LA TELARAÑA: noviembre 2008

sábado, noviembre 29

«Match Point»


La pregunta en El Mundo era: ¿Cree que Turismo ha acertado en recuperar a Rafael Nadal como la imagen turística de Baleares en el exterior? Me tocó responder que sí.


Ahora, que está de moda lo transversal, trataré este asunto por peteneras, como si fuera una epidemia. Lo es. Hace unos días, Rafa Nadal, Verdasco, Feliciano y compañía le ofrecieron a Zapatero la última ensaladera de la Copa Davis, la de los calzones del orto y la plata argentina, puro sicoanálisis convertido en parodia futbolera, y poco le ha faltado al Presidente para anunciar la creación del Ministerio de Deportes y así rentabilizar medallas contra las cifras del paro y el desenlace de la usura. Todo a la vez y como por osmosis. Sólo esperamos que, a cambio, desaparezca el Ministerio de Cultura –y, de paso, el CAC, el IEB y tantas otras comisarías lingüísticas o étnicas del extrarradio- para que la dicha sea completa. No caerá esa breva.

Hablaba de una epidemia y una fiebre. Antich llevaba meses tras Rafa Nadal. Lo intentó alcanzar, sin éxito, por los tejados de Wimbledon pero está claro que padece de vértigo –y de su natural parálisis de los sentidos- y necesitaba de alguien con más experiencia funambulesca para esa labor de caza y captura. Un aviador caído del cielo como Miquel Nadal.

El osado Barón Rojo de UM pasea su esforzado rictus como si fuera una sonrisa. Igual lo es, pues no hay dos sonrisas iguales y, además, tiene mérito ser consejero de Turismo en un archipiélago donde la danza sopla según los vientos en las salas de espera del Aeropuerto, en los balnearios mutilados de la Playa de Palma, en los muelles del puerto, en los amarres de los yates y, cómo no, en el ir y venir, tránsfuga, por nuestras enrevesadas carreteras. Semejante reino exige ser observado desde las alturas, para así, desde la lejanía, comprobar que las islas son sólo un espacio cuadriculado, una cartografía salpicada, aquí y allá, de zonas lo suficientemente verdes como para parecer césped, de lugares yermos y grises, similares a la arcilla, de vastas áreas arenosas, como de desierto y oasis, de brumosos conglomerados de cemento, de rotondas de cal, de patios de marès, de sedientas hectáreas de ladrillo rojo. ¡Cuántos campos de tenis no habrá visto Miquel Nadal en los sueños de sus vuelos!

Por eso elegir al número uno del tenis mundial como icono global de una vocación de destino única en lo universal –o algo así- era inevitable e imprescindible. Nadie mejor que el de Manacor para demostrarle al mundo, al fin, que somos bilingües y hasta ambidiestros, aunque no lo parezca.


Etiquetas:

viernes, noviembre 28

los tornados

La Telaraña en El Mundo.



Iba a escribir sobre Juan Goytisolo, pero ya le dediqué unas líneas en los ochenta y, pese a ello, el gran narrador catalán no ha dejado de quejarse de soledad, de ninguneo, de confabulación. El asunto, cuando le han otorgado el Premio Nacional de las Letras, volverá a ser revisitado, pero ya toca, creo, afirmar que si leímos con placer sus libros fue por atracción ideológica y que, ahora, tal perversión del lenguaje nos deja fríos, aunque nos alegre que se premie una obra que ya es pasado compartido. La memoria histórica está de suerte.

La realidad de última generación –ese sueño de domótica, asepsia y transparencia- suele avenirse mal con la realidad que se nos deshace entre las manos, cada día, buscándole sentido al polvo y consistencia al holograma. Todo debiera empezar, naturalmente, con un manuscrito, pero al no ser así, hay que transigir con un ordenador repleto de archivos cifrados y unos documentos encerrados en un sótano, olvidados, obscenos, para intuir la paradoja última del Palma Arena. Nos vendieron un traje a medida y nos lo pusieron. Qué mal nos sientan los harapos. Como el voto de Vicens a los Presupuestos de Antich.

