LA TELARAÑA: la infección sostenible

viernes, septiembre 4

la infección sostenible

La Telaraña en El Mundo.




Con tanto protocolo y psicosis oficial, con tanto resquemor colectivo basado en la manipulación paradójica de la Ley de los Grandes Números -ya saben, esa ristra contable que mezcla los pingües beneficios de las oscuras compañías farmacéuticas con el terror solitario de las masas en los ambulatorios del sudor, el caos y la tristeza- cuesta muy mucho hacerse una idea cabal de lo que andan, entre unos y otros, entre todos y nadie, tramando. Cuesta mucho creerse algo. Cualquier cosa. Nada.

Entenderán, pues, que mi natural hipocondríaco esté superando sus críticas cotas habituales y ya ande rondando un aparatoso estado de agitada levitación. No sé si es por puro gozo sensitivo -esa alergia tiene raíces incontrolables-, por un cierto asombro intelectual -del que nada diré- o por algún que otro brote redentor de sarcasmo que siempre ayuda a relativizar las cosas. Vale la pena hacerlo.

Hay que hacer lo contrario que Bàrbara Galmés. Si ella, como Consejera de Educación, tiene la suficiente desfachatez como para transmitir las consignas oficiales sobre vacunación reconociendo su temor a los efectos secundarios del fármaco; yo, por mi parte, sólo puedo exigir que se vacune, antes que a nadie, a todo el personal sanitario, educativo, legislativo, político y funcionarial que haya acreditado un nivel óptimo de catalán. No vaya a ser que luego, si van mal dadas, no tengamos quién nos consuele.

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