LA TELARAÑA: abril 2010

viernes, abril 30

Las rutas del frío

La Telaraña en El Mundo.



Convalezco de muchas cosas. Quizá de demasiadas. Pensaba en ello mientras aguardaba –como una pieza más en el engranaje mecánico de alguna escena de Chaplin en Tiempos Modernos- mi turno, semidesnudo en una camilla de ruedas con vistas a todos los quirófanos del universo, tocado con una gorrita de plástico verde (o era azul) en la cabeza y otra azul (o era verde) en los pies. Hacía frío, pero mi mente andaba en otros temas. Sin duda, ese frío provenía del pasado.

Quizá de aquellos años en que grité Libertad y Amnistía como si ambas palabras fueran la misma o no pudieran entenderse la una sin la otra y valiera la pena luchar por algo. Ahora ya sólo gritan los energúmenos que desean convertir a un par de jueces en héroes o villanos y a todo un Tribunal Constitucional en títere del nacionalismo. Para esta farsa no hacían falta tantas llagas. Ni tanta hipocondría.

Pero quizá el frío procedía de otra parte. Almaceno toneladas de bytes en los discos duros de mi ordenador. Por algún extraño prodigio, esas series de signos binarios conforman una biblioteca inmensa en la que aún no han entrado –pero lo harán- dos nuevos libros. Uno es Reverdecer, el poemario de Jorge Espina, que hoy se presenta en Literanta y el otro, Mientras viva el doliente, de Antonio Daganzo, del que destacaría sus sonetos. Ellos sí han conseguido reconciliarme con la hipocondría y hasta aliviarme del frío. No es poco.



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lunes, abril 26

El velo y las sombras

La Telaraña en El Mundo.



En el mejor de los casos, casi todo es frivolidad. Y en el peor, soberbia. Entre ambos lugares comunes parece discurrir la fiesta sin que haga falta, para nada, que me llamen a filas. Ya hace tiempo que deserté, que me dejé adormecer por el escepticismo y decidí estar siempre en otra parte. Aquí mismo, por ejemplo. El lugar es cálido y la luz sólo ilumina lo justo. Hay que saber convivir con las sombras.

Por eso me aturden los debates estériles. Hoy hay niñas que quieren acudir a clase con el paño de la «yihad» meciendo sus cabellos. Las miro igual que repaso las fotos de las Islas Baleares (1913-1928) del Arxiu Mas –cortesía de la Fundación La Caixa: un libro a cambio de un email- y me encuentro con la imagen familiar de las campesinas mallorquinas y sus velos negros o blancos, su luto impreciso, su aire quieto a mundo sumergido y lento. Así suele ser el pasado, al menos cuando ya no hay futuro.

O el futuro son esas tribus urbanas que desmantela, de vez en cuando, la policía. Hace poco cayeron varios integrantes de los «Latin Kings» en Son Gotleu. Esos jóvenes se saben sin otro lugar en el mundo que su propia banda, su trinchera y su búnker contra todo y todos. Allí encuentran su identidad y allí la pierden, quizá para siempre. No sé si alguna vez sabrán que no ser nadie es también un privilegio. Hace falta cierta madurez para comprenderlo. Y no poca, sino mucha. Tal vez demasiada.

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sábado, abril 24

Del desencanto y otras asfixias

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que deben convocarse elecciones tras el presunto fraude electoral de UM?



No. Hay que ver lo mal que se hacen o van haciendo las cosas, las pocas luces que tienen o tenemos, la bajeza de miras, la cortedad de espíritu y, en definitiva, el raquitismo social con que, entre unos y otros, se afrontan los grandes temas de Estado. Porque la Democracia es un gran tema de Estado, aparte de ser un estado muy especial y significativo de las cosas, un tema que le viene grande al propio Estado o un estado enorme, cultural y surrealista de las cosas, que las deja como ingrávidas, flotando en mitad de todos y de nadie, sin más sostén que algo muy pequeño llamado voto, esa especie de contrato anónimo que pretende garantizar el orden y, en ocasiones, sólo da para establecerse -de precario- en el desorden, el caos y el bullicio mercantil de la oferta y la demanda. Un hombre. Un voto. Pues no sé yo. El peligro está en la letra pequeña. Pero vayan haciendo cuentas.