Mientras tanto, los tornados nos rondan como peonzas. Igual el desafiante toro de Calatrava les intimida con sus cajas negras y destempladas. Igual no. Cualquiera sabe las razones de los tornados. Sus columnas verticales, de grises y azules hirsutos, de agua y viento contenidos, no parecen capaces de sostener nada, ni una cúpula de Barceló, ni un paisaje con arco iris de Friedrich, nada, salvo el temor a que, finalmente, desembarquen y conviertan nuestras ciudades en las ruinas que ya fueron o son. Pero quizá haya suerte y nos las recompongan y así dejen cada piedra en su pedestal, en su lugar exacto, y entonces el panorama recobre su luz añeja, su equilibrio perdido, su perfume a lodo primigenio, a crisol donde hierve la vida, ese juego festivo de bacterias y filamentos, de siluetas que buscan su perfil y, a veces, hasta lo encuentran.

Etiquetas:

lunes, noviembre 24

proyecciones

La Telaraña en El Mundo.




No sé si el instante presente existe o si sólo es un pálpito, un lugar de espera, una línea imaginaria, un umbral apretado entre las sombras del pasado y las expectativas del futuro. En los años sesenta, cuando niños, el futuro y sus aledaños se nos aparecían bajo una cifra mágica, el año 2000, y un decorado más o menos ingenuo, un lienzo sicodélico de robots domésticos y viajes interestelares. Aquello era sólo el primer intento de un simulacro y, acaso, de un deseo. Una proyección infantil, un error de cálculo. Más tarde, y ya algo mayores, pero todavía no mucho, el futuro empezó a perder, poco a poco, su rostro amable y a mostrar sus fisuras descarnadas, a confundirse con la claustrofobia, con los libros ardiendo en las hogueras, con la soledad y la asfixia de un planeta arrasado por el hombre y el hambre, por la locura y el vértigo.

Pero el tiempo pasa y el futuro retrocede con la misma parsimonia que empleamos todos, también, en envejecer y mejorar, si es que mejoramos, y ese avance y esa huida son simultáneos y encierran la misma persistencia en contabilizar recuerdos, éxitos y fracasos, la misma en ir dejando para después, para luego, para nunca, el futuro que no llega y al que no llegamos, o sí, pero como por azar y sin aceptarlo, como si el asedio no pudiera acabar nunca porque su fin también acabaría con nosotros. Es posible que así sea, pero tampoco es seguro.

En cualquier caso, ahora, en plena crisis global del sistema, el discurso catastrofista empieza a imaginar hordas de parados enfurecidos en una larga marcha no se sabe a dónde. Quizá por eso, y mientras tanto, algunos hacemos cosas raras. Nos paseamos, por ejemplo, por los alrededores del claustro de Sant Antoniet para escrutar las firmas de los pintores que han tomado, en paz, las inexistentes aceras de la calle San Miguel. Hasta he anotado alguno de sus nombres –Martí Company, Ch. Touré, César Villareal- tan sólo por saber si en esos héroes anónimos está también, aunque sea muy escondido, el futuro.

Etiquetas:

viernes, noviembre 21

ficciones



La Telaraña en El Mundo.




La tierra, como el conocimiento, tiene entrañas: un cúmulo de ruinas, un yacimiento de recuerdos y civilizaciones superpuestas. No, no estoy pensando en Son Espases, sino en la decadencia, en el lento deterioro de todos los mitos. Hoy se estrena Quantum of Solace, la última de James Bond. La vi hace días, en versión subtitulada y a la salud de la SGAE -el devedé del delito no pertenecía a las redes tentaculares y grasientas del canon- y sólo me dejó un alud de persecuciones: a saltos por los tejados de Siena, en coche, lancha, moto y hasta en avión. Mucha velocidad y poco cine, porque 007 no dice dos frases seguidas y nunca abandona el ceño fruncido, el rostro ensangrentado y la mirada en el limbo, como si emulara a Bárbara Galmés o a Antich bajo la cúpula de Barceló. Pero lo más grave es que no hay un villano memorable –no valen el ecologista y el militar corruptos- ni una chica Bond, con un rol de peso, sobre la que discutir un rato. La corrección política no sólo pasa factura al cine catalán de Woody Allen.

Bond siempre fue algo más. Había en su perfil una ironía más allá del bien y el mal, un toque de elegancia surrealista transitando un mar de tópicos sin inmutarse. Había transparencia y un leve poso cultural que pobló nuestro imaginario junto a otras ficciones más o menos fascinantes. Pienso ahora en Enma Bovary, Frankestein, Aureliano Buendía, Nemo, Meursault o Drácula. Si quieren profundizar en el tema lean «Héroes Alfabéticos» (Universidad de Valencia, 2008), del historiador Justo Serna, un afilado estudio sobre ficción y realidad, su iconografía, su roce discontinuo, su huella última en los espejos del tiempo.

Había otra película que pensaba ver pero ya no: El Último Voto, con Kevin Costner en busca de su voto perdido. Aquí ya sabemos lo que vale un voto. Podemos medirlo sólo con ahondar en las razones del pacto –en su ficción primera, en su infierno final- del ex alcalde Lluc Tomàs con el incalificable Joaquín Rabasco. Lo que mal empieza suele acabar… Así.

Etiquetas:

lunes, noviembre 17

Héroes alfabéticos



Hoy acabo de recibir uno de esos libros que, de verdad, me apetece leer. Se trata de Héroes Alfabéticos (con el, para mí, sugerente y hasta nostálgico, subtítulo de Por qué hay que leer novelas) del historiador y, sin embargo, amigo Justo Serna.


He repasado el índice y he recorrido su afilado catálogo de categorías -adúlteros, detectives, fundadores, híbridos, impostores, licántropos, neuróticos y oficinistas, entre muchos otros- con el inusual efecto de sentir que algo se revolvía en mi memoria. No es, desde luego, un mal principio sino todo lo contrario. Un prometedor y hermoso presagio.

Etiquetas:

¿soy vasco?

La Telaraña en El Mundo.




Los eufemismos son reveladores. Llamar navegar a un simple cabotaje de página en página o de ventana en ventana –que en eso consiste abrir el explorador de internet y adentrarse en su abisal galería- es una exageración que, sin embargo, nos ofrece sorpresas muy significativas. En Facebook, ese lugar de moda donde Rafael Nadal tiene trescientos mil fans y Zapatero 4034, por los 3919 amigos de Rajoy y los 523 miembros de la UIB –nótense los sutiles matices- cuelga, a ratos, el pasmoso anuncio de un test que nos garantiza poder confirmar o desmentir –gran cuestión- si de verdad somos vascos y además en qué grado, qué secuencia de ADN nos dibuja, qué grupo haploide –aquí ya me pierdo- nos delimita, qué herencia genealógica o heráldica nos adorna el alma y nos dobla el espinazo, qué parientes genéticos cruzaron necesariamente, alguna vez, sus destinos para concebirnos y, en definitiva, qué insondable enjambre de vencedores y vencidos se nos arremolina en las venas.

Pero hay más, el test –creo que a base de saliva- nos puede llevar aún más lejos y hasta descubrir en nosotros, no sólo el mérito imponente de ser vasco –ya sea de Euskadi o Euskal Herria- sino, en su defecto, el de ser judío, germánico, celta o vikingo. Lo que sea antes de asumir la certeza final, el temor insoportable de sólo ser, simplemente, unos gilipollas integrales a la búsqueda de una identidad cualquiera con la que dar sentido a lo que no lo tiene ni lo necesita.

Lo malo del test es que parece haberse olvidado de la raza de los honderos, que quizá sea la nuestra, digo yo, e incluso -qué poco olfato comercial- de la de los catalanes. Igual nos han incluido, a ambos, en algún grupo de origen impreciso, mestizo y sin entidad propia. Un grupo menor en el que la lengua importa menos que el conocimiento y la identidad es sólo el estigma del nómada. Si es así, que me apunten en ese lugar de todos y de nadie. Sería el único en el que ser lo que se es no precisa justificación alguna. Un segundo paraíso.

Etiquetas:

domingo, noviembre 16

Ayer vi Quantum of Solace.


El guión puede reducirse -siendo generosos- a una persecución a saltos por los tejados de Siena, una en coche, otra en lancha, otra en moto y hasta una en avión. Por lo demás, 007 no dice dos frases seguidas y se pasa toda la película con el ceño fruncido y el rostro ensangrentado. A juego -todo- con las ¿150? ejecuciones, más o menos gratuitas, que lleva a cabo.

Pero lo peor es que por no haber no hay un villano memorable ni, tan siquiera, una chica Bond sobre la que poder discutir un rato.

Etiquetas:

viernes, noviembre 14

el delito

La Telaraña en El Mundo.



De las frases presuntamente brillantes –valga esta como insignificante ejemplo inverso- sólo suele quedar la carbonizada exhibición del pábilo. Un rescoldo oscuro que primero tizna y luego sólo chirría en el recuerdo. O ni eso. Así, la mayor sandez que he oído desde hace tiempo –y no es poco el suplicio de clasificar tantos rebuznos comunes- la expuso el presidente de la OCB, Jaume Mateu, en unas recientes jornadas en el Colegio de Abogados. Dijo –y deseo que la traducción no sea sólo una traición- que «en Mallorca, los autores que escriben en catalán son auténticos defensores de los derechos humanos por el simple hecho de redactar en su propia lengua». Me dan ganas de repetir, una vez y otra, esta sonora elucubración hasta que venza el espacio de esta columna y el absurdo dé paso, al fin, al alivio de la risa. Pero no lo haré y seguiré delinquiendo contra la Humanidad. Qué remedio.

Puede que los derechos humanos estén tan maltrechos que hasta la caverna de Barceló y las botas férreas de los nacionalistas les hacen justicia. Pero todo tiene su haz y su envés. Desde la UIB, Montserrat Casas pide ayuda al Govern para la Facultad de Medicina. Espero que el tema, aún sabiendo que los futuros médicos lucirán un memorable nivel de catalán, se demore. Quizá el aprendizaje de la vida requiera alguna dosis de destierro e independencia larvada. Conviene empezar a equivocarse en tierra ajena sabiendo que el hogar es sólo un punto de partida y un refugio al que, siempre, se acaba volviendo. O no.

Mientras tanto, Bàrbara Galmés y Joan Manuel Tresseras, con Sebastià Alzamora de comisario político, inundarán de libros escogidos los andenes de los metros de Barcelona y Palma. Inundar nuestro metro tiene su peligro, pero es lo de menos. ¿Quién puede leer en esos vagones donde las letras bailan, traqueteadas, como si fuéramos víctimas de un intermitente ataque de epilepsia? Leer exige otro espacio, otra luz y otro silencio. Otro ánimo. Y sobre todo, no confundir cultura con propaganda.



****


Por cierto, estoy preparando un inminente viaje a Berlín, una huida de 4 días al corazón dividido de la Europa del siglo XX.



No espero encontrar allí más ruinas de las que ya conozco (de las que ya me rodean).



Etiquetas:

lunes, noviembre 10

los negros


La Telaraña en El Mundo.



Estos últimos días –primero con sorpresa y luego con incredulidad- he leído mucho sobre la negritud de Obama. Sin embargo, les puedo asegurar que nunca, ni por un instante, lo tuve por negro, que jamás me paré a especular con ese matiz epitelial que, ahora, parece tan trascendente. Yo no creo que Obama sea negro. Ni por asomo. Negro soy yo, y no de nadie sino de mí mismo. Negros son, también, muchos de mis amigos y conocidos. Román Piña es negro. Ramón Aguiló es negro. José Carlos Llop y Cristóbal Serra son negros. Aquí todos somos bastante negros y los que no lo son –o no quieren serlo- se distraen afiliándose a la OCB o a alguna conserjería de integración, higiene lingüística o paridad étnica. Allí pueden hacer de las suyas y dedicarse a lo que más les gusta: la merienda de negros.

Así, por ejemplo, Bárbara Galmés –blanca, casi albina, como las batas blancas de los médicos, otras víctimas de la emulsión de las autonomías- quiere evaluar a los profesores precisando que la nota no será ni una sanción ni un castigo. No sé qué podrá ser. Igual la amenazante cuenta atrás –un repliegue arcaico, un atentado contra la libertad ajena- que sólo puede concluir con un nivel de catalán implantado a la fuerza o con un adiós definitivo a las aulas.

Mientras tanto, en las futuras reuniones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU –una entelequia en la que, pese a todo, queremos seguir creyendo- pueden llover chuzos de punta si al cielo agitado de Miquel Barceló –esa recreación confesa y confusa de las cuevas del Drach- le da por cumplir con las implacables leyes de la gravedad. Mejor no pensarlo o quizá sí. A nuestra diplomacia –la del sonriente Moratinos- le convendría escapar de la escasa altura del betún a la sombra de Sarkozy y dar, de una puñetera vez, el gran golpe de efecto, el de los cuarenta mil kilos de pintura y pigmentos solidificados desplomándose sobre los representantes de la tribu humana. A ver si así recobramos el prestigio perdido y no sé si algo más. Lo que sea.

Etiquetas:

viernes, noviembre 7

el éxtasis



La Telaraña en El Mundo.


Con unos cincuenta y siete mil parados en las listas del INEM, la ciudad –o mejor, las islas al completo- asemejan una instantánea congelada, un lugar excéntrico y perplejo, algo así como un museo de cera al aire libre, un pálpito hipnótico, tenso, distante, inmóvil. Pero, sin embargo, todo se mueve. Salí el miércoles a las calles con el espejismo del optimismo a cuestas. No sé si echarle las culpas de mi estado anímico al haberme desayunado con los magníficos discursos de Obama y McCain –el espectáculo civilizado del patrioterismo en la victoria pero también en la derrota, la fe tribal en unos pocos tópicos y lugares comunes o no tan comunes y, en definitiva, el vértigo ante la imparable ascensión del hijo del azabache y la nieve- o, quizás, a algo mucho menos noticiable. En efecto. A veces conviene levantarse y mirar el mundo como si todo estuviera aún por nacer y pudiéramos mantener intacta la inocencia y hasta darles nombres nuevos a las cosas como si, de verdad, fueran nuevas y desconocidas y no –no todavía- viejas ni gastadas. O malgastadas, que es peor.

Con todo, el éxtasis no puede ser eterno. Nombrar el mundo –ordenar, de algún modo, su caos- requiere destriparlo con la fría precisión de un cirujano y la ardiente pasión de un místico y es ahí, en ese conflicto de temperaturas, donde es fácil extraviarse y confundir los síntomas con los diagnósticos, el remedio con el veneno, la absurda síntesis con las simples evidencias. O el culo con las témporas, que diría el clásico.

Así, a falta de otros planes económicos, de los presupuestos turísticos y las promociones privadas de Miquel Nadal, del rumor larvado en los juzgados y el trasiego de las alianzas parlamentarias, el Govern de Antich no sólo sigue adelante con el acoso lingüístico generalizado, sino que invierte en la obra completa de Pompeu Fabra. Fantástico. También Pere Joan Martorell alienta primicias en las colecciones Paraula de Poeta y Paraula de Narrador. Excelso. Ya no sé qué hacer con mi éxtasis.



****



Apuntes 10 no salió en Luke, pero sí en La Otra Telaraña. Pues eso.

PD. Estoy por dar un premio al primero que me honre con un comentario en ese blog. Es broma, o no...

Etiquetas:

lunes, noviembre 3

lunes y festivo

La Telaraña en El Mundo.



La semana tiene sus días mejores y sus días peores. Uno acaba reconociéndolos, mal que le pese, porque la rutina y la inercia nos acaban sometiendo, con el paso del tiempo, a un acordeón estridente de hábitos y pequeñas repeticiones que sólo revelan su auténtica dimensión y su oculto sentido cuando, inesperadamente, se quiebran o los quebramos. Hoy es lunes y, además, festivo. Algunos se habrán levantado con la resaca de Halloween –su guiño de horror y pesadilla, su danza festiva con los muertos o mejor aún, con su maquillada parodia cinematográfica- mientras otros, sin embargo, intentarán desprenderse de la tristeza y el recogimiento –a veces, hasta la soledad se palpa- que casi siempre acarrea el aroma añejo a cera y flores, a humedad y desamparo, de Todos Los Santos o Todos Los Muertos. El nombre es lo de menos.

Hoy es lunes y, además, festivo. Algunos lamentarán el trabajo perdido, la quiebra de la empresa, la suspensión de pagos, la lista interminable de facturas pendientes –amontonándose en un rincón oscuro y frío, en una esquina vencida por la decrepitud o la falta de esperanzas- mientras otros sólo se lamentarán del silencio en las calles, ese espectro vacío y pálido, huido y huidizo, en que se convierte Palma, una y otra vez, cuando el calendario tiñe de rojo sus cifras, sin más motivo que cumplir su expediente, su función, su paso calculado y, muchas veces, absurdo.

En días así –hoy es lunes y, además, festivo- lo mejor es dejar que todo se extinga lentamente, el resplandor del gozo y también sus sombras, el análisis del dolor y también el de la alegría, el eco enmarañado de los pensamientos y hasta el eterno desfase entre la realidad y el deseo. Mañana será otro día. Quizá Obama sea ya presidente, quizá Francesc Antich convoque nuevas elecciones, quizá María Antonia Munar deje de estar por sobre su propio entramado y, entonces, el reino de la sospecha se desplome, al fin, sobre nosotros. Pero eso ya será mañana, porque hoy sólo es lunes y, además, festivo.

Etiquetas: