LA TELARAÑA: marzo 2010

lunes, marzo 29

Matas, Jaume Matas

La Telaraña en El Mundo.



Más allá del fervor mediático, de las demandas fiscales e, incluso, de la decisión de hoy, lo más revelador de los juicios son las anécdotas. Así, por ejemplo, la imagen desvalida del letrado Perera escrutando los falsos techos del Juzgado en busca de espías, topos, musarañas, micrófonos o cámaras ocultas, no tiene desperdicio. Algún cascote de yeso -enmascarado y culpable, por cierto- sí le podía haber caído del cielo, pero no fue así. Tuvo suerte. La basura suele morar en las alcantarillas.

Tampoco sobra su hábito de pasearse, sonámbulo, por los asépticos corredores de la ley, aireando la faz manuscrita de sus papeles y quejarse, luego, de filtraciones. Lo que la lente del ojo no lee, lo descifra el zoom digital del Photoshop. Pero igual ya no está para esas sutilezas.

Con todo, el protagonista ha sido Jaume Matas. Asombra que lo que más le ha irritado de las sesiones negacionistas -lo ha negado todo- es que los fiscales le llamen Jaime en vez de Jaume. Habría que ver su partida de nacimiento. O no. Repaso varios ejemplares del BOE y ahí aparece, rutilante, la firma de Jaime Matas i Palou (sic), como Ministro de Medio Ambiente en la última legislatura de Aznar, la que acabó, en Madrid, con la catástrofe del 11M y, en Mallorca, un año antes, con la Presidencia de la Comunidad en sus manos. Parece que a este hombre le están faltando al respeto desde siempre. Y eso le duele, claro.

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viernes, marzo 26

A contracorriente

La Telaraña en El Mundo.



Puedo entender el regocijo y la tramoya fallera, el jolgorio y los cánticos contra Munar o Matas, camino de las puertas abiertas -¡al fin!- del juzgado. Puedo entender los abucheos, las parodias y también las vejaciones. Puedo entenderlo todo -o casi todo- y hasta esbozar una leve sonrisa con las ocurrencias de unos cuantos -se supone que desocupados- en su hora de gloria y, quizá, de venganza; todos radiantes en su puesto de combate, prietas las filas y alta la guardia: el celaje doctrinario del orden ideológico, esa rutina para la que pensar, desde luego, sobra, pero no así gritar. Y cuanto más fuerte, mejor.

Pero esas maniobras son sólo el fruto putrefacto del peor maniqueísmo, el que no quiere ver la realidad sino a trozos, a retales deshilachados de una historia que nunca es -no, al menos, exactamente- ni como la contamos ni como nos la cuentan.

Yo sí deseo que sobre Munar y Matas -y el resto de imputados- recaiga el peso plúmbeo de la ley, la cárcel, las sanciones, lo que sea, lo que merezcan. Pero en este panorama me sobra la fanfarria gremial de costumbre. Me sobran las avanzadillas de quienes, de algún modo, colaboraron, permitieron, hicieron la vista gorda o incluso pactaron con los corruptos. Los huevos podridos apestan, es cierto, pero tampoco sé muy bien a qué hiede la miserable tortilla que entre unos y otros -imputados o no- tuvieron a bien cocinar y hasta vendernos.

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lunes, marzo 22

tras la muerte de Delibes

Murió Miguel Delibes y dejé correr la noticia como si no fuera conmigo. Iba, y mucho, pero no encontré oportuno hacérselo saber a nadie... Nunca me gustaron las necrológicas.

Hoy, sin embargo, quiero dejar constancia de mi apoyo a Eduardo Jordá por un artículo en el que, aparte de destacar, explicitamente, las virtudes esenciales del enorme escritor vallisoletano, no hace sino reflejar, literariamente, su propia interpretación de las lecturas de Delibes y de su mundo.

Resulta cuando menos curioso, pero sintomático, que lo que sólo era un homenaje sirva ahora para una caza de brujas absolutamente infame.

Pueden empezar a enterarse del tema a partir de este enlace.

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Verdades y mentiras

La Telaraña en El Mundo.


No me estoy ocupando -no a fondo, al menos- del jugoso tránsito judicial de estos días. Que una pléyade de imputados parezca haberse conjurado -de forma voluntaria, claro- para exculpar a Munar en detrimento de Nadal, me exime de ahondar, siquiera levemente, en el laberinto oscuro de la naturaleza humana, en sus miserias, en su ínfimo valor y, sobre todo, en su patético precio.

Aquí la verdad es sólo la pobre metáfora -o la metáfora pobre- de una conveniencia, la estrategia de un plan de redención o fuga donde no importan las bajas colaterales sino, sobre todo, la estricta obediencia jerárquica. Creo que los jueces tienen -o tendrán- material suficiente como para ir atando cabos y hasta anudando sogas. Al menos, cuando se les pase el estupor y la risa incontenibles -aunque esa risa tenga el mismo sabor agrio de una lágrima- ante tanta versión tergiversada y mutante de unos hechos que, desde hace tiempo, ya cantan por sí solos. O eso me parece.

Pero con la verdad hay que ser cautos. Si Antoni Martorell, por ejemplo, califica su propia gestión al frente de IB3 como brillante, no pienso rebatírselo. Nunca sintonizo su cadena. Será que ya no estoy como para que me cuente la misa el único que, al parecer, también repica en ella. Prefiero pensar que pronto atisbaré el catálogo bibliotecario de la UIB en Google Books. Eso sí que la acerca al mundo, y viceversa. Buena falta que nos hacía.

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sábado, marzo 20

Ejercicio de cinismo

La pregunta del sábado en El Mundo: ¿Cree que los partidos mayoritarios deben llegar a acuerdos con UM ahora que no está Munar?


Sí. Hoy me toca defender la sombra ácida y el aliento sulfúrico del Diablo en su versión más prosaica y catastral, la ebullición opaca y subterránea en la Lonja clandestina de sus dominios, el mercantilismo y la especulación, sin límites palpables, de sus emisarios, la hipnosis ciega de su legión de adoradores, la herencia apócrifa de un Fausto postmoderno -pero tan anciano como siempre- con un solemne carnet político entre las manos (o en la boca) y nada, o muy poco, en la frente, junto las sienes. Quizá un par de cuernos gloriosamente retorcidos y florecientes. Iluminados. Quizá el sudor frío de un farol arrastrado en el lodo grasiento de una timba nocturna. Quizá una mirada oblicua, un guiño lascivo y unos maletines repletos de letras vencidas. La higuera en llamas de la usura. El perfil andrajoso de la ausencia de ideas e inteligencia. El clamor del silencio. La huelga de la transparencia. La danza tribal en torno a un becerro de oro y cuentas corrientes. El sacrilegio del poder. Inefable panorama.

Pero me asaltan las dudas más corrosivas, mire allá donde mire. Incluso en los rincones más ocultos y olvidados, por si me pierdo algo que no debiera. Para empezar, no sé yo si María Antonia Munar ya no está. ¿No está como Presidenta de la Cámara? ¿No está físicamente retozando entre los cortinajes y las cariátides? ¿No está en parte alguna? ¿Está a la sombra definitiva de las rejas y al abrigo demoledor, eterno, del mundanal ruido? ¿Ha desaparecido de la faz mundana de la cosa política? ¿Nadie la recuerda o la apoya? ¿Nadie la sigue llevando bajo palio? ¿Todos la olvidaron? Si así fuera, entonces sí que entendería sus lágrimas curtidas, de auténtico cocodrilo subsahariano, en su última comparecencia en el Juzgado de Palma. Pero ya no me creo sus lágrimas. En realidad, no me creo nada de nada.

Es por eso que hoy apoyaré el cinismo de los pactos con UM. Es por eso que hoy aplaudiré los mil y un acuerdos que todavía verán nuestros ojos entre Antich y la sombra fantasmal de Munar, entre los nacionalistas del PSM y la sombra espectral de Munar, entre Biel Barceló, Grosske o LLadó y la sombra espiritual de Munar, entre Bauzá o Rodríguez y la sombra quimérica de Munar. Entre Josep Melià y su propia sombra. Así es la política balear. Un cónclave de sombras en busca del mejor cobijo. Y seguro que hay sombras -y también cobijo- para todos. Aleluya.

