LA TELARAÑA: enero 2009

viernes, enero 30

los botones del tiempo

La Telaraña en El Mundo.



Repaso la actualidad como quien observa El Coloso, no sé si de Juliá o de Goya, y bien poco que me importa el autor de sus trazos. El lienzo ya no es sólo figura, sino representación y parodia, metáfora y pretexto para la impostura de los críticos: que si los detalles, las imprecisiones o las proporciones alteradas. La realidad es la que es y sólo la farsa, alrededor, mantiene su énfasis contra el paso del tiempo y la revisión superflua. Hay tanto por revisar como por hacer. Y sin embargo, qué mucho se habla y qué poco se hace.

Ni cien preguntas mal formuladas despejan una incógnita. Zapatero ya sabe qué cuesta un café, pero no la crisis. ¿Aprobará Antich, hoy, el decreto Nadal? Los vecinos de Blanquerna ignoran qué hacer con Grosske. Sobre Corea nadie sabe ni contesta. Son Banya, en bloque, se ha instalado en los juzgados de Palma, pero aquí la trama -con personajes que no sé si son policías, abogados, jueces, paraguayos secuestrados o matriarcas gitanas- sí que busca un autor desesperadamente, pero eso es pedir demasiado. La realidad es la que es.

Sólo nos queda especular con las anécdotas. Nacer ancianos y morir lactantes, por ejemplo, sabiendo que entremedias –como en la historia de Benjamin Button- transcurre la vida. Todos los caminos convergen cuando la cremallera del tiempo cierra sus dientes. No es fácil explicarlo, pero para eso están los efectos especiales. Cómo no.

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lunes, enero 26

geometría de la multitud

La Telaraña en El Mundo.



El orgullo de las minorías es tan estúpido como la prepotencia de las mayorías. “Ben Amics” celebra quince años de “visibilidad”. Enhorabuena. Otros preferiríamos, en cambio, ser invisibles. En ambas facciones, el deseo de autoafirmación revela la misma flaqueza justificativa y el mismo cruel sacrificio del individuo a solas –ese prodigio tan básico- en aras del colectivo y de alguna identidad donde refugiarse. Ah, el paraíso, qué esquivo.

Camilo Cela Conde –a la vera de Monserrat Casas y Antich- afirmó que «hoy todos somos darwinianos, newtonianos y aristotélicos». No sé yo. Tanto personalismo apunta más a un perfil de Facebook que a otra cosa. La vida nos va brindando referencias para que las convirtamos, primero, en dioses y luego en ruinas, en cenizas, en nada. No dudo que Camilo lo sabe, pero su sociabilidad igual es mayor que la mía. No es difícil.

Aún así, la conducta de la multitud es compleja. Uno advierte en su desorden, la tiranía de la geometría, el ardor rectilíneo de la fila en las colas del hastío, la atracción del círculo en las montoneras y el estallido de las nebulosas –o así- cuando llega la diáspora. Siempre llega. Por eso, mientras se proyectaba “Oberts al Mon” me escindí entre la fachada de Cort y el gentío. Sobre el montaje poco diré. Ni emociona ni genera rechazo. Pasa fugaz sin dejar más rastro que algunos aplausos que no llegan a ovación. Es lo que hay.

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viernes, enero 23

la realidad y los símbolos

La Telaraña en El Mundo.



Está la realidad y están los símbolos. Desmenuzarlos no es fácil y puede que tampoco recomendable. El espectáculo del vacío nos horroriza. Es aburrido y monótono. Impropio y estrafalario como una torre de humanos descalzos –los Castellers de Mallorca, por ejemplo- alzándose hacia el cielo de Cort en su versión, en lengua única, de Babel. Siempre se acaban desplomando.

Pero es la hora del recuento. La elocuencia temible de un pastor evangelista, la voz pasmosa de Aretha Franklin y un poema final de Elizabeth Alexander le valieron a Barack Obama para humanizar la fría faz del poder. El poder fascina y hasta muda las palabras, pero el hechizo, por suerte, fue transitorio y no logró hacerme olvidar la noche aciaga de San Sebastián, la que inicié resbalando bajo la lluvia y acabé, en casa, viendo cómo las chicas de IB3 emitían su propio bullicio como si fuera el de todos. No lo era.

Las palabras juegan con nosotros, se introducen en el cerebro como si fueran ideas para, sin serlo, tender puentes colgantes, viscosos hilos donde la realidad se mece como suspendida. Ahora repaso, como un autómata, los nombres de Obama y su vicepresidente, Biden, y la fonética me evoca su envés en las tinieblas, Osama Bin Laden. Igual debería pasarme con los nombres de nuestros pequeños gobernantes, Antich, Munar, Calvo, Armengol o Barceló. Pues no. No me evocan nada de nada. Qué raro.

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lunes, enero 19

la audiencia invisible

La Telaraña en El Mundo.


Hoy hace 200 años que nació Poe. Su carta robada sigue a la vista de todos, aunque no sepamos verla. O quizá sí. Hoy el día pasará de puntillas. La noche, en cambio, amenaza bullicio. Los músicos le cantarán a esos lugares comunes que todos asendereamos, aunque no siempre por gusto. Lo soportaremos sabiendo que si nos leyeran, además, La Carta Fundacional de Hamas, entenderíamos a la perfección cómo y por qué riman tan suavemente el nacionalismo religioso y territorial con el expansionismo de la Federación Llull y el spleen de nuestros fundamentalistas lingüísticos. Es sólo una idea.

Pero hoy es, también, la víspera de Obama. Sus frases a ritmo de gospel enloquecerán a la audiencia, aunque luego el planeta entero tenga que esperar, como suspendido, a que la máquina empiece a rodar. Todo acaba rodando. IB3, por ejemplo, rueda por los suelos de una audiencia manipulada en origen, pero también en tránsito y en destino.

Aún así, la miseria de los audímetros es trivial. Lo intolerable es ver Michael Clayton en Canal 9 y que el peliculón te dure diez minutos merced al monopolio del ente local. Derechos exclusivos, dicen. Por ellos, tuve la flaqueza de sumarles un punto de audiencia ojeando un ridículo debate sobre Memoria Histórica en las Islas entre una ofuscada anciana, un periodista afónico y la oxigenada Pilar Rahola. No tienen remedio. Ni perdón. Ni audiencia.

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viernes, enero 16

teología de la verbena

La Telaraña en El Mundo.


Mientras escribo suena un saxo. La música, irreal, me llega distorsionada. Escribir es apostar entre las infinitas posibilidades combinatorias del lenguaje. Lanzamos los dados y sale un poema, una trilogía reversible o un panfleto. La literatura actual sabe mucho de esos ardides, pero no sé si los recuerda.

Yo tampoco recuerdo cuál es la parada correcta. En la que estoy, los autobuses pasan de largo. No sé si Dios viaja en ellos, si se subirá más adelante o si ya se bajó donde nadie pudiera reconocerlo. No es fácil reconocer a Dios. Si existe, porque toda existencia tiende a camuflarse y confundirse con otras. Y si no existe, porque el propio peso de la palabra Dios –que hasta los ateos se empeñan en evaluar- pesa demasiado como para sólo contener puro vacío.

Pero Palma –aún- no es Londres, Barcelona o Madrid. Tampoco Washington, donde algunos buses llevan por eslogan «¿Por qué creer en Dios? Sé bueno, sólo porque sí». No es un mal lema para estos días de caricaturas e hipérboles. Aquí la fiesta la tenemos con los 30 millones que el CIM –con M de Munar- ya no tiene. O con la pedantería de Grosske y su liturgia laica de cómo diseñar una Revetla. Discurrir de plaza en plaza y de fuego en fuego, no sé si buscando a Dios, San Sebastián o Rosario Flores, más que una lección aristotélica es un esperpento filosófico. La guía ambulante del patetismo.

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lunes, enero 12

la fiebre y los trapos

La Telaraña en El Mundo.



He dejado correr, tranquilos, los primeros días para asistir, al fin, a la guerrilla de las rebajas y su bosque de carteles y porcentajes, con el asombro del que nunca entendió el precio de las cosas y se deja mecer por el bullicio atropellado de su danza, como de nubes de jabón, globos de gas o pompas de humo –disculpen el impresionismo verbal, pero aún no le encontré antídoto a ese efecto secundario- envolviéndonos a todos de Jauja y de aire virgen que resulta ser desecho reciclado de uno de esos contenedores térmicos donde se incuban gripes, toses ácidas y esas ladillas con nombre de bacterias –quizá salmonellas- que nos acaban enviando de visita al hospital, cuando florecen. Tras ese cruel instante lo que antes nos parecía imprescindible se nos antoja, dado su nuevo precio, una vulgaridad ridícula. Cómo duele el desencanto. ¡Y la gramática!

Pero algo falla en este tinglado. IB3 paga millones para emitir el fútbol que vemos –gracias a su insoportable chascarrillo- en La Sexta. Calvo nos cose a impuestos mientras destina cuatrocientos mil euros al AtiarFoc. La cola del paro redobla las esquinas, pero crecen las subvenciones y el café para algunos, las lenguas rosadas relamiéndose -qué placer-, ora ensalivándose de crema o butifarra catalana, ora de cava ampurdanés y de viejos trapos o senyeras a las que jamás osaría prender fuego ni aunque me lo suplicara Joan Lladó. Que empiece él.



Nota. Esta columna tuvo 337 palabras, luego 246 y cuando creía que sólo iban a salir 178, finalmente, han cabido las 236 aquí reproducidas. Tendré que acostumbrarme -tomarle las costuras- al nuevo diseño tipográfico.

Ya lo decía no sé quién: Poda, poda, que siempre sobra... y siempre queda.

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viernes, enero 9

"siete almas"

La Telaraña en El Mundo.




Carme Chacón, disfrazada de seductor simulacro masculino en plena Pascua Militar, me hizo añorar el bombín de Chaplin en su rol de vagabundo. Será que hombres y payasos siempre fuimos de la mano y así seguimos. Qué suerte. Tampoco olvido la sonrisa de Antich tras reunirse con Zapatero, como si este fuera Will Smith en “Seven Pounds”. Siete almas para quince son muy pocas. La larga cola de presidentes menores me evocó otra cola más larga, la del paro. Pero Antich tiene que torear a sus socios de gobierno. Otra cola envenenada.

Asociaciones así, confirman que –a veces- escribo de modo casi automático, sabiendo que resucito recuerdos igual que cadáveres –pero sin rozar el impudor grotesco de Maruja Torres-, que nombro personajes que sólo existen de forma muy marginal y subjetiva, que tecleo con la misma inercia con la que, días atrás, me deshice, primero, del árbol navideño y el pesebre familiar –un milagro, su persistencia- y, luego, hasta de los buenos deseos con la caducidad vencida. Todo cupo, sin apuros, en un cajón de la alacena, igual que cuanto escribo cabe, también, en un único archivo, en un puñado de bytes –u octetos- retorcidos, en una suerte de capítulos encadenados, sí, por la rutina, pero liberados por la curiosidad.

Sucede, pues, que construimos nuestro mundo y le asimos las costuras para advertir que no hay una realidad, sino muchas –aunque se parezcan tanto, qué lástima- y sentimos la urgencia de hallar lugares de encuentro para el vértigo ante tanta visión que hay que compartir como sea. Aquí nacen los problemas. Qué podría compartirse con un sacerdote vasco para quien no todos los crímenes son igual de condenables. Qué con el “no nacionalista, sino independentista” –eso dijo- Carod-Rovira. Qué, en fin, con nuestros nacionalistas de aldea sitiada bajo la lupa marcial de la lengua única. Su saldo ideológico nos devuelve al horror y la nausea, a la lógica perversa de que las víctimas preferidas de unos acaben siendo los escudos humanos de otros. Y viceversa.

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jueves, enero 8

Duellum



Deux guerriers ont couru l'un sur l'autre, leurs armes
Ont éclaboussé l'air de lueurs et de sang.
Ces jeux, ces cliquetis du fer sont les vacarmes
D'une jeunesse en proie à l'amour vagissant.

Les glaives sont brisés! comme notre jeunesse,
Ma chère! Mais les dents, les ongles acérés,
Vengent bientôt l'épée et la dague traîtresse.
— Ô fureur des coeurs mûrs par l'amour ulcérés!

Dans le ravin hanté des chats-pards et des onces
Nos héros, s'étreignant méchamment, ont roulé,
Et leur peau fleurira l'aridité des ronces.

— Ce gouffre, c'est l'enfer, de nos amis peuplé!
Roulons-y sans remords, amazone inhumaine,
Afin d'éterniser l'ardeur de notre haine!


Charles Baudelaire

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lunes, enero 5

el año Darwin

La Telaraña en El Mundo.



