LA TELARAÑA: La vara y la mordaza

sábado, mayo 8

La vara y la mordaza

La respuesta al debate de los sábados en El Mundo: ¿Debe dimitir Isabel Alemany por tener un parking ilegal en Andratx y desobedecer el auto que le obliga a clausurarlo?



Sí. La pregunta de hoy me ha devuelto a la memoria –curioso lugar en el que todo parece amontonarse sin más orden y concierto que la nubosidad variable y tormentosa del caos y las no menos enigmáticas premoniciones- dos fotografías de una resuelta, joven y radiante mujer rubia platino, de piel muy blanca, con una afilada vara de mando en las manos y algo así como una sonrisa golosa, pero contenida, en el rostro. En la primera, Isabel Alemany aparece franqueada por los efervescentes Gabriel Puigserver y Xisco Femenías, sus socios en aquella politizada toma de posesión de la alcaldía de Andratx, y en la segunda, que no tiene desperdicio y constituye todo un cruel monumento a la memoria histórica de UM, posaba –en un litúrgico ejercicio de clara intención jerárquica- junto a María Antonia Munar, Miquel Àngel Flaquer y hasta su propio marido. Nada menos. Pero eso sí. La vara no la soltó en ninguna de las instantáneas. Faltaría más.

Se trata, pues, de dos magníficas composiciones fetichistas –la realidad es siempre un fetiche puro y duro, un redoble apurado de uniformes, un despliegue de comparsas al son aflautado de los apuntadores- que nos sirven tanto para comprender el pasado como para intuir el futuro. Isabel Alemany ya dijo tener muy claro -cuando se incorporó al Parlament sustituyendo al ex diputado Bartomeu Vicens: así es el excelso árbol genealógico, el currículum político, de esta mujer- que si ella fuera Miquel Nadal, en aquel momento, portavoz de UM en Cort, "dimitiría". "Vamos a ver qué nos depara el futuro y, en todo caso, es su conciencia la que tendrá que dictarle si tiene que dimitir", añadió, entonces, dejándonos en las hemerotecas una prueba irrefutable de cómo se pueden mezclar y aliñar conceptos y hasta embadurnarse con ellos, como si fueran rímel para los ojos, tinte para el pelo, purpurina para la sien o betún para los labios. Igual lo son.

Mientras tanto, hemos llegado ya al parking en mitad de un torrente, a los autos incumplidos del TSJB y al intento fallido de matar al mensajero cuando lo que lleva en sus alforjas no es un alijo de buenas noticias sino la pesada carga de la verdad. Vuelvo a revisar las fotografías y a preguntarme dónde esconderá –bajo qué mordaza- Alemany su conciencia. ¿En su afilada vara de mando o en la ultratumba de los valores que predica para otros, pero no para ella? Ni lo sé, ni me importa.

Etiquetas: