LA TELARAÑA: Y sin embargo, se mueve

lunes, mayo 17

Y sin embargo, se mueve

La Telaraña en El Mundo.


Aunque parezca una contradicción –o lo sea- la cola del paro se mueve. Aumenta de longitud y volumen. Casi parece –y la metáfora no es frívola sino realista- un enorme globo a punto de explotar, una esfera en descomposición, un haz de curvas intentando asirse a las tangentes últimas de la fuga y el trueno, la expansión en astillas intangibles de nada o casi nada. Un temblor en el aire y en los tímpanos, una desaparición rauda. Una renuncia.

Intento hablar con un parado, quieto, conmigo, en la lenta cola de un negociado, pero sólo alcanzo a escuchar su propia historia. Trabajó catorce años en la misma empresa y ahora lleva catorce días perdido en la jungla hostil de la burocracia. No le cuadran los papeles, las cifras, los trienios, y le duelen las horas muertas –de hecho, agónicas- que se pasa comparando cómo vivía con cómo quisiera haber vivido y no vivió ni vivirá. O eso se teme. El futuro, cuando ya no existe, pasa de ser el lugar de los sueños a ser una espantosa amenaza.

Cambio de tercio, pero no de ruedo. El toro sigue siendo la misma sombra espectral de siempre, pero en los tendidos –bañados en sudor y sangre- parecen haber resurgido las viejas guardias de una guerra civil antigua, con sus milicias y falanges. La escena me recuerda que acaban de suspender al juez Garzón y de privarle, quizá, de sus planes de trabajo en La Haya. Pero no me preocupa su futuro, sino el nuestro.

Etiquetas: