LA TELARAÑA: junio 2010

lunes, junio 28

Las tribunas de papel

La Telaraña en El Mundo.



No sé cuántas millas de carril bici han construido las huestes menguantes –y mutantes- de Aina Calvo en el último año y medio. Quizá casi todas las que, ahora, nos hacen deambular, entre sobresaltados e incrédulos, por las aceras tullidas de Palma, o quizá no. Hay cosas que, de tanto impacto como alcanzan, nos hacen olvidar que no siempre estuvieron ahí, que surgieron de algún modo y que su razón de ser no fue el azar ni la maldición de un castigo eterno. O eso creo.

Pero sean pocas, o muchas, esas millas de asfalto tintado entre inquietantes vainas de látex son, sin duda, más, muchas más, que los kioscos que una vez hubo en Palma y que ya llevan ese mismo tiempo desaparecidos y así siguen, vacíos, desiertos, mutilados por los grafitis del abandono y la intemperie y no, no están, aunque se les esperaba para un ayer que ya pasó de largo, y se les espera, eso dicen, para no se sabe cuándo. Todo un prodigio de ineptitud, apatía y parálisis.

Y no es un asunto baladí, aunque lo parezca. Uno se alimenta de rutinas y acercarse, por ejemplo, al kiosco de Las Ramblas era una de las mías. Allí me guardaban el diario sin importarles si iría, o no, a recogerlo y allí encargaba los fascículos de esa colección que, por supuesto, jamás concluiría. Habría que recuperar esas tribunas de papel e ilustraciones, esa cultura doméstica que perdimos, como casi todo en esta vida, sin apenas darnos cuenta.

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sábado, junio 26

Días de fútbol y pleitos

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que es bueno el desembarco de Serra Ferrer en el Mallorca?



Sí. Pero vaticinar cómo acabará, finalmente, este facsímil tan poco literario de La Historia Interminable –en realidad, la historia sin fin- no deja de ser una actividad de alto riesgo. Para empezar, y sin más intención que darnos un amable paseo turístico por entre las arenas movedizas del asunto, lo primero es aceptar que aún no se sabe muy bien ni qué se vende –en principio, un club de fútbol, una sociedad anónima, pero también un cúmulo indescifrable de deudas y derechos más o menos televisivos o políticos, que viene a ser lo mismo, un celaje impreciso de pasión, una seña de identidad cuajada de rotos especulativos y sietes inmobiliarios, un voluminoso fajo de recuerdos con su haz de alegrías y su envés de decepciones- ni, tampoco, quién es el que está, de hecho, dispuesto a comprar lo que no tiene otro precio que un futuro lo más estable y armónico posible. Nada menos.

Rescato ahora, de las hemerotecas, la lista que manejábamos hace sólo un año y me acaba saliendo un rosario de ambiguos tahúres o, con menor rigor poético, de presuntos impostores, jugando a la carta más alta –ese juego de recortes sobre el verde tapete del césped, las flores y también las dagas- en el siempre melancólico jardín de los deseos ajenos; a saber, Paul Davidson, Freddy Shepherd, el propio Serra Ferrer, Carlos González, los hermanos Martí Mingarro y, por supuesto, Mateu Alemany o Tomeu Vidal. En definitiva, un auténtico derroche de nombres, una lujosa colección de espantapájaros, un catastrófico catálogo de ilusiones rotas. Un lista blanca. O quizá negra. Una lista que aún no está cerrada, pero que la pueden cerrar, y de muy mala manera, «MediaPro» con su crisis económica y la guerra política de las televisiones, el Villarreal con sus denuncias, la RFEF y su presidente Villar, con sus caprichos y rencores habituales y, en fin, todo aquello que agriete aún más la precaria situación de un Real Mallorca que nunca anduvo tan próximo al desarraigo como ahora.

Por eso, el desembarco de Serra Ferrer –y sus huestes, sean estas las que sean- empieza a ser urgente, al menos si la sociedad mallorquina quiere seguir teniendo la posibilidad de presenciar fútbol en directo cada quince días o así. No es mi caso. Llevo visionado medio Mundial en el chino mandarín de los canales p2p de Internet y el otro medio en el abierto precario de las vuvuzelas al poder. Y no sé qué es peor.

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viernes, junio 25

La noche repetida

La Telaraña en El Mundo.



Hay en el fuego –ayer, la noche rindió tributo a San Juan pero también a la hermosa mujer que peina su larga cabellera en los espejos vacilantes del agua y el tiempo, atrapándonos con sus destellos- el viejo sueño de la purificación, mientras en las hogueras oficiales –prohibidas, las otras- se celebra el simulacro de un infierno donde arden nuestros temores y buscamos, entre el fulgor de las llamas, la que quisiéramos que fuera nuestra propia imagen. No nos convendría encontrarla. No soportaríamos tanta realidad.

Será por eso que, luego, el ritual entero se banaliza y se reduce a mera anécdota, a metáfora usurpada y rebrote mitológico, cargado, como por inercia administrativa, entre los gastos de la comisión de fiestas, el pregón gremial de Llonovoy, el exhibicionismo de las autoridades, los desfiles folclóricos de los dimonis, el horror chirriante del rap, la pantomima social de un atávico –pero olvidado- viaje al origen, ese lugar incorrecto, esa niebla de la que palpamos su densidad, pero no su substancia y así, qué remedio, se nos va la vida, quedándonos, tan sólo, con la visión de sus imágenes. Poca cosa.

Quizá sólo una parodia, con sus instantes de verbena y sepelio, éxtasis, soledad, parálisis y fuga, solsticio, en fin, de verano repetido, como si lo más importante fuera renovar los gestos de siempre con la vana ilusión de que todo dure eternamente. O más. Pero no será así.

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lunes, junio 21

Una mirada incrédula

La Telaraña en El Mundo.


Hay en las ordenanzas, en su liturgia restrictiva, un simulacro de golpe sordo, un latigazo como de plomo líquido que abrasa y desgarra, pero que no nos destruye por completo, algo similar a una puñalada refinada, quizá la punción imperceptible de las agujas de un tatuaje que nos marca para siempre y que nos confirma, al cabo, como reos de un atentado continuo –no del todo sádico ni premeditado, pero sí cruel- contra esa parcela íntima en la que queremos ser tan sólo quienes somos y preservar, así, nuestros sueños y nuestra libertad. Nuestro propio ritmo.

La tarea es ya difícil, sino imposible. Por eso, cuando regresan eventos como el «Palma Thursday Night Fever» uno se alegra –pese a la insistencia hortera, ridícula e impropia de su nombre- y, a la vez, se entristece, porque hay dádivas que, aun siéndolo, no hacen sino revelar la existencia anterior, quizá inevitable, de una condena tan absurda como que los comercios tengan que abrir a horario reglado y no cuando su clientela los precise.

Pero así están las cosas. Las miro como si fueran nuevas y reconozco en ellas, sin nostalgia, un mundo antiguo, pero no muy lejano en el tiempo -ese tren que se aleja con su enjambre de verdad y pánico a partes iguales- y me digo que no importa si todo empeora si somos capaces, al menos, de mantener la mirada higiénica y transparente de quien decide, finalmente, no creer en nada. O en casi nada.

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sábado, junio 19

El cobrador del smoking

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que la Administración debe eliminar la figura del recaudador de impuestos?


No. Uno puede jugar, si le place, a verse repetido una miríada de veces –las que alcanza el ojo antes de ceder a la fatiga contable del infinito- tan sólo con auscultarse en el interior voluptuoso de dos simples espejos enfrentados. Se obtiene así la percepción metafórica de lo que se multiplica tan sólo repitiéndose, replicándose, sin el más mínimo cambio de matiz, como un castillo de clones que sólo esperan, de uniforme y en formación, a que se vaya la luz para desaparecer del todo. Pero la metáfora, aunque útil para ilustrar el perfil monstruoso de la Administración, quizá a nuestra propia imagen y semejanza, nos resulta parcial. Hay un universo invisible que escapa a los espejos y hasta a la gramática.

