LA TELARAÑA: abril 2009

lunes, abril 27

Vampiros en la Red

La Telaraña en El Mundo.




¿Qué estás haciendo? ¿En qué estás pensando? Con estas dos preguntas –inocentes pero perversas- las dos redes sociales de más éxito, Twitter y Facebook, convocan al gentío. Cuando las leo, dudo. Sonrío. O dibujo en mis labios un mohín de enojo. Lo que sea, pero callo. La intimidad es el último bien que nos queda y el que más en peligro se encuentra. Conviene no dejar de mirar la realidad con ojo clínico.

Días atrás, unos hackers emborronaron la Web del Real Mallorca. Los destrozos fueron epiteliales: su firma, unos garabatos y adiós. Poca cosa. Lástima que no hubieran descifrado las entrañas del servidor –un lugar físico, una máquina- cuando aún Grande podía esconder ahí, quizá, sus cuentas y balances, su íntima correspondencia de activos y pasivos, sus naipes políticos germinados en algún plan territorial más allá del bien y del mal. Ni se sabe dónde. Pero se supone.

Tampoco se sabe cuánto dinero dilapida Antoni Martorell en IB3. Su Fórmula 1 no la ve nadie, ni aún huyendo –hay motivos- de la sobredosis publicitaria con que La Sexta trocea el rugir de los motores. Será que, al menos, los anuncios sí sabemos quién los paga y de IB3 sólo de dónde sale el dinero. Mientras tanto, la Academia del Cine Catalán quiere presentar su propia película al Oscar de Hollywood. Cuando hagan algo tan rotundo como la sueca, vampírica y desoladora «Déjame entrar», que me avisen. Tendrán mi voto.

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sábado, abril 25

antes que rosas, capullos

La respuesta a la pregunta del millón en El Mundo: ¿Cree que Olav, con su problemas de dislexia, tiene razón al pedir a sus profesores que le examinen en castellano?



Sí. Claro que sí, pero no sólo eso. No basta con exigir lo evidente. Hay que adentrarse en las arenas movedizas de la realidad y desenterrar sus conceptos más íntimos. Pasó ya el tiempo de la empatía, de observar las ciudades a través del brillo lejano de sus palacios de mármol y el lujo adamascado y cretino de su corte de abducidos. Basta de remilgos y melindres. Hay que adentrase en las calles, tomar las avenidas y hacerse fuertes en las plazas, devolver la libertad de expresión y pensamiento a las aulas y así, conjugar todas –absolutamente todas- las lenguas al unísono. Regresar al instante único de Babel sabiendo que la confusión de lenguas no fue ningún castigo divino sino un privilegio, un signo de vida, multiplicidad y dinamismo. La posterior diáspora no hace sino confirmarlo. Había que crear el mundo. Ahora toca recrearlo.

Quizá sea, pues, la hora de un plante generalizado –en educación, sanidad y cultura-, la hora púrpura de una objeción consciente a tanta dictadura lingüística, a tanto desvarío y adoctrinamiento vulgar y anodino. Con todo, hay que ser cautos. No es de recibo convertir al joven Olav en un símbolo o icono, en un héroe por accidente sin más futuro que estrellarse, como un ariete de madera, contra los muros feudales del castillo de piedra, de sólida estulticia, de oscuridad absoluta. Ese golpe le haría añicos y dolerle, luego, para siempre. No queremos eso.

Queremos denunciar la barbarie. Aquí ya no prevalece ni el sentido común –esa burbuja de aire que al estallar renueva el universo entero- ni la autoridad de la Federación de la Dislexia ni el perverso escalafón legislativo que somete las leyes generales a la sandez puntillosa de la legislación local. Aquí el triste panorama demuestra que el poder asemeja un agujero negro, un sumidero: el desagüe de un mar de aguas muertas. No hay a quién dirigirse. Nadie sabe ni contesta. Es la esquizofrenia de un viejo Plan de Normalización puesto al día. Es la paradoja de un país donde el Govern y la UIB se convierten en el mejor soporte lógico, organizativo y propagandístico de las manifestaciones de Maulets, Joves Per la Llengua y SEPC. Así, hasta San Jorge deja de ser la fiesta del libro y la rosa –qué solemne estupidez- para convertirse en el rosario interminable de los casi 300 capullos. Esperar que florezcan es una utopía. Seguir regándolos de subvenciones, una aberración.

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viernes, abril 24

la lengua del imperio

La Telaraña en El Mundo.


Desde siempre sabemos que hay cosas que cuestan, quizá metafóricamente, un riñón, un ojo de la cara o un huevo, por decirlo con mayor sudor gráfico. Lo que no sabíamos es el precio de mercado de esos mismos órganos cuando la soga de la crisis aprieta y uno se siente un amasijo de vísceras en el escaparate de una casquería, un saldo en rojo, sangriento e irreparable, de mollejas, y decide, en un gesto final de resistencia, ponerse a subasta, troceado como un embutido, al peso.

Cien mil euros es lo que vale en Internet un riñón por aquello -dice su dueño- de poder pagar la hipoteca. Habrá, con todo, que conocer su procedencia, porque si tiene denominación de origen –pedigrí catalán, vasco o galaico- es posible que sea, en verdad, una ganga. Reír por no llorar.

O llorar, sin más. Así, en un geriátrico de Inca la paz resulta –como la vejez misma- tan etérea y agrietada, que cuando algún alarido rasga el silencio, las guardianas –ungidas de enfermeras- rellenan de sedantes los carajillos de la miseria. El Govern y el Consell dicen que vigilan y creo que lo hacen, pero no sé si se estorban. Pasa que hay verdugos que nunca descansan. En otro lugar, Olav intenta expresarse en su castellano materno, sin suerte. La lengua del Imperio es ahora otra, aunque sus blasones parezcan borlas de bisutería, sus territorios un archipiélago ocupado y su corte un clan abducido de bufones deslenguados.


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miércoles, abril 22

Mis Apuntes en La Otra Telaraña.

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martes, abril 21

novedad en puertas abiertas

Se trata de Ricardo Iribarren con dos excelentes relatos que os recomiendo de veras. Todo un descubrimiento.

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lunes, abril 20

la lengua hipodérmica


La Telaraña en El Mundo.




Los hospitales son lugares complejos pero muy simples. En ellos todo está ordenado: sus salas de espera infinita, sus largos pasillos como laberintos, su luz mortecina con el color indefinido de la vigilia, sus quirófanos invisibles, su aire aséptico, su silencio a sed y a insomnio, su cafetería, su capilla, su frío depósito de cadáveres.

Pero intentaré ser comprensivo. Es cierto que la realidad puede gustarnos más o menos –o sernos indiferente- sin que ello influya en nuestras pequeñas singularidades. Sentirse agraviado en exceso, o de forma personal e íntima, por el antojadizo mundo exterior es un problema de inmadurez y debilidad, un mal síntoma que sólo suele alcanzar dimensiones insoportables cuando se tienen en muy alta estima las propias convicciones y en muy baja las de los demás. A fin de cuentas, si a uno no le gustan las cosas siempre puede, supongo, intentar dinamitarlas. Y hasta incluirse a sí mismo en el catálogo irrecuperable de daños colaterales.

Quizá una forma de dinamitar la realidad sea “dinamizarla” con extravagancias y artificios, con fuegos fatuos y representaciones obscenas. El Govern –no sé si Antich o su legión de normalizadores compulsivos- quiere llenar de comisarios lingüísticos los hospitales a la vez que los empieza a vaciar de médicos. No sé yo, pero como paciente avezado y, sobre todo, recurrente, me empiezo a sentir algo más que hipocondríaco.

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domingo, abril 19

Como mi buen amigo Justo Serna ha tenido a bien perpetrar el generoso despilfarro de escribir, entre otros, sobre este blog, me permito repetir aquí la respuesta que le he dejado en sus magníficos Archivos.


Querido Justo. Iba a enviarte un email cuando, quizás, las palabras de Ángel sobre la amistad y la generosidad me han hecho cambiar de parecer y me han obligado, casi, a utilizar esta curiosa ventanilla para trasladarte, antes que nada, mi sincera gratitud por ese auténtico despilfarro de tu tiempo -del tiempo- que supone ocuparse de algunas de mis cosas. No soy humilde, así que te lo digo muy en serio:-)

Iba a hablar sobre blogs, pero sólo hablaré del mío. La Telaraña, como bien apuntas, nació con vocación estrictamente literaria y así se mantuvo durante unos años. Ahora es ya otra cosa. Un lugar silencioso. [Un inciso. Me gusta el silencio. No sé si tiene mucho o poco que ver con la educación o la urbanidad -como alguien apunta más arriba- pero sí que es una forma de respeto, de vigilia, de estar sin molestar, de cercandanza: de proximidad y lejanía simultáneas -el silencio no tiene por qué ser estático y, de hecho, no suele serlo]

Luego –el adverbio es sólo una concesión de estilo- están los contrastes. El columnista siempre ha de simplificar para adaptarse al medio (se supone que de comunicación) para el que trabaja. Esa faceta no es, sin embargo, tan ingrata como pudiera parecer. En realidad, me sirve para opinar sobre lo que no tendría, no ya opinión -¡opinión, qué valor!- sino, ni tan siquiera, un mínimo conocimiento. La actualidad y yo nunca hemos coincidido. Y sigo hablando en serio.

El poeta, sin embargo, nunca simplifica. Tampoco busca el nombre exacto de las cosas. Qué cosas, qué nombres. [Sobre la autoridad de Antonio Machado en literatura mejor callar, por prudencia, o citar sibilinamente a Borges y sonreír después] No todos vemos lo mismo ni, tampoco, lo vemos de la misma manera. ¡Por fortuna! apostillaría aquí si buscara recibir algún aprobado general... pero la nota me importa poco. No vemos las mismas cosas ni las decimos igual porque nuestra insuficiencia -o incapacidad- para nombrar el mundo es la que es: distinta en cada uno de nosotros, pero idéntica, esencial y finalmente, en todos. No hay derrota, sino una hermosa hecatombe. Un naufragio absoluto.

No creo, pues, que las cosas tengan un solo nombre, ni dos ni cien ni mil. Igual no tienen ninguno y no sé -o sí, pero bueno- por qué nos empeñamos en dárselo. [Para mayor inri, sobre las cosas sin nombre, tratará mi próximo poemario... Que no sé si saldrá antes o después del anterior, porque tengo dos en vísperas de imprenta, pero aún así seguirá siendo el último;-)]

Estoy algo fatigado. Algunas dolencias físicas -es decir, anímicas- me hacen desear, más que cualquier otra cosa, una retirada y un buen masaje reparador. [Aquí podría jugar con mis raíces mallorquinas y decir, tan ufano, que lo que necesito es una buena refriega, pero mis raíces no están enterradas en ningún lugar físico y así me va:-)]

Bona Nit.

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sábado, abril 18

autopista al infierno

La respuesta a la pregunta de millón -¿Debe cesar la presidenta Armengol al imputado Gonzalo Aguiar como representante del Consell en la comisión del convenio de carreteras?- en El Mundo.



No. Aunque yo de carreteras entiendo poco y prefiero, por supuesto, abandonarme al elíptico y apasionante tema de los mágicos difusores dobles o triples o quizá más aún, al menos en el caso de este Consell, fruto maduro de la partenogénesis y el extravío. Me refiero a esos ventiladores camuflados que esparcen chorros a propulsión y ritmo inconcebibles y dejan a todos –incluido Fernando Alonso- con un palmo de narices, envueltos en turbulencias y lluvia ácida por aspersión descontrolada, diarrea, flatulencias, migrañas, malestar general, mareo, impotencia, cefalea, halitosis y demás sintomatología de la corrupción al vapor, al trote, a la velocidad del sonido, del rumor, de la luz y la sombra, de la sospecha, de la imputación galopante y del vértigo, la caída total y absoluta. Libre.

