LA TELARAÑA: el escenario en llamas

lunes, marzo 16

el escenario en llamas

La Telaraña en El Mundo.



La realidad merece algo más que un juicio sumarial o un balance administrativo que la cierre. Merece también abrirse al ardor incontable de las especulaciones, al desvarío de la pasión y, sobre todo, a la voluntad individual de hacer las cosas como uno quiera, sin atender a la dictadura de las modas, la corrección y el desfile excrementicio y marcial de la uniformidad. Estoy pensando en “Morgana Teatre”, una compañía a la que no he visto actuar porque apenas les dejan estrenar en Palma. El veto al castellano no lo levanta ni un telón en llamas ni un público hambriento. Sólo hay morfina para el filón nacionalista.

La previsión es que el teatro clásico español acabe reducido a algo marginal. No les negaré que la idea me atrae y seduce. Nuestros clásicos, Galdós, Rojas, Calderón, Zorrilla, Lope o incluso Alfonso Sastre, son aquí –y en todas partes- el mejor y casi el único teatro alternativo posible. Lo demás es extrapolación lingüística o política. Mistificación lorquiana. Cursilería.

En el otro extremo habrá que acabar dando –contra todo pronóstico- la enhorabuena a Cristina Ros por atreverse a ir aseando las paredes de Es Baluard del hedor plúmbeo de la doméstica colección de Pedro Serra. Nos trajo a Kiefer y ahora al fotógrafo Mapplethorpe. Su obra está tan viva como sólo puede estarlo lo que, a la vez, consigue ser discutido y, sobre todo, discutible. Yo no le pido más al arte.

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