Quizá por ello busqué en Google –pero también en los subterráneos de la Red- alguna fotografía de Gabriel María Alzamora para intentar escrutar qué rostro tiene ese híbrido de funcionario público y empresario privado, de inspector de Hacienda en excedencia y de inversor hábil de nuestra morosidad, de embargador oficial de un reino que tiene Santa Margalida como capital logística y nuestras cuentas corrientes como páramo donde chapotear a gusto. Pero no encontré su rostro en ningún sitio, algo insólito en estos tiempos. No sé, pues, si Alzamora existe o no existe, si lleva, de continuo, un burka impenetrable o si, en fin, padece del viejo mal que aquejaba a los vampiros clásicos –a los de Burne-Jones, la literatura de Bram Stoker o el cine de Fritz Lang-, la imposibilidad de reflejarse en los espejos, esas cámaras ubicuas de vigilancia donde todos, salvo ellos, quedamos atrapados y más aún, retratados de por vida.

Con todo, el rastro de Alzamora lo lleva denunciando en Internet, desde hace tiempo, un tal Pedro Lliteras Nadal a través de una web -gobiernobalear.com, nada menos- donde el guión lo constituyen las ganancias estratosféricas de las empresas privadas –Rondaies, Menospapeleocom y Mel i Sucre- de las que el recaudador parece ser administrador único y nuestros impuestos públicos, su comisión privada, su sueldo y su plusvalía. La lección y el corolario son obvios. Si la Administración –desde Matas, en 1988, hasta Antich, hoy- es incapaz de realizar las funciones que le son propias, nadie puede rasgarse las vestiduras –y ni los harapos- si su tarea la realiza un cobrador que, en vez de frac, lleva un rutilante smoking. Es lo que hay.

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viernes, junio 18

Una sonora derrota

La Telaraña en El Mundo.



Siempre valió París más que una misa. La noche de Palma acoge este fin de semana a las bailarinas del Lido. No se trata de comparar los Campos Elíseos con Son Amar ni de dilatar la leyenda del cabaret más allá de su esplendor en las peores épocas de caos económico. No hay dos decadencias iguales. Ni dos crisis. Ni dos fiestas. Para muestra nos vale la ubicua OCB presentando las rebajas de la Nit de Sant Joan. Hay hogueras sobre las que debiera caer, de oficio, una eterna tromba de agua. O algo así.

Pero la realidad y el deseo andaban hostiles, ayer, mientras dividía mi atención entre la prensa y la tertulia de un bar. Suiza y España, sus selecciones, rondaban en boca ajena como si la euforia se hubiera trocado en decepción sin tiempo, aún, de ubicarse en ese término medio que nunca hoyamos porque, de hecho, no existe. Las cosas son como son y no otra cosa.

Pero supongo que ya estábamos avisados. Que sabíamos que no hay acción sin reacción ni sístole sin diástole. Que resulta fácil cegarse con el espejismo de los flujos y reflujos dialécticos, esa danza, ese pensamiento cero, y que no hay lugar mejor para perderse que un laberinto, aunque sea trivial, dudoso y hasta estúpido. Dibujé en un papel la sonrisa triste de la mayoría y me la llevé a casa, por ver de limarle asperezas con algún mohín risueño. No pude. Contra el rumor de las vuvuzelas no hay quien juegue al fútbol. Qué espanto.

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lunes, junio 14

Los límites de la ficción

La Telaraña en El Mundo.


Me puse los cascos y el micrófono -a veces, conviene sentirse como en un vuelo alienígena para ojear el sentido último de la realidad- con la idea de dictarle estas líneas a mi ordenador, para que fuera él quien se las tuviera tiesas con los ardides de la gramática y las rotondas de la ortografía. Fue desalentador. El programa informático, aunque ducho en tareas de percepción, se gastaba unas ojeras sordas –la frase es suya, yo le dicté sobre la ecotasa y la ceguera- y no lograba afinar las palabras, perfilar las frases, cerrar los párrafos o prever, ni por azar, qué le estaba diciendo. Nada de nada.

O quizá sí. Iba a su aire. Troceando las sílabas, que le repetía, con la misma flema estoica con que me las iba escupiendo, revueltas y agrias, entre tildes huérfanas y signos rotos que más parecían cirílico que castellano.

El extraño texto, no obstante, escondía algo tras su barniz opaco. Lo releí atento, tan sólo, a su ritmo desquiciado. Tardé un rato en darme cuenta de que aquel caos escondía los discursos cíclicos de todos nuestros políticos en el poder y en la oposición, o viceversa. Me vino, entonces, a la cabeza, la incólume cabeza de Antoni Martorell yéndose sin irse, mientras Euronews iniciaba sus emisiones en catalán y yo apagaba el ordenador con un soplo de alivio. Todo, hasta la ciencia ficción, debiera tener sus límites. Aunque sólo sea por pudor, y por quebrarlos, claro.

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sábado, junio 12

Sopa de letras con chanclas

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que Maria Antònia Munar es la ‘M’ del pelotazo inmobiliario de Son Oms?



Sí. En plena era criptográfica –donde todos nuestros documentos acaban guardados, y así protegidos, nos dicen, en la nube de una Red Virtual que parece no estar en parte alguna, pero que presume de estar en todas: tanta ubicuidad me genera no poca incertidumbre, ingravidez, vértigo y el mayor de los recelos- resulta de un anacronismo bárbaro asociar las relaciones laborales de un bufete de prestigio a un catálogo sumarial de iniciales, a un amasijo tibio de letras, a un jeroglífico de palabras cruzadas donde se mezclan, tal vez, los nombres y apellidos de unas cuantas personas embarcadas en la actividad contable de repartirse el mundo, y si no el mundo, al menos, su parte del botín. Algo mucho más sencillo que resolver la Conjetura de Poincaré aunque, también, vistas las reticencias del matemático ruso Grigori Perelman a la hora de cobrar el premio, algo más rentable.

Pero de Jaime Montis –y de su natural excéntrico, con bermudas y chanclas- se puede esperar cualquier cosa. En realidad, ponerle una inicial cualquiera, una M, una M mayúscula y acaso malabar, magnífica, muda, maquiavélica, mercenaria y mundana, a la presunta Madre superiora de todos los apaños urbanísticos habidos, y por haber, en este archipiélago de islas medio sumergidas y reflotadas, revela mucho más que oculta, celebra y confiesa relaciones de afinidad y quizá de cariño, de confianza y apego, de cercanía, no sé si resignada o gozosa, pero qué importa eso; abre las puertas a la división exacta de las parcelas yuxtapuestas del deber y la responsabilidad compartidas, de la inversión y la plusvalía. La jerarquía democrática del pelotazo. Su gestión a escote, papel y lápiz. Qué le den a la informática, al “cloud computing”, a la Web 3.0 y a los mil nicks que carga el diablo tan sólo para confundirnos. O algo peor.

Nos encontramos, pues, ante la disyuntiva de otorgar –o no- a cada inicial el nombre que oculta. ¿B.V. de Bartomeu Vicens? ¿P.A.M. de Maximiliano Morales? ¿M. de Munar? ¿O de Montis? Habituado a descifrar los textos más complejos con el software más sofisticado me empieza a entrar cierto pavor metafórico al que no renunciaré así como así. Quede mi Sí en manos de Jueces, Fiscales y Haciendas, igual que siempre dejo en mis textos alguna que otra metáfora con la única intención de que sea el hipócrita lector –mi semejante, mi hermano- quien las interprete, si quiere.

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viernes, junio 11

Dialéctica y cinismo

La Telaraña en El Mundo.



Quizá celebrar el Mundial de Fútbol en un oasis simulado, artificialmente, en mitad de la hambruna, no sea la mejor de las ideas. No puede negarse, empero, que el evento –al menos, en teoría- debiera mover mucho dinero, congregar bastantes ilusiones, despilfarrar nacionalismos a vena abierta y hasta destilar, en fin, algún que otro mínimo guarismo positivo en el siempre precario balance de los más desfavorecidos. Pero no será así. Nos lloverán imágenes de furia e impotencia, de euforia y tristeza, de apartheid económico y, en resumen, de lo que llamaremos, según nos convenga, éxito o fracaso. La especulación siempre tiene esas dos caras y no hay forma de separarlas. Son la misma, y cualquier intento de síntesis es puro cinismo.

Pero aquí el cinismo tiene sus nombres y apellidos. La política de Nanda Ramon, por ejemplo, y su turbadora obsesión por la subvención juvenil, el frente nacional de las juventudes y el eterno yugo y las flechas -como si la hoz o el martillo- de una lengua que asemeja perfecta entre los colmillos de un vampiro. Todo un canto a la manipulación.

Tampoco le anda a la zaga el Govern, de viaje por la Rusia de las lilas de Pushkin o la bala de D'Anthés. No me extraña que su Ministro de Cultura, Alexander Avdéyev, se crea que España y el Mediterráneo entero son tan jóvenes como, sin duda, lo era Joan Miró a los ochenta años. Curiosa manera de llamarnos pardillos.

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lunes, junio 7

Presentacion de Javier Jover - Una Pátina de Verdad


Javier Jover en la Fira del Llibre - Presentación y lectura del poemario "Una Pátina de Verdad" Editorial Calima 2010 from Juan Planas on Vimeo.


También lo he subido a YouTube pero troceado en 5 partes. La primera está en este enlace y las siguientes aparecen justo al lado.

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Pedir lo imposible

La Telaraña en El Mundo.



Los que alguna vez apostamos por pedir siempre lo imposible –ese grafiti de los setenta en los muros tatuados de nuestras universidades- acabamos almacenando, con el paso del tiempo, un grueso catálogo de demandas insatisfechas, un pesado volumen de causas perdidas, un glorioso entramado de referencias cruzadas y una gran sonrisa –sin el óxido de la decepción ni el polvo del desencanto- hacia todo aquello que parece volver, pero no vuelve; tan sólo amaga, refulge un instante que nos parece eterno y luego desaparece. Misión cumplida.

Eso pensé mientras visionaba, en YouTube, un video reciente de Daniel Cohn-Bendit a vueltas con el trasfondo de la crisis económica, la hipocresía de la clase política y el fraude de sus valores o la necesidad paradójica de crear un gran dique a la especulación. Su vehemencia –lúcida y encrespada- me pareció como de otro mundo. De ese mundo cumplido del que hablaba al principio. Qué suerte que nunca nos abandone del todo.

Luego me acordé de Antich, su carro lunar de medidas y del día a día en que intentamos ser quienes somos pero también, al menos en parte, quienes no somos. Hay algo que Antich debiera saber. Su gobierno jamás sobrevivirá a la crisis. No podrá capearla ni remontarla. Se lo impide la falta de pasión, coraje y clarividencia, desde luego, pero hay más. Pedir lo imposible nunca estuvo, nos tememos, en su hoja de ruta. Y eso se acaba pagando.

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sábado, junio 5

Antich y sus espejismos

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que la subida de impuestos anunciada por Antich servirá para paliar la situación en Baleares?



Sí. Pero no me tomen muy a pecho, que una cosa es lidiar una noche de insomnio –quizá por llevarle la contraria a Gaspar Sabater como a mí mismo, ese es el juego- y otra, muy distinta, atender a toda una crisis desde la abyecta cloaca de esa corriente totalitaria y paracientífica donde ya sólo restan, si acaso, los últimos devotos del Estado por sobre todas las cosas; los que en el estertor de su trance saben lo útil que es una buena presión fiscal, ajustada al angosto círculo de una soga, para asfixiar cuanto huya de los tentáculos de la burocracia o huela a iniciativa privada. Por estos pagos, el Bloc y poco más, porque no me acabo de creer que Francesc Antich conjugue esos ripios, aunque lo finja y quiera sumarnos a las colas decrépitas de la peor de las distopías. Vivir para ver. O no vivir, ni para ver.

Lo cierto es que las luces de Antich son las que son. No hay más. No son las de una noche estrellada en que las constelaciones nos brinden el atlas de su ruta sideral a través de los cielos abiertos. No. Sus luces se asemejan más al negativo –fundido en negro- de un espejismo en el que él dice ver unas cosas y los demás sólo atisbamos el lienzo de una sinfonía muda, un dédalo de túneles anegados, un marjal de muros lívidos, un muñón vacío en que, al final, sólo se insinúan –y cómo y cuánto- las largas y tediosas horas de la rigidez o la impotencia -las formas quietas del movimiento cero- ante un universo desaparecido. O fulminado.

Pero a Antich no hay que pedirle imposibles. (En realidad, a nadie, pero esa es otra historia). Su labor no puede ir más allá de fisgar los desconchados de un patio de vecinos con aluminosis de siglos, ejercer de perito insular del Estatut de Cataluña, perpetuar las subvenciones a la OCB y su corte de asteroides en el lado más mezquino de la insolidaridad y el sectarismo y, en fin, proponer una red de fusiones entre entes, consorcios y fundaciones públicas –moviendo al personal, o sea, sacándole de quicio- para probar que esas empresas sólo sirvieron para disparar gastos y aprovisionar acólitos. Y si ahora se le ocurre sumar a tanto desbarre acumulado, la demagogia infinita de subir los impuestos sólo nos corrobora que no tiene ni la más remota idea de cómo se genera empleo, inversión y bienestar. Que es al revés de como pretende. Habrá que ver si le dejan y vigilar a los que, con su voto, se lo permitan.

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viernes, junio 4

El deber de la crítica

La Telaraña en El Mundo.



Si crear y destruir no fueran actividades tan sincronizadas y similares, en su razón de ser y en sus efectos, dejaría de criticar cuanto acaece alrededor. Quizá cedería al lujo del silencio o la inercia relativa del todo vale, o puede valer, quién sabe, rindiéndome a la ceguera del ojo pío, simple, que siempre prefiere que suceda algo –lo que sea: una levedad o un instante echado a perder- a que no suceda. Ah, el temblor y el éxtasis, el aquelarre de los mitómanos.

Pero no. Callar convertiría el juego ajeno en propio. Y hace tiempo que ya no juego en equipo ni le relleno las papeletas a nadie. Por eso me aburre el montaje anual de Biel Mesquida y su liturgia mediterránea de lenguas y poetas teledirigidos, con su arsenal de versos como si artefactos de paz. Nada menos. Esa propaganda -y el error conceptual de su paz, teatral y relamida- nos sale cara, porque ya hay, en Palma, quien oficia el ritual del misterio, como Antonio Rigo y su «Último Jueves», sin subvenciones ni petulancias. Qué de curvas que tiene el camino.

Muchas. Ayer, alguien me pidió o exigió, a gritos, un instante. ¡Un instante! Le hubiera dado cualquier cosa, pero no este instante –o aquél- que ahora evoco para recordar que el domingo se presenta «Una pátina de verdad», el nuevo poemario del mallorquín, y quizá mediterráneo, Javier Jover. Con él casi concluye la Fira del Llibre. Y siempre está bien lo que bien acaba.

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jueves, junio 3

Entrevista en Poesía eres tú



Me entrevistó Alberto Gómez -de quien recomiendo su libro "Entre Dioses y Peones-" y dije, exactamente, esto.



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Daniel Cohn-Bendit

Los que alguna vez pedimos lo imposible sí entendemos lo que dice Daniel Cohn-Bendit...

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martes, junio 1

El video al completo de la Fira del Llibre

Presentación en la Fira del Llibre 2010

Ha sido realmente divertido. Aquí os dejo, finalmente en cuatro partes, el documento gráfico de la presentación... Toda una odisea subir giga y media a You Tube... Muchísimas gracias a todos los que asistieron...

Reedición. Esos videos ya no existen. Subí a YouTube, la versión completa:

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