Iba a escribir sobre Gaza cuando se me cruzó el senegalés Madiop Sidagne glosando la reunificación de la nación catalana. Iba a escribir sobre Gaza cuando Aina Calvo anunció que la Cabalgata de Reyes será la de Grosske. Iba a escribir sobre Gaza, sobre esa franja donde las campanas anuncian sangre y reparten injusticia compartida, barbarie a la sombra de la orgullosa evolución de las especies -por no hablar de las etnias de los sulfúricos nacionalistas- cuando se me cruzaron otros cables. 2009 es el año de Darwin. La paradoja confirma el derrumbe de cualquier atisbo de fe en el hombre, en la libertad y en la democracia, en el valor clarificador de las ideas. Mientras tanto, los mitos se evaporan y el agua hierve. Ya humea. Pronto no habrá nada al fuego. Sólo pavesas, ascuas, rescoldos. Una fila de sinónimos sin más sentido que la decepción y el desencanto. Palabras muertas, o ni eso.

Pero sigo de rodeo. Lo primero que ha hecho Antich, al clarear el alba del año, ha sido inaugurar la Agencia Tributaria de Baleares. Como les sé, sin excepción, eufóricos y rugientes de felicidad, doblemente admirados por tanta administración superpuesta, no les chafaré el ánimo. Tampoco podría, porque tiendo a confundir los días y las semanas, los meses, los años y hasta los lustros. Cuando confunda las décadas empezaré a pensar en darme de baja. Todo se andará.

Aún así, 2008 nos ha dejado, en Baleares, más apaños, remiendos y dejaciones –el no hacer nada como guía de gobierno- que socavones y tripas al aire parieron -bajo férrea censura informativa- las obras viales en la Barcelona del Tripartito. Hasta GESA, aquí, sigue impertérrita. ¿Y mi anual balance literario? Ya escribí mucho sobre libros y autores, pero también sobre sectas lingüísticas y abusos subvencionados. Ahora la moda es comentar los libros de Obama pero, como no leo manuales de autosugestión, ignoro cuán real es su fábula. Ya se verá. Iba a escribir sobre Gaza pero me despertó la lluvia sobre Palma. Eso lo explica casi todo.

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viernes, enero 2

el peaje



La Telaraña en El Mundo.



Aunque no la agotemos y nos desborde su caudal, podemos comparar la vida a un sinuoso torrente con el mar oscuro al fondo, a un lienzo que no queremos acabar de firmar pero que ya lleva, indeleble, nuestra huella, a un libro, en fin, con las costuras maltrechas que –y esa creencia o temor es contagioso- tiene las páginas contadas. Por suerte ignoramos su número y, en esa inquietud, lo abrimos cada día para reencontrarnos ante una página en blanco, la página vacía que hay que llenar como sea. Eso hacemos. Atravesamos arrecifes y piras, recodos imprevistos y así, capítulos -a veces dunas, precipicios, marjales, nada- a los que llamamos años: los devoramos como caníbales -con hambre y conocimiento atrasado- y los atesoramos porque en ellos está cuanto somos y hasta algo de lo que seremos. Es sólo una sospecha, un interrogante que nos resistimos a cerrar. Vivir es resistir. Resistimos.

Llegó 2009. Bienvenido. Llegó con un segundo de retraso, un segundo eterno donde se escondieron los encapuchados y los pirómanos, los necios ecos tribales de una Diada que quiere ser la verdadera. Vaya por Dios. Ese anhelo no es de este mundo. Llegó acogido por coronas mortuorias a la sombra de Jaume I y un pabellón de estandartes alzando sus cuatro barras a la cárcel del futuro, la danza de unas autoridades rendidas a la esquizofrenia de un conquistador y su masacre étnica. El progresismo es ahora la vuelta al pasado, a la página ya escrita. Muchos borrones les aguardan. ¿Cuánto durará la farsa?

El tiempo crea sus edificaciones a base de sucesivos derrumbes. Que yo prefiera, al hilo cautivo de la cronología, el decadentismo literario de Huysmans y D'Annunzio al de su ilustre discípulo, Llorenç Villalonga, no significa que no entienda la locura del Institut Ramón Llull –y su greña de siglas- de iniciar el año con la enésima traducción de Bearn o La Sala de las Muñecas. La entiendo. Vivir del pasado tiene su peaje. Cuesta reescribir la historia. Cuesta mucho, pero no sirve para nada. Menos mal.

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