LA TELARAÑA: Las tribunas de papel

lunes, junio 28

Las tribunas de papel

La Telaraña en El Mundo.



No sé cuántas millas de carril bici han construido las huestes menguantes –y mutantes- de Aina Calvo en el último año y medio. Quizá casi todas las que, ahora, nos hacen deambular, entre sobresaltados e incrédulos, por las aceras tullidas de Palma, o quizá no. Hay cosas que, de tanto impacto como alcanzan, nos hacen olvidar que no siempre estuvieron ahí, que surgieron de algún modo y que su razón de ser no fue el azar ni la maldición de un castigo eterno. O eso creo.

Pero sean pocas, o muchas, esas millas de asfalto tintado entre inquietantes vainas de látex son, sin duda, más, muchas más, que los kioscos que una vez hubo en Palma y que ya llevan ese mismo tiempo desaparecidos y así siguen, vacíos, desiertos, mutilados por los grafitis del abandono y la intemperie y no, no están, aunque se les esperaba para un ayer que ya pasó de largo, y se les espera, eso dicen, para no se sabe cuándo. Todo un prodigio de ineptitud, apatía y parálisis.

Y no es un asunto baladí, aunque lo parezca. Uno se alimenta de rutinas y acercarse, por ejemplo, al kiosco de Las Ramblas era una de las mías. Allí me guardaban el diario sin importarles si iría, o no, a recogerlo y allí encargaba los fascículos de esa colección que, por supuesto, jamás concluiría. Habría que recuperar esas tribunas de papel e ilustraciones, esa cultura doméstica que perdimos, como casi todo en esta vida, sin apenas darnos cuenta.

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