LA TELARAÑA: de brindis

viernes, diciembre 26

de brindis

La Telaraña en El Mundo.




Ya pasaron los primeros brindis de cava o champán, las primeras ensoñaciones espirituosas, la fase inicial de unos días marcados por la marea y resaca de los buenos sentimientos atravesando, como proyectiles cargados de vacío, el desequilibrio entre la realidad y el deseo. Así, Antich y su cuota en el gobierno brindaron por la financiación, esa promesa de año nuevo, aún sin cifras. Pura esperanza. UM, sin embargo, dejó atrás las preces astrales de Munar y elevó sus copas por algo similar a setecientos millones de euros. Puro nacionalismo mallorquín. Y el Bloc brindó por el palacete de Matas. Ya son ganas.

Otros, como el IRL, la OCB o el IEB, brindan al aire sólo por la inercia imparable de sus subvenciones al margen de la crisis. Qué crisis. Rafa Nadal empuña su raqueta de oro, sudor y diamantes. Tras él se amustian Douglas y Schiffer y negrean los espectros de Kournikova o De Lucía. Parece que alguien sigue bailando al son de El Canto del Loco. Buen nombre para una velada en el limbo.

Con todo, nos apasiona el reduccionismo y mientras unos, ilustrados, reducen casi todo a Freud o Marx –poco lustre sostiene ya esa magia, esa superstición, esa ciencia forjada sobre la fe en la tautología y la demolición sucesiva: mera anécdota temporal-, otros se dejan llevar por el aldeanismo de lo que llaman lengua y cultura propias, ese oasis teñido de rejas, cadenas y grilletes, que sólo existe cuando desde adentro se irradia niebla espesa, agobio y ceguera. Mal panorama. Será por esa rémora infecciosa que siempre nos estremece de placer –o necesidad- explicar la realidad a base de limarle todas las sombras posibles e idearle asideros, guías transversales, descansillos y líneas de fuga. Salidas urgentes para cuando amenaza naufragio, incendio, derrumbe o expolio. Siniestro total. Ya estamos, pues, divagando -como los primitivos sobre la pizarra glacial de Atapuerca- sobre la grafología de la crisis, que si tiene forma de U, de V o de L. Me temo que la tiene de W. De WC, por supuesto.

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