Usura y demagogia

La Telaraña en El Mundo.

La AISGE, el ente que recauda los derechos de propiedad metafísica de los actores, dobladores, bailarines y escenógrafos, debe creerse la flor y la nata de nuestro arte más universal y épico, quizá los reyes de un circo donde las fieras se amansan con el resplandor de los devedés que compramos para piratearlos –por supuesto, por eso pagamos el canon-, aunque luego los usemos para guardar fajos de palabras que, a veces, acaban siendo libros y, a veces, simples posavasos. O ceniceros de urgencia.

Estos artistas piensan que vamos a los hospitales para ojear sus obras maestras y así, aliviarnos penas y dolores, extirparnos tumores, apéndices y hasta las tripas, si procede. No en vano querían cobrarle a una clínica ibicenca una cuota por cada TV de las salas de visita y otra por la que alumbra al enfermo cuando se queda solo. Viva la usura.

Pero yo iba, hoy, a escribir sobre la Fira del Llibre que es, casi, el único evento social en el que participo con gusto. Pero el pregón de Margalida Capellà me dejó sin ganas. Puedo asumir su elogio del espíritu republicano, que tanto –dijo- avivó la inteligencia y la honestidad contra la mediocridad y la corrupción. O su cántico a la memoria histórica de una guerra civil que la tiene en éxtasis. Vale. Lo que no le acepto es que critique el sueldo de los jugadores de la Selección de Fútbol. ¡Criticar a La Roja! Ese sacrilegio sí que es intolerable.