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viernes, marzo 19

El Día del Padre

La Telaraña en El Mundo.



Hoy es el Día del Padre. No sé muy bien si debo felicitarme -y felicitarles- o darme de cabezazos -seguro que en compañía- contra alguna esquina, la más afilada que encuentre. Pero no pienso hacer lo uno ni lo otro. Las generaciones se suceden con absoluta normalidad, como respirando y dejando de respirar, relevándose en una carrera de obstáculos sin más anécdota que los mismos tropiezos, la voluntad de seguir adelante y la idéntica sensación de no llegar a parte alguna. O sí. A la que ya llegaron otros. Ese infierno. O ese círculo de tiza en llamas que no sé -o quizá sí, pero no pienso explicarlo- si tiene salida.

Mientras tanto, nos arremolinamos entre conceptos que arrojan un peligroso saldo de arenas movedizas. El de la corrupción, por ejemplo. Es inconcebible que la OCB -como el Stei, ese sindicato sin más afiliación obrera que la lengua, el único petróleo de la Plataforma que parece importarles- monopolice la repulsa general contra la corrupción que los tuvo, y tiene, como hijos predilectos de todas sus subvenciones, ayudas y dádivas.

Hoy sigue siendo el Día del Padre. Del padre que ya siente la fatiga insoportable de un fracaso educativo y social con el que no contaba y del que, al contrario, aún tiene esperanzas de que las cosas encaucen su rumbo. Les seré sincero. En días como hoy, me siento como el hijo huérfano que todos, tarde o temprano, acabamos siendo. Felicidades.





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lunes, marzo 15

El vendedor de humo

La Telaraña en El Mundo.


Antich se fue a la ITB berlinesa a celebrar el Día de Baleares y, de paso, a ponerle letra y solfa a una de esas ideas formidables que sólo se dicen en sitios como ese. Resulta que una gran Web a modo de plataforma digital -el éxtasis de la globalización, esa ciénaga sin fondo- nos convertirá en la Meca del turismo mundial por la módica cifra de doce millones de euros que costeará, se supone que graciosamente, esa parodia inasible que se hace llamar Gobierno de España. Genial idea.

Lástima que algo así sólo se pueda decir -sin que te corran a guarrazos- en sitios donde casi todo es publicidad masiva, spam indiscriminado, puro espejismo contra la crisis, los hoteles semivacíos, las playas envejecidas, el clima deteriorado y el botellón como única actividad notable -y notoria- de la noche isleña. De lo que queda de ella. De su agonía.

Con todo, no hay que alarmarse. Estas licencias se olvidan pronto y se convierten en otra cosa aunque, con la actual reedición camuflada del Pacte, sea imposible saber en cuál. Me acabo de tomar un café en «Art i Joc». Allí hay, ahora, dos exposiciones. Una, de máquinas tragaperras que parpadean como poseídas por algún cortocircuito psicodélico y otra, admirable, de Benavente Solís, el artista catalán al que la crítica alemana reconoció como "El pintor de luz". No sé si de Antich, alguien, aunque no sea alemán, acabará diciendo lo mismo. O lo contrario.

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sábado, marzo 13

la maldición de Midas

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que la Justicia debe investigar el origen de la fortuna de Maria Antònia Munar?



Sí. Y a fondo, con lupa y telescopio, con bisturí y taladro, con unas de esas enormes pantallas cuadrafónicas con las que (como si estuviéramos de regreso al claustro materno bajo los ojos asombrados del primer sexo) nos van a desnudar en los aeropuertos y en la dolorosa intimidad de las salas de estar, en el calor de los dormitorios, en la hermética frialdad de los aseos y hasta bajo la cúpula o cópula de las sábanas (a poco que nos descuidemos), con los rayos equis de las tres dimensiones del espacio y más aún, con la perspectiva reveladora de la otra dimensión, quizá la cuarta o quinta o sexta, quién puede saberlo, que es el tiempo, o así lo llamamos, ese misterio que nunca se detiene ni nos espera, ese balance abisal, ese dígito prodigioso que no deja de crecer -o, al menos, eso parece en el caso de María Antonia Munar- de forma caótica, conflictiva, oblicua y aterradora, como empujada y atraída, poseída, por una danza invisible que sólo responde al compás furioso de los vientos favorables en los negocios o en las componendas, en su voluntad de opacidad y usura, su trama selecta y familiar, su pulsión, su derrame torrencial de monedas y metales y joyas y cargos y distinciones y propiedades y nada. Ni siquiera vergüenza.

Pero el ojo clínico de los jueces no es tan avispado ni suspicaz, tan telúrico ni exacto, tan minucioso, como para adentrarse en uno de los enigmas motrices de la naturaleza humana. Tampoco es esa su función. Habría que retroceder hasta los fósiles de Atapuerca para escrutar en sus estrías el hilo evolutivo del hombre, su lucha por sobrevivir entre las fieras, su pasión por la luz y las sombras, su angustia, su ambición, su terror o su deseo. Habría que recorrer metáforas antiguas -el árbol del conocimiento del bien y el mal, la hégira perpetua a través de los desiertos de la ignorancia y el destierro de Babel, por ejemplo- para afrontar, con mirada ecuánime, el instante actual, su decadencia, su respiración y ritmo, su perversa constitución sin más cimientos que los del vacío.

De todo esto Munar no sabe ni la mitad. O sí, pero no creo que le interese profundizar en el tema. Su maldición, como la del bíblico Rey Midas, hace que todo lo que toque -y ha tocado muchas cosas desde que se inició en política- se vuelva de oro, en efecto, pero tanto resplandor sólo puede conducir, finalmente, a la inutilidad y a la ceguera.

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viernes, marzo 12

En huelga de hambre

La Telaraña en El Mundo.



No es una metáfora. Tampoco una exageración. Salgo al Pasaje de la calle Olmos y me doy de bruces con la Realidad (no con toda, que ese choque no tendría dimensión humana sino metafísica, sino sólo con el rostro más obsceno de un Estado que presume ser el del Bienestar y no, no acaba de serlo).

Me encuentro con Antonio y Pedro, con la exhibición de sus viejos recortes de periódico, que ya parecen esquelas, la fotocopia de sus denuncias sin más respuesta oficial que el desprecio, su peana de cartón anunciando una huelga de hambre -indefinida, me dicen- y su larga historia de fracasos sucesivos. Sólo sigue intacta su voluntad, pese a todo y todos, de conseguir un trabajo digno. No debiera ser un imposible, pero quizá lo sea.

La pobreza tiene sus grados, su estética a hambre, temblor y desasosiego, su perfil en ruinas y sus infinitas circunstancias, pero tiene, también, su propia dignidad, acaso más desesperada y confusa en tanto que auténtica, aunque eso no parezca importarle a Asuntos Sociales -ese hospicio huérfano de servicios en que se ha convertido la ciudad de Palma- y Grosske prefiera seguir dibujando sus apacibles acuarelas a base de promesas incumplidas y llenarse, de paso, la boca -en su blog, Karl Marx mediante- de futuros centros de día, de residencias para mayores, de consejos de barrio y de gorrillas a sueldo. Algunos políticos sí que son auténticos gorrillas a sueldo.

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lunes, marzo 8

El acento y la ética

La Telaraña en El Mundo. (Lo podría haber llamado el síndrome de Frank Abagnale, Jr)



Que un perturbado sin más título académico que su palabra y su deje catalán de Barcelona, pase semanas haciendo las guardias urgentes del IB-Salut, embarcado en las UVI móviles del 016, demuestra la excepcional organización sanitaria que gozamos. No sobran médicos, es cierto, pero si sabes catalán -y mejor, si de las Ramblas- ya tienes trabajo para dar y tomar, ahora una exploración, luego algún consejo hiperbólico, alguna diatriba, un par de pulsos suicidas a la suerte y quién sabe lo que le pudiera haber pasado a cualquier enfermo bajo sus garras de cirujano lunar.

Podría soltar unas bromas macabras, pero hay otros temas que acaparan mi hilaridad. Por ejemplo, el afán realista de los telediarios. ¿Se han fijado que cuando hay inundaciones, nieve o terremotos, siempre sale la reportera con el agua al cuello, cubierta de copos o con el miedo y el caos en el rostro? Estas licencias me tienen perplejo. La vida en directo no tiene por qué ser una parodia.

No tanto, al menos, como el rubor del jueves al encadenarme contra la corrupción. No lo digo por los asistentes, que ya nos basta con nuestro ánimo o desánimo, sino por alguno de los convocantes. ¿Cómo osa la OCB dar lecciones éticas cuando vive a costa de la política lingüística más sectaria de esta parte del universo? Podría seguir con algunos políticos que gobernaron con los corruptos... Podría, pero se me acaba de helar la risa.

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sábado, marzo 6

La gramática del poder

La respuesta al debate del sábado en El Mundo: ¿Cree que el cambio de siglas de UM será suficiente para recuperar la credibilidad?


. En un mundo donde las cosas apenas sí cambian y, cuando lo hacen, sólo cambian de nombre para seguir siendo como son (en muchos casos, porque no podrían ser de otra forma), un simple trueque de siglas puede obrar milagros. Es cierto. Oh, sí. Lo digo muy en serio. Tanto, que no sé cuántas razones y sinrazones tendría de afirmar y refutar -todo a la vez: puro ejercicio dialéctico a imagen y semejanza de la peor política, una sesión de megalomanía o un pasa palabra legislativo- para que ustedes dejaran de creerme. O me creyeran. Ya sé que la fe, mueva montañas o valijas, es tan demoledora como indemostrable. Pero no busco ni necesito acólitos.

Con todo, recuperar la credibilidad que nunca se tuvo -y esa cuestión no es ajena al debate: no hay rotonda sin escapatorias ni polémica sin tangentes- deja, de esta manera laica y gramatical, de ser un imposible para convertirse en un milagro palpable, en una mutación bíblica, en la prueba carnal de que la palabra fue, al principio, lo que un cúmulo de nubarrones a una tormenta, un presagio a tener muy en cuenta, el perplejo Eureka del que encuentra su identidad bajo un par de sílabas y se las queda y hace suyas. Suenan tan hermosas como el primer trueno. O tan reveladoras como el primer rayo. Al menos, si no te cae encima y te chamusca de por vida, que todo es posible en este mediocre reino (o república) de las apariencias, los eufemismos y los intereses propios, comunes o cruzados.

Los nombres de UM se me antojan, los actuales o los futuros, un querer y no poder. Una extrapolación en busca del más difícil todavía, convertir algo sin más entidad ideológica que unos pocos tópicos -el nacionalismo moderado, la raza mallorquina y la lengua- en una nueva cuenta corriente que llenar lo más rápido posible. No les fue nada mal, es cierto, hasta que se les hundió el chiringuito y a Munar, como a Nadal y a su prodigiosa corte de testaferros, secretarias y validos, les empezaron a salir cuentas pendientes, peajes en rojo y vuelos atrasados. Vale. Ahora quieren remozar la fachada, cuando lo que está podrido es el andamiaje. Buena idea. Así es como se las gastan los partidos políticos y exigirle otra cosa a UM -o a la entidad que la sustituya en breve- es como observar el cinismo de la OCB, por ejemplo, al apoyar una cadena humana contra la corrupción, sin echarse a reír. Son de una ordinariez exquisita.

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viernes, marzo 5

Elegía a Munar

La Telaraña en El Mundo.


Hay que ver lo rápido -el tiempo preso en un parpadeo- que se pasa de personaje pestilente a metafórica portadora de la peste. Los sentidos pierden su servicial lujuria y se contraen y afilan -los dedos ya se sentían huéspedes, es cierto- y el mundo deja de ser el que era para ser otro. Todo reluce, entonces, ahora, de forma distinta y hasta opuesta.

Así, donde antes se acicalaban, como en una pasarela de fuegos fatuos, poses y sonrisas triunfalistas -o de despecho- hoy clama el silencio y brilla la decrepitud, se anuda el remolino alargado de las traiciones y su eco de lodo; y en ese cuello de mujer de cajas fuertes y destempladas, en ese cuello de cristales tatuados y visones como armadillos, el tuétano de tantas alhajas y collares, ahora se agolpa la asfixia de la soledad y el rumor del descrédito. Aún falta el peso final de la ley. Sí, pero llegará. Por fortuna, el tiempo no olvida la función constrictora de sus arrugas y acaba poniendo a todos donde corresponde. O casi.

Este cuadro no acaba de quedarme, no obstante, tan tétrico como debiera. Está el pudor roto. El dolor ajeno. Las generaciones que crecieron a su sombra sin merecerlo. Están, incluso, los que creyeron en ella. Están sus cómplices. El Govern de Antich, el Consell de Armengol, el Ajuntament de Calvo. Las dos legislaturas de Matas. Y la vergüenza colectiva de haber vivido bajo el apócrifo imperio de un espejismo.

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lunes, marzo 1

La Telaraña cumple 7 años

Miro el calendario y sonrío. Hoy se cumplen 7 años desde que escribiera los primeros renglones de este diario. Leo:


El ritual de la escritura diarística.

¿Cómo acompasar el ritmo interior del pensamiento -ese diagrama enloquecido, esa mezcla de vértigo, contemplación y caos, ese monólogo deseante y silencioso, ese jolgorio, ese tumulto, esa danza ebria, esa interpretación absurda, ese teatro de los sentidos- a la pauta medida, fría y matemática, de los días? ¿Cómo tratar con puntualidad lo impuntual? ¿Cómo conceder compostura y orden al ánimo disperso y volátil? ¿Cómo presentarse, cómo ofrecer espejo al lector, cordura y método a la compulsión, realidad física a la mirada oblicua que sobrevuela los interrogantes, las tierras ensangrentadas, los mares resecos, los cuerpos en llamas?¿Cómo ofrecer reposo a las heridas incurables del deseo?

Quizá sólo parezca un ejercicio de estilo, pero siempre es una prueba de voluntad.


--Y también:


sábado, marzo 1

Un amigo me ha pedido un poema por la paz... No podía negárselo, ni al amigo ni a la paz...

Aquí tenéis el resultado. [El enlace ha desaparecido, y ya no recuerdo cuál era ese poema]



En resumen. El ritual de la escritura diarística me la trae al pairo y nunca más volveré a escribirle ningún Poema a la Paz

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futuro imperfecto

La Telaraña en El Mundo.



Hace unos de días me dejé acribillar -contra mi norma- por una encuesta telefónica de lo más completita. No conseguí saber quién la encargaba porque la chica, simpática y, a ratos, cómplice, sólo quiso desvelarme que la hacían por propia iniciativa para ver si alguien (algún diario, me murmuró, vacilante) se la compraba. Me cuidé muy mucho de insinuarle que el talante del comprador saldría del resultado que la encuesta arrojase. Pero imagino que eso ya lo sabía.

Lo cierto es que me harté de ponerles un cero tras otro a todos y cada uno de los políticos de la actualidad isleña, salvo un cinco (sobre diez) a Juan Luis Calbarro (al que, aún, no veo como político y sí como ciudadano). Tampoco quise suspender, no del todo, a mis maltratadas identidades, mallorquina y española. Les puse un cinco raspado que, pese a la inapelable identificación cero con los Països Catalans, me deja un margen suficiente como para ir por libre. O evitar que quien sea, piense, que soy de los suyos. Me aterra ese apropiacionismo tan zafio como osado.

Mientras tanto, me llegan, vía Facebook, los prolegómenos de una nueva manifestación en Palma, este mes de marzo, por un futuro honesto en las instituciones isleñas. «Este no es el futuro que queremos», dicen, y con razón. Lástima que yo ya no crea en el futuro perfecto. Incluso sin Munar (aunque sin ella, al menos, nos hayamos librado de la náusea, que no es poco).

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