Podríamos estar todos -y aquí todos quiere decir todos: toda Palma, toda Mallorca y hasta las Baleares enteras, si se quiere- con ochenta miserables euros en el bolsillo y además con sueldo, que no trabajo, en Emaya. Qué gran sociedad sería esa. Vaya edén. Qué parodia del nacionalismo más orwelliano. Qué éxito. Todos fichando al amanecer -o por turnos, que no hay por qué madrugar más de la cuenta- en Emaya. Todo el pueblo en nómina y todas las nóminas en el banco único y absolutista de UM, en su caja fuerte o en la caja fuerte, muy fuerte, del futuro perfecto y hasta pluscuamperfecto, del futuro resuelto y disuelto en la sopa boba, en el coge el dinero y corre, corre o vuela, vuela, pero no mires atrás, no retrocedas, no reflexiones, no cambies de opinión, no traiciones. Adelante. Siempre adelante. Se hace camino al andar y nada cambia, sólo se transforma, o al revés, y así hasta coger con las pinzas del entomólogo (o del humanista, que es lo mismo) todos los tópicos que se puedan y alguno más. Una infinitud. Una miríada. Un colmenar. Unas cuantas toneladas de grava. No pasarán. Qué va.

Llego a este punto y respiro. Conviene hacerlo para alejar las náuseas o demorarlas, para enlentecer el discurso y saborear el poco aire limpio que aún nos queda contra la asfixia ambiental del pensamiento, la lengua y la usura únicas. Llego a este punto y a este lugar del desencanto sin ánimo, siquiera, para reclamar unas nuevas elecciones. Esta farsa sucesiva ya empieza a hartarme.

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viernes, abril 23

Turista a la fuerza

La Telaraña en El Mundo.



Llevo una semana -o una eternidad- intentando leer, en los cielos, el críptico lenguaje de las señales de humo -ese otro libro para un 23 de abril- entre los cepos de ceniza, los cirros de luto y el horizonte de hogueras ancladas en las alturas, en el vacío sin aire del aire, más allá de la gravedad, arriba, muy arriba. Llevo, también, el mismo tiempo, postrado ante los mostradores virtuales de Ryanair y sus cancelaciones, para entender cómo mi hijo, varado en Milán, no llegó a Palma el lunes y aún no sé si lo hará hoy, viernes. Como balance, su puesto de trabajo en peligro y mis nervios arruinados.

No importan, ahora, las gestiones telefónicas o los gastos en hoteles. Tampoco las rutas alternativas trazadas en el mapa irreal de los sueños: vía París, Venecia o Livorno. Todos las sendas conducían al muro de la burocracia, a los precios imposibles, a la cerrazón del destierro.

Y mientras tanto, ¿qué ha hecho el Govern? Tanta ansiedad por el turismo y no ha tenido a bien enviar, siquiera como el ejército de salvación que no tiene, a una legión cualquiera de entre los inútiles que anidan en sus conserjerías sin más tarea que hacer la vista gorda y confundir facturas con subvenciones. Pero hay más. Le dije a mi hijo -en Italia nadie habla catalán, qué vergüenza- que llamara a la Oficina del Defensor Lingüístico de la OCB, pero no me hizo caso. Me va a oír, el chaval, en cuanto llegue.

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lunes, abril 19

La plaga de la ceniza


La Telaraña en El Mundo.



Una nube volcánica no parece gran cosa, pero lo es. En Barajas y Son Sant Joan, el fin de semana, la ceniza ya se palpaba en el aire, en los avisos de la megafonía y en las aglomeraciones de quienes se iban descubriendo, de repente, sin posibilidad alguna de alcanzar su destino. Cosas así nos pasan a diario, pero sólo las analizamos cuando ocurren en los aeropuertos. Allí, la irrupción del desastre añade al aséptico entorno una tormenta de angustia, la desolación de una plaga bíblica: el temblor biológico de la claustrofobia.

Habrá que asumir que el mundo no es tan grande como solía. Que el espasmo de un volcán en la lejana tierra del hielo puede convertir los cielos en colmenas de lava y pavesas. Pero no es el paisaje lo que más me ocupa. Tengo a mi hijo en Milán y no sé si hoy, lunes, podré abrazarle en Palma. Un abrazo es algo muy serio, que no debiera estar a expensas del caos. En ese lugar ya medran las campañas paralingüísticas, los políticos corruptos y los ladrones de guante blanco. Es su hábitat natural, pero no el nuestro.

Aún así, parece que acabaremos acostumbrándonos a la lluvia de ceniza y al averno de las urbes tomadas. Y si no a tanto, sí al goteo continuo de votos fraudulentos, al riego por aspersión de fianzas y al diluvio de facturas falsas. Como para tomarse en serio, luego, ahora, las declaraciones de Josep Melià tras ser reelegido presidente de UM. Pues sí.


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domingo, abril 18

El video al completo de la entrega del Premio de la A.E.P

Fragmento de la Entrega del Premio de la AEP

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sábado, abril 17

La escatología del poder

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Está de acuerdo en que el PSIB vuelva a pactar con UM pese a los casos de corrupción que afectan a este partido?


. Creo que UM tenía que cambiarse de nombre, de moño y cresta, de perfil sociopolítico, de harapos, velos y túnicas, de credo nacionalista y tribal, de Dios, de marca de perfume, de diademas y alta pedrería, de cajas fuertes, de guantes blancos y hasta de logo en la billetera, pero eso era sólo el principio; le esperaba, también, una liposucción urgente y severa –más allá de la que le aplicará, a su debido tiempo, la Justicia- y una maratón de interminables sesiones en las manos firmes de los cazafantasmas, los parasicólogos, los médiums entre la realidad y las apariencias, los diseñadores de resultados electorales y toda una pléyade –bien pagada- de asesores varios. Pero si a una indigente y desahuciada como Bette Davis, de la mano del artesanal Frank Capra, le bastaron, unas pocas manzanas y la fe ciega de un gánster supersticioso para convocar a toda la alta sociedad neoyorkina a su alrededor y obrar, así, el milagro de toda una vida en un solo día, a UM le hará falta eso y algo más. Pero está en ello.

Eso es, exactamente, lo que parece opinar, y además sin ningún pudor, Josep Melià. Resulta que el poder –ese animal omnívoro- sigue en la diana borrascosa de su punto de mira, como en el de sus socios de hasta hace muy poco. Es lo normal. Uno se acostumbra a tragar con ruedas de molino y acaba con el gaznate como un embudo, como un socavón inmenso imposible de rellenar o como un agujero negro (en expansión) que todo lo absorbe sin más esfuerzo que saber tirar de la cadena en el momento oportuno y disimular, en lo posible, la posterior cara de alivio y satisfacción. Es fácil, aunque esa sonrisa tan antigua sea algo más que un paisaje, casi un mosaico universal: el único, en definitiva, capaz de explicar las declaraciones cómplices de Rosa María Alberdi y de Francesc Antich. La escatología política no necesita ideas, sólo intereses comunes.

Por eso me parece de fábula –esas composiciones literarias, ya se sabe, en que los personajes casi siempre son animales, que parecen humanos, pero que no lo son- que el PSIB-PSOE renueve sus votos de alianza ética y estética con UM, que se deje seducir por los cantos rodados de las sirenas, que el olor ácido y viscoso del maquillaje no les asfixie, que la vergüenza no enrojezca sus rostros. Es todo un ejemplo a seguir. Quizá una revelación, un avance del Apocalipsis o algo peor. Lo que hay que ver.

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viernes, abril 16

Entrega del Premio de la AEP

Valgan estas fotos tan sólo como aperitivo. Pondré más (y también videos) a medida que pueda. La reunión resultó fantástica.






Lengua y pancartas

La Telaraña en El Mundo.


Llego por enésima vez a Madrid y me recibe el mismo taxista de siempre –no el mismo, sino su igual, su sucesor, su clónico- con la rancia bandera del aguilucho (como si fuera el trapo tricolor de los que jalean a Garzón) en el salpicadero del coche o del alma y las palabras crisis y España en los labios. No obstante, la misma carrera que hace dos años me costó veinte euros ahora vale unos cuarenta. Hay que ver cómo aprieta la crisis.

Con todo, Madrid sigue siendo la ciudad más literaria del mundo. Adornan sus calzadas –y también sus tabernas: ahí la literatura es tan alimenticia, o más, que los fogones- multitud de frases de Cervantes, Quevedo, Galdós, Lope, Góngora, Delibes, Zambrano, Gaite, Umbral o Gracián… Madrid es como una biblioteca ambulante.

Algo similar, pero no mucho, parece que quieren hacer nuestros jóvenes –aunque no sé si son nuestros, porque me refiero a Joves de Mallorca per la Llengua- cuando utilizan a los escritores mallorquines Miquel Àngel Riera y Miquel Bauçà para dar nombre a las dos columnas de su Correllengua 2010. Aquí la norma es apropiarse de los finados y convertirlos en llamativas pancartas de la causa que sea. O dicho de otra forma. Lo que en unos lugares, y no porque abril sea el mes más cruel, es plena inmersión de la literatura en la vida -dónde, si no-, en otros es tan sólo manipulación, basura ideológica y, sobre todo, sectarismo excluyente.

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jueves, abril 15

las compañías

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lunes, abril 12

Oficio de Tinieblas

La Telaraña en El Mundo.



Como si faltasen comisarios en las comisarías (ese debiera ser su único hábitat natural) habrá que sumar al claustrofóbico paisaje la cerrazón sobrevenida de los novísimos comisarios o auditores de género -ese sintagma gramatical- que acarreará el anteproyecto de Ley de Igualdad, con que el Govern de Antich quiere darnos su prueba terminal de civismo, su cátedra de corrección política o lo que es lo mismo, el ejercicio perfecto de cinismo -y desigualdad- con que saciar su sed de eufemismos. Los caminos de la usura ideológica son inescrutables.

Hablé de las comisarías, sin olvidar que las padecí de joven. Vuelven, con otra denominación de origen, pero con igual propósito. Pienso en las que más me atañen: las del arte, la cultura y la literatura, las de esa plaga normalizadora de comisarios lingüísticos que, como una proyección macabra en bucle, florecen desde tiempo atrás y que ya asoman, incluso, en la red virtual donde buceo, a diario, en busca de alguna que otra luz minúscula.

No sé si la oscuridad acabará por sernos familiar. No quisiera, pero me lo temo. Nos hemos pasado la vida sorteando la nomenclatura totalitaria del horror, su catálogo de innombrables, su sudor y bochorno: el áspero chirrido de la piel, como el llanto de una lija contra el óxido de los barrotes. Eso fatiga y alivia, como el sexo, pero también ennoblece, como el respeto y la admiración hacia las diferencias.

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sábado, abril 10

Entrega del Premio de la AEP a Tratado de las cosas sin nombre


Os espero el Jueves 15, a las 20 horas en Castellana, 210, Madrid.

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La inmensa minoría

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que el Pacte de izquierdas puede gobernar de espaldas al Pleno?



Sí. Ya queda muy poco de aquel Pacte multidisciplinar, globalizador, barroco y caótico que quiso tomar, y tomó, las riendas de la realidad política en el sacrosanto nombre del progreso -una extenuante y bastarda simplificación minimalista para lo que acabará siendo, si es que ya no lo es, un desastre de proporciones bíblicas, metafísicas y, desde luego, contables- el 4 de julio de 2007. Pero es así como cuajan, desde siempre, las pesadillas, paso a paso entre la ambigüedad prosaica de las sombras y la caída libre en el horror de los abismos verticales, paso a paso en la firme, pero desvalida, perseverancia en el error, el declive, la corrupción, la decrepitud, la estulticia, el absurdo, la inacción y el vacío. En la nada.

Así, pues, de un sueño -legítimo pero sulfúrico- de poder, basado en la dudosa química de una fritura orgiástica de cuantos más «ismos» mejor: nacionalismo, socialismo, costumbrismo y todas sus posibles o imposibles combinaciones -al margen de la incongruencia histórica e ideológica del cadáver exquisito resultante-, de esa especie de gran fetiche basado en la primacía numérica -la Ley D´Hont aplicada como anestesia al censo electoral-, de esa quimera suicida sostenida por el peso de la cantidad y el desprecio de la calidad -ese sello distintivo de las minorías, aunque no de todas: no seamos maniqueos-, hemos pasado a un pacte (en minúsculas) donde, ya desechados todos los balances y planes sociales, sólo queda la lucha férrea por la supervivencia, la adhesión a los cargos y a su innegable plusvalía, a los sueños fenecidos y a los que irán pudriéndose en un final de legislatura que más se parece a la retransmisión, en vivo, en directo y en catalán, de una eutanasia diferida que a una muerte digna. Pero ya se sabe. La dignidad sólo concierne a la vida. Lo demás parecen ser zarandajas.

Pero no lo son. Yo sí creo que Aina Calvo y Francina Armengol -como Antich, aunque sobre él, hoy, no se nos pregunte- deben de ser consecuentes y apurar el néctar agridulce de su propio cáliz. Llevan casi tres años sin hacer otra cosa -salvo unos impresentables carriles bicis o una sucesión de proyectos en formol- que dar la espalda a la ciudadanía. Qué importa, pues, que hagan lo mismo con las decisiones de sus respectivos plenos en el Ajuntament o el Consell. Su mayoría siempre fue una entelequia. Como ahora lo es su aplastante minoría.

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viernes, abril 9

esperando a Godot

La Telaraña en El Mundo.



No sé si la guerra civil acabó cuando decían los libros escolares o si fue después, cuando la muerte del dictador, el bolillo de la transición y la llegada de la democracia formal, ese alud de ilusiones que, aún con el punto de mira desviado, siempre nos pareció el mejor de los mundos posibles. Lo es. Pero el problema es saber si la guerra terminó o si continúa, soterrada, en el subconsciente de quienes siguen dibujando la realidad como una guerra de guerrillas, un oleaje sucesivo de zanjas que hay que reabrir como sea. Las de la memoria histórica, la lengua y el neo-lenguaje convertido, por norma, en un eufemismo de otra cosa, siempre de otra.

Será por eso que la OCB se lleva, este fin de semana, a un centenar de jóvenes al albergue de La Victoria -qué victoria, cuál- para meditar sobre la lengua, la cultura, la democracia y el país. Igual esperan que un Dios rústico, laico y tribal, obre en ellos algún milagro inefable. Con las subvenciones ya se sabe. Hasta los milagros son factibles.

Mientras tanto, cada día, al salir de casa me encuentro con Antonio y José en eterna huelga de hambre. Ellos sí necesitarían que algún Dios cualquiera se les apareciera. Pero no sé si podrá ser. El Govern de Antich prefiere gastarse miles de euros en premiar el valor de la activista saharaui Aminatou Haidar, que en ayudar a dos de los hombres más solos y abandonados de este mundo. Pues vaya mierda.

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lunes, abril 5

Crónica de Pascua

La Telaraña en El Mundo.



A veces desconecto de todo. Me dejo llevar, entonces, por otra suerte de noticias, las de un tiempo que llamo interior (es sólo un por decir, porque que no sé si está adentro o afuera: de qué, de quién), con su ritmo anómalo y secreto (sólo sé que me remolca, igual que a un náufrago, por entre sus jarcias de luz y niebla, su tul de cristal y naipes, su jadeo de azar y azogue) como si alguna forma de autismo me permitiera abrir estos paréntesis de ausencia y eternizarme en ellos para cerrarlos, luego, sin recordar el mecanismo de sus goznes ni el prodigio -o el error, ese chirrido metafísico- que los hace posibles. El caso es que los sé necesarios. Imprescindibles.

La Pascua no es mala época para este tipo de viajes sin destino, donde Dios -como en la Mezquita de Córdoba- es sólo un pretexto, un souvenir. El Jueves Santo, el gentío salió en procesión hacia ninguna parte. Tras él quedó la arena dispersa, la sangre y quizá el fervor. Quedó, también, mi mirada atónita. Un par de fotografías que no hice y el llanto de una música lejana que aún me ronda.

Luego, el rumor de la noche -qué largas son las horas del insomnio- fue el de un camión de la basura y el de las mangueras del agua, su furia, ciega y terne, como el péndulo de las mareas. El implacable volver a empezar -despuntaba el día- como si nada hubiera sucedido. Me gustan esos instantes que ocurren y pasan y no, nunca se olvidan.