Pero tanta velocidad abruma y no da tiempo para tomar otras medidas que no sean las de la estela de la putrefacción. Salvador Dalí sabía bastante sobre el asunto. Las relaciones de Armengol con su entorno -Gonzalo Aguiar o Antoni Pascual, la sombra recurrente de Munar, el tráfico de rotondas y gasolineras, de capitales e influencias, la inmaculada perversión de las autopistas, su diseño azaroso e interesado, el caos selecto de las competencias, la multiplicidad de cargos, la entelequia final de una gestión coherente- son pura megalomanía y exhibición retórica. Un paraíso en llamas.

Su análisis –o su digestión enloquecida- me transportan al viejo film de Buñuel –Un Perro Andaluz- devolviéndome las imágenes retorcidas de un ojo partido por la cuchilla y un filo irregular de sangre, un burro (se supone que catalán) mostrando la elocuencia de la agonía y el espectáculo fascinante de la descomposición, una mano recubierta de hormigas en busca, quizá, de las líneas quebradas de la vida y la muerte. La huida rápida hacia ninguna parte. El éxtasis del vacío.

¿Cesar a alguien? No. El marasmo putrefacto de las administraciones superpuestas y simultáneas convierten la autonomía –no sólo esta, sino todas- en un ejercicio de usurpación y paranoia. Así, el ojo de la Presidenta ya no puede ver más allá de su propio naufragio ni reconocerse al margen de sus aliados coyunturales. Los necesita tanto -para sobrevivir a la soledad y, sobre todo, al desahucio- que sólo le queda hacerse fuerte con ellos y obviar la precariedad de una legislatura que nació en el delirio y ya se ha instalado, definitivamente, en el absurdo.

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viernes, abril 17

la república sin ideas

La Telaraña en El Mundo.



Pasó el 14 de abril, una de esas ilustres fechas en las que la nostalgia, la erudición y la ignorancia se alían, cruelmente, en pos de algún sucedáneo de la realidad, de alguna comparación –en absoluto odiosa, sino inútil- que convierta el recuerdo de la efemérides en la prueba de que alguna vez fuimos mejores. Nada de eso. Siempre fuimos los mismos, con iguales virtudes y defectos, similar carga de incertidumbre y humanidad, de abismo e insuficiencia.

Esto es, con precisión metafórica, lo que sucede cuando no se puede soportar la realidad entera; que se la intenta sustituir, pese al desmayo, por sus fragmentos y figuraciones, por sus iconos y fractales más vistosos. La España real se disuelve en otra, quizá alquímica, y en ese proceso de ebullición destemplada –ideológica, pero sin ideas- nos quedamos sin nada. Es lo que hay. Retales. Efluvios. Nada.

Mientras tanto, los desocupados y turistas de Palma –aunque los primeros les superan- podemos constatar que las vías y plazas se han convertido en un trasiego de bandas folklóricas al abrigo exhibicionista de una identidad que cuanto más se proclama, más se diluye. Los Muy Honorables Antich y Calvo y el Honorable Miquel Nadal –nótese la gradual- presiden el comité de honor de este Festival Mundial de Danzas. El folleto del evento, como la ciudad, asemeja un sarpullido. Da gusto rascarlo y ver, al fin, cómo y cuánto baila. Bailamos.

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lunes, abril 13

el café en cápsulas

La Telaraña en El Mundo.



La vida, como simulación, resulta muy previsible. Una humareda, un efecto óptico y poco más. Así, como en las partidas de póker que las televisiones emiten -entre anuncios de contactos, masajes prostáticos y videos porno-, IB3 y la OCB –la Obra- ofrecerán a su descafeinada audiencia las reuniones que bajo el lema “Un Café por la Lengua” movilizan a los más cafeteros del lugar.

Tengo cierto interés –es un decir- por saber de qué se puede hablar con Jaume Mateu o, incluso, con Antoni Martorell. ¿De sexo, fútbol, quizá de toros? ¿De arte y subvenciones, de política laboral y subvenciones, de nacionalismo y subvenciones? ¿De subvenciones? Habrá que atender al compadreo. Y al proselitismo becario, claro.

No tan claro lo tenemos con los dos pollos gigantes que, ante las elecciones al Parlamento Europeo, han instalado en el Borne para sonrojo de todos y, en especial, de la pareja de leones de piedra que, pese a su imperturbable condición, parecen no poder evitar sino mirárselos de soslayo. Igual llevan hambre atrasada. Pronto empiezan ya las campañas para distraernos del presente a cambio de un algo de futuro. Lo malo es que el futuro viaja en cápsulas y luego resulta difícil descifrar sus mensajes. Quizá por ello, el Consell ha editado un folleto de más de cien páginas con un manual de buenas prácticas sobre el paisaje. A esto sí que se le puede llamar una guía rápida. Y letal, me temo.

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sábado, abril 11

Me detuve en War Games y todavía no he vuelto.

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viernes, abril 10

la biblioteca del olvido

Me he levantado pronto pensando en responder al habitual debate de los sábados en El Mundo. Pero resulta que mañana no sale el periódico a la procesión de los días y así, por lo tanto, tampoco hay debate. Podría haberme devuelto al sueño y a las sábanas pero he preferido la vigilia y aprovechar, distraídas, las horas para releer algunos posts antiguos de este blog intentando encontrar el instante en que abandondé un sistema de comments -cuyo nombre ya no recuerdo- por el actual de Blogger. Con ese cambio desaparecieron infinidad de comentarios y mensajes amigos, quizá las primeras señales de vida en este naufragio compartido. ¿Dónde estarán esos comentarios? ¿Alguien los conserva? ¿Quizá Raúl Ximénez, Luis Amézaga o José Oliver, que fueron de los primeros en dejar aquí sus palabras? No lo sé. Yo ya no los encuentro en los discos duros sucesivos de mi memoria. No los encuentro en las pilas de devedés que acumulo como si alguna vez fuera a releerlos. Vana ilusión. No será así.

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alrededores de la pasión




La Telaraña en El Mundo.


Chirría la cera –sólo un instante, un centelleo, quizá un gruñido y luego nada- sobre el asfalto. Mientras tanto, Palma se llena de cánticos, gemidos y plegarias, de fervor a latigazos y rumor de cadenas, de gente muy seria y de niños expectantes, de encapuchados cargados de sudor y golosinas, de penitentes exhaustos, de cierto tumulto a incienso y ceniza, a procesión lenta y entrecortada –como de tropa solemne, pero decidida: resignada- que me resulta tan familiar y ojerosa como ajena y reveladora.

Pero la Semana de Pasión me permite alejarme de la actualidad –de la liturgia ecuménica de la fe muda en la lengua catalana o del tapete verde donde unos ven campos de golf y otros un cementerio ecológico o la oportunidad única de una recalificación urbanística: así son los tiras y aflojas en el Pacte de Govern- para ocuparme de otros asuntos.

Suena un violín mientras recorro, entre dinosaurios, las páginas de «Stradivarius Rex» de Román Piña. El humor es una rama impagable de la filosofía. Protestar, también. Así, la elección de Ángeles González-Sinde como Ministra de Cultura no le ha hecho gracia a nadie. La libertad de expresión y el libre intercambio de ideas no puede estar en manos de la SGAE. Repaso mi lista de descargas -p2p, mediante- y constato que nunca he pirateado una película española. Ni por error. Y no soy la excepción, sino la regla. Ciclos menstruales, aparte, claro.



PD.
La foto es de ayer desde mi ventana...



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jueves, abril 9

seis años y pico

Aunque, como casi siempre, la fecha intenta pasarme desapercibida al final siempre la acabo descubriendo. Menos mal. Ya son 6 años y pico los que este blog lleva abierto. Quizá este tiempo en la Red equivalga a algo así como a treinta años en la vida real: la vorágine de conocidos virtuales -y reales-, de contactos y conversaciones mantenidas a través del teclado y el monitor, la cantidad de lecturas y comentarios, de discrepancias y opiniones que quedaron ahí en el aire sin más función que ejecutar algún arabesco o rizar el pensamiento, o multiplicarlo, son del todo sorprendentes, enormes, inquietantes. La vida da para mucho más de lo que imaginábamos.


Pero este blog, igual que yo mismo, ha ido cambiando con el paso del tiempo. Empezó siendo, estrictamente, un escritorio virtual [Yo entonces necesitaba, con urgencia, lectores. ¿Será que, ahora, ya no los necesito? En absoluto. Los necesito más, pero de otra manera.] Aquí están, y aún siguen estando, las claves fundacionales -y hasta su desarrollo en vivo y en directo- de algunos de mis primeros libros: Insomnios y Fuera del Tiempo, muy especialmente, pero también la génesis esbozada de Los Pliegues Ocultos y hasta la insinuación de los esquemas preliminares de Alrededores o la mansión de las luciérnagas, Duellum o El Bálsamo de la Indiferencia.


Pero, entre tanto, se me cruzó la posibilidad de escribir en la prensa y esa oportunidad única de no perder contacto con ciertos aspectos de la realidad -suelo ser muy esquivo con algunos lugares comunes- merecía, también, toda mi dedicación y entusiasmo.


Entre esas dos aguas sigo y espero seguir mucho tiempo. Gracias por estar ahí.

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miércoles, abril 8




lunes, abril 6

la realidad alternativa

La Telaraña en El Mundo.



En las barricadas cae, a deshoras, la noche y el aire es siempre denso, marcial y fúnebre. Desde ahí, la OCB ausculta el mundo –desde la mirilla ciega de sus arcas repletas de ardits y croats- y lo encuentra hostil y salvaje. Un territorio a domar. Un pasadizo donde tender sus cadenas humanas –la convocatoria es para el 9 de mayo- y darle, así, lustre a su discurso maniqueo: su subvencionada arenga de funcionarios de la mordaza.

Mientras tanto, Palma será refugio de escritores acosados en su país de origen por su obra o ideas. Como ambos temas dependen, de alguna manera, de la lengua del autor no acabo de entender que el Pen Català y Cort busquen, fuera, lo que les sobra dentro. Estoy por apuntarme a esa cola en pos de un año de acogida. Pero no lo haré. Su tutela sería un suplicio.

Por eso, a veces, me sumerjo en otros territorios. Me llega, vía Internet, el libro La mitad de los cristales, escrito por Luis Amézaga y Adolfo Marchena. En sus textos, a ráfagas, la poesía y la prosa apenas se distinguen: se anudan como en un abrazo y una metáfora. La cópula une, pero también multiplica. No me cuesta creer en ese milagro ni soñar que la cafetería de Álava, donde nace su creación, existe, asimismo, en Palma. No importa el lugar cuando uno se sabe, siempre, en la frontera o más allá: en terreno de nadie. Ese territorio virgen no podrán ocuparlo, jamás, los de siempre. Los bárbaros.

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sábado, abril 4

la inocencia de los gorrillas

La respuesta al debate -¿Cree que los enfrentamientos en el seno del Pacte son un obstáculo para afrontar las crisis económica? - en El Mundo.



No. Y voy en serio. O casi. Rondemos, primero, los entresijos privados del escenario, que ya habrá tiempo de subir o bajar, luego, el telón y recoger el tumulto de la bronca o la indiferencia. La crisis nos sobrevuela sin vernos. Nos deja la lluvia ácida de sus lágrimas de plomo sin siquiera distinguirnos, nos convierte en depositarios de su rosario de calamidades y plagas, convirtiéndonos en comparsas de una serie infinita de operaciones matemáticas y más aún, físicas y químicas, genéticas, tal vez espirituales. Nos asfixia y nos deja su aliento a calumnia con el eco-pretexto de devolvernos al lodo inicial. Contra tanta teología qué podrá hacer nuestro ínfimo, laico y descompuesto gobierno. Nada o muy poco. Disimular el hedor. Mitigar el ridículo. Quizá ni eso.

Pero por partes, que no hay autopsia sin descuartizamiento previo –el simulacro de una sangría- ni diagnóstico sin contradicciones y matices, sin alaridos y silencios, la teatralidad híbrida de los símbolos, los guiños al aire, los envites gestuales al vacío.

Un gobierno autonómico –el que sea- es lo que es y sirve para lo que sirve. Es una prolongación burocrática de todos los males heredados, una máscara tentacular que se quiere próxima y familiar, cómplice de un poder que nace, no recordamos si en un sutil, pero explícito, contrato social -la tribu tiene sus rarezas-, en un remozado revuelto –o alianza- de civilizaciones o en algún que otro malentendido ancestral, étnico y, desde luego, mezquino. La usura del hombre para con el hombre.

Pero llegamos, al fin, a este Govern. ¿Un nido de enfrentamientos y tensión? Sí, pero no sólo eso. ¿Para qué construir un campo de golf en Son Baco cuando tenemos, inmaculado, el Parque de Las Estaciones, repleto ya de hoyos y búnkeres de arena, de calvas de césped y casetas? ¿Para qué ocuparse de algo que no sea repartir subvenciones? No hay nada que ordenar. Antich es más –o antes- que Presidente del Govern, cabeza rectora del Consell Social de la Lengua Catalana e, incluso –por vía interpuesta- de la UIB y de todos los consorcios turísticos posibles. No bromeo. Ahí sí hay consenso. El paro puede esperar. La normalización lingüística, la mendicidad intelectual y la imagen de las Baleares, no. ¡Y la OCB, menos! Para la crisis ya están Obama y Sarkozy, con Zapatero de aparcacoches. Antich, con Nadal, Lladó, Grosske, Barceló o Armengol, sólo llegan a gorrillas airados. ¿Ilustrados? ¡Quia!

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viernes, abril 3

el efecto placebo

La Telaraña en El Mundo.


En ocasiones intentamos ordenar, con rigor, las ideas y rumiar, con parsimonia, los recuerdos e impresiones, pero no siempre. A veces conviene dejar brotar, incontinentes, las imágenes por ver si revelan sus conexiones ocultas y su entramado de caos o inercia, su órbita gravitatoria o azarosa, su torrencial o anémica razón de ser.

Pensé en la primavera, mientras negreaba el cielo, el miércoles –April Fool´s Day en otros lugares-, impedido de acudir a la manifestación contra el azote del catalán en Sanidad. Tenía, qué paradoja, cita con el médico. Y aunque el efecto placebo de unos gritos al aire es siempre útil, también lo es una sobredosis de antibióticos, aunque luego, ahora, la página en blanco me dé fotofobia. La ficción manoseada de los nacionalistas lingüísticos me da otro tipo de espanto y asco. De indiferencia, al fin.

Pensé en Fernández Mallo, finalista del Anagrama de Ensayo y recordé haber sido jurado en la concesión del Premio Cafè Món a su magnífico «Creta Lateral Travelling». Leí sus declaraciones con una sonrisa traviesa. Quizá sus pocas frases, hurtadas al teletipo, no sean muy significativas, pero cuando la poesía sea un producto de consumo masivo la dejaré de lado. Cuestión de paradigmas. Pensé luego en lo que pagó IB3 para emitir la Fórmula I de La Sexta, en catalán, y entre el rugir de los motores y la guerra de los difusores se me fue la sonrisa. Ya volverá.

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