales, el discreto encanto de aparecer en los medios y opositar a lo que sea, como sea. A todo. A diputado como a imputado. Y qué más da. Casi nadie recuerda, hoy en día, qué son los parónimos.

Pero el paisaje siempre ofrece otros perfiles a los que asirse para subsistir en la niebla sólida de una realidad que ya no se sabe si existe. Así, los hay que carecen de código alguno que les estorbe a la hora de plasmar sus jerarquías y la continuidad del vacío de poder en el poder, ese lugar vacío.

Pueden, pues, eternizarse en la práctica de las subvenciones como signo, nada inocente, de identidad. Podrán secarse, y para siempre, Ses Fonts Ufanes, pero no, nunca, el riego perene al catalán. Vale para todo. Para las televisiones locales, los consorcios públicos, los planes urbanísticos y la cultura pagada –ese féretro de la ética- con la venda en los ojos, la borra en las fosas nasales y no sé si la pluma en la mano. Me temo que no.

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