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viernes, abril 2

Modelos de vida

La Telaraña en El Mundo.



Mientras un delirante con ánimo suicida -o un espíritu emprendedor, quién sabe- se disfrazaba de inspector de la SGAE para cobrar a los curtidos feriantes del Ram por las melodías con que nos machacan -el cobrador cobró, pero a palos: la vida es muy dura en esas casetas nómadas- me llega la nueva de que desde los Ministerios de Defensa y Educación se descargan, vía p2p, películas, series, canciones y agendas eróticas. Es un signo de normalidad. Tanto, como que desde Presidencia, quizá Zapatero, se descargue juegos -tipo «Brain Training»- para estimular la mente. Será que lo necesita. Como todos, por supuesto.

Donde lo normal decae y nos adentramos en la cloaca de la rigidez mental, es en el Ministerio de Igualdad, ese laboratorio donde se facturan, por igual, clones genéticos que gramaticales. Ahí nadie se descarga nada: impera la ley marcial de la decrepitud, del sexo como adjetivo neutro. De González-Sinde como médium de un modelo de vida -comercio, gestión y arte- que ya fracasó y que va siendo sustituido por otro. Pero poco a poco.

Mientras tanto, un rumor retumba alrededor. El Gran Colisionador de Hadrones acaba de recrear el Big Bang, pero aún le falta potencia para conseguir que el nuevo mundo se trague, por fin, al viejo. Yo, por si acaso, ya ando buscando por internet el bosón de Higgs, también llamado la partícula de Dios. Les juro que cuando lo encuentre me lo descargo.

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jueves, abril 1

A los pies de los caballos

La respuesta al debate de El  Mundo: ¿Cree que son adecuadas las medidas cautelares impuestas a Jaume Matas?



Sí. Vale que la prosa judicial sólo puede ser comparable -aunque no siempre- a la de alguna que otra novela postmoderna, con sus grotescas citas a destiempo, su enjambre de lugares comunes, su falta de concordancias gramaticales, su catálogo de lógicas especulaciones, su almacén de fundadas ironías y su rancia intención didáctica de querer, finalmente, mostrar el mundo y, a la vez, descifrarlo, asirle la soga, templar sus turbulencias y aplacar, quizá, la furia o la inercia de sus incógnitas, desvelar su mentira última y resplandeciente, el trasfondo inhumano -o humano, demasiado humano- de su usura sin límites ni vergüenza, como si tras cada adjetivo no pudiera asomar sino una nueva condena, una prevaricación, un desfalco, un atropello, una ficción tras otra, la larga letanía de la penitencia. O el polvo, ya lodo, de su carcoma.

Pero el castigo de leerse los 147 folios del juez Castro es todo eso, sí, pero también bastante más: es un calvario, una procesión interminable de encapuchados bajo la atenta mirada de todas las Vírgenes que estos días recorren, engalanadas de flores y de lágrimas, media España, entre el fervor pasional de unos y la indiferencia de otros, un rosario de afrentas al sentido común, un cúmulo de burlas y estratagemas, una ristra de conspiraciones y asertos, un vademécum exhaustivo de la corrupción más galopante, una historia para no dormir sino a la sombra tétrica y definitiva del destierro. O del más feroz insomnio.

Hago un inciso. Están sonando tambores y se aglomeran los nazarenos en las esquinas. Huele a cera. A humo. A tiempo detenido. A pausa. A nada. Cierro el inciso, sabiendo que no hay cerradura para ciertas cosas. Y así es, en efecto. Adivino una legión de testaferros, cómplices y socios arremolinándose en las entidades bancarias. Jaume Matas ha de conseguir que le avalen tres millones de euros para aplazar los días y las noches entre rejas, para seguir siendo eso que llamamos un hombre libre sin saber muy bien lo que significa. Siempre hay demasiados matices. ¡Y qué maravillosos son todos esos matices! No. No se puede ser libre para hipotecar el futuro y el presente de una comunidad. No se puede ser libre para dejar a la propia madre en la estacada, en el ojo mismo del huracán, a la intemperie, bajo las herraduras ardientes de los caballos. O de Hacienda, que no es lo mismo, pero puede ser hasta peor.

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