LA TELARAÑA: Los límites de la ficción

lunes, junio 14

Los límites de la ficción

La Telaraña en El Mundo.


Me puse los cascos y el micrófono -a veces, conviene sentirse como en un vuelo alienígena para ojear el sentido último de la realidad- con la idea de dictarle estas líneas a mi ordenador, para que fuera él quien se las tuviera tiesas con los ardides de la gramática y las rotondas de la ortografía. Fue desalentador. El programa informático, aunque ducho en tareas de percepción, se gastaba unas ojeras sordas –la frase es suya, yo le dicté sobre la ecotasa y la ceguera- y no lograba afinar las palabras, perfilar las frases, cerrar los párrafos o prever, ni por azar, qué le estaba diciendo. Nada de nada.

O quizá sí. Iba a su aire. Troceando las sílabas, que le repetía, con la misma flema estoica con que me las iba escupiendo, revueltas y agrias, entre tildes huérfanas y signos rotos que más parecían cirílico que castellano.

El extraño texto, no obstante, escondía algo tras su barniz opaco. Lo releí atento, tan sólo, a su ritmo desquiciado. Tardé un rato en darme cuenta de que aquel caos escondía los discursos cíclicos de todos nuestros políticos en el poder y en la oposición, o viceversa. Me vino, entonces, a la cabeza, la incólume cabeza de Antoni Martorell yéndose sin irse, mientras Euronews iniciaba sus emisiones en catalán y yo apagaba el ordenador con un soplo de alivio. Todo, hasta la ciencia ficción, debiera tener sus límites. Aunque sólo sea por pudor, y por quebrarlos, claro.

Etiquetas: