LA TELARAÑA: Radiografía del caos (Caridad bien entendida)

sábado, mayo 15

Radiografía del caos (Caridad bien entendida)

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Cree que la reducción del salario de los funcionarios y la congelación de las pensiones reducirá el déficit de Baleares?



No. Reiterar, aquí y ahora, que la Transición acabó convirtiendo un país abrasado por la miserable dictadura de Franco en un exótico, festivo y corrupto Reino de Taifas, quizá sea una redundancia. Vale, lo es. Pero a mí me gusta, desde siempre, la sensación transgresora de introducir, a voluntad, la misma frase en los más diversos contextos, la misma metáfora en los lugares más dispersos, insospechados e inhóspitos y hasta el mismo adjetivo –si se tercia, que no es siempre- a todos y cada uno de los múltiples, casi infinitos, sujetos (gramaticales o físicos) que se tienen –y de ello presumen- por diferentes, o incluso por adversos, sin llegar a serlo. No lo son.

Hay que atreverse a revelar la farsa –no importa si comedia, drama, ópera bufa o karaoke- y enfrentarse a lo que pueda ocultarse tras ella, entre sus bastidores, sus lucientes máscaras y sus oblicuos espejos. Y si tras el experimento –que en realidad, como todo lo valioso, no es más que un juego fallido, un ejercicio paradójico y una especie de exorcismo de los límites, siempre imprecisos, del lenguaje- resulta que no hay nada salvo un enorme vacío, pues, mala suerte. O buena. Quién sabe. Hace tiempo que dejé de creer en muchas cosas. En demasiadas.

Pero la situación parece que ha tocado fondo. Es lo que tiene convertir elementos de índole conceptual o ideológica –como la identidad, la historia parcial y selectiva o la lengua- en las premisas quiméricas de una organización territorial que se quiera seria y próspera. No sucede así porque, entre tanto, se van creando castas espurias –y familiares- de gobernantes, cortes de indígenas con tupé de iluminados, sectas piramidales donde lo único que importa es medrar, hacerse con el dinero y escapar luego. Un disloque.

Ahora toca reducir, a la fuerza, el déficit. Parece fácil. Hay que reducir gastos. Pero no creo que baste con bajar el sueldo a los funcionarios. Lo que hay que hacer es eliminar funcionarios. Y muchos. Tampoco creo que haya que congelar las pensiones. Ya están muy prietos y apurados sus poseedores. Hay otras muchas cosas por hacer. Abolir el Consell, por ejemplo. Olvidarse de IB3, el IEB y la OCB, también. Despejar los presupuestos de obras inútiles, comisiones y subvenciones, por supuesto. Y ponerle un cirio ardiendo a la Justicia por ver si nos limpia el paisaje de corruptos y sinvergüenzas. Eso sí que sería definitivo.

Etiquetas: