LA TELARAÑA: octubre 2008

viernes, octubre 31

el futuro

La Telaraña en El Mundo.



Desde que trabajo ante un monitor panorámico de 22 pulgadas tengo la impresión de que el mundo se ha vuelto enorme mientras que las palabras aparentan ser mucho más pequeñas. Pero sólo es un efecto óptico, un FX, un guiño de la lente al ojo, un giro de la cámara, un vuelco lógico de la razón. Nada importante. Vale que, ahora, me cuesta más que nunca rellenar de palabras la pantalla, es cierto, pero cuando lo consigo, constato que su número no ha variado, que las mismas sílabas de antes colman la página de luz y la desbordan. Será que no importa la luz y sí las sombras, los márgenes, el lugar selecto donde la verdad se oculta a los necios y se burla de ellos. Quién lo diría.

Ya sabíamos que el futuro estaba en los clones –el futuro siempre se parece, sospechosamente, al pasado- o quizá más allá, en la mutación de las formas, en su inserción bajo pretexto artístico o científico -¿vale, también, político?-, en su laberinto de esquejes pugnando, primero, por brotar y luego por desgajarse del tronco común. Quizá sea ley de vida o, en su defecto, vicio parlamentario. El gobierno de Antich echa cuentas sin que le cuadren. Se les ha colado un número con el formato erróneo. Le llaman Vicens, como podrían llamarle Nadal o Munar o, en definitiva, UM. Las mutaciones se esconden en los pliegues más ínfimos, en las cloacas más subterráneas.

Vuelvo a los clones y las mutaciones. Una mujer zancuda con un solo pecho –coronado por un estilete- saca a pasear a su perro. El animal tiene un buen culo y un hermoso pimiento de Padrón por cabeza. El lugar es La Misericordia y hablo de una escultura. Ahí me quedé pensando en otros injertos del celuloide, los de Babylon o Wanted -espléndida Angeline Jolie, ambigua y seductora-, pero también en el australiano Stelarc y su oreja implantada en el antebrazo. No sé qué tiene eso que ver con el doctor Ramón Llull ni con sus células madres. Desde que trabajo ante un monitor panorámico el mundo se me ha vuelto enorme, pero muy dúctil. Como un Cyborg.

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lunes, octubre 27

los firmantes



La Telaraña en El Mundo.



La actualidad tiene sus temas estrellas, su firmamento de aguas díscolas que, de repente, brotan como géiseres y luego desaparecen en un olvido que tiene mucho de aparente y poco de real. O viceversa. No recuerdo, por ejemplo, qué se hizo del famoso punto de Gräfenberg, de su difusa ubicación territorial, de su nerviosa composición, de su aura de placer y orgasmo, de sucedáneo prostático, de lugar común donde tantear el milagro del temblor y la vida. Tampoco debe acordarse Zapatero que –plantado por el G-5, el G-8 y hasta el G-20- anda recorriendo medio mundo en busca de ese punto –llamémosle ahora por su nombre: el Punto G- como si su hallazgo nos valiera la salvación económica, el respeto del mundo y no, en cambio, la simple confirmación de que el desfile marcial de las horas muertas en los círculos cerrados del poder y la demagogia, ese club de ombligo tan selecto, es, este sí, aquel también, un incontestable coñazo.

En realidad, casi todo es un coñazo o algo peor. El punto “cat” es puro hastío. Nuestra privacidad en manos de Larry Page, una entelequia. Asociarse con UM o ser conseller, tareas suicidas. Cardona reitera su inocencia “porque no podía leer todo lo que firmaba” (sic). Yo le creo. Leerse esos contratos de letra menuda y arenas movedizas nunca fue de su incumbencia. El sólo tenía que firmar, como el autor de culto cuando su esforzado “negro” le entrega la obra con la que taladrar la posteridad. Quién sabe. El mundo es un lugar complejo donde sobran injusticia e ingratitud. Y cómo no, cuánto cinismo.

Con todo, ayer tuve un rato de fugaz alegría. Mi seguro médico me informó de que gracias a la Ley Orgánica 3/2007, sobre igualdad efectiva entre hombres y mujeres, me actualizaba la cuota mensual para no discriminarme por motivo de embarazo o parto. El desencanto me sobrevino al constatar que, aún así, la cuota del año próximo será superior a la de este. Ah, cómo disfrutaré si por un casual me quedo embarazado. Ah, cuánto añoro los tiempos gloriosos de IMECO.

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sábado, octubre 25

Más, muchos más videos en Literarte. En alguno apenas se me entiende, pero eso le añade enigma al asunto. O algo así.




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viernes, octubre 24

acercando orillas



Antonio Rigo, Jorge Espina, Verónica García, el de los papeles, Inés Matute y Ricardo Hernández Bravo.


Tito Expósito con Antonio Rigo y el novelista Joaquín Lloréns a la escucha.




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La Telaraña en El Mundo.



La fe de Antich



La sombra de los fiscales sobrevolando, con sus velos de plomo, el Parlament no era el escenario ideal para discurrir sobre el estado de la comunidad. ¿Cuál estado? ¿Cuál comunidad? Es difícil ordenar el caos y aún más buscarle una lógica y luego alguna salida. Por eso no extraña que Antich -en su asfixia: el aliento de Munar a su espalda- apelara al “orgullo de país” -¿cuál país?- para afrontar los estragos de la crisis. Iba, ahora, a preguntar qué crisis, por darle estilo a la columna pero, esta vez, me temo que no procede. Mal andamos o ni eso. Tal vez sólo desfilamos rudamente, con el uniforme y el paso cambiados, igual que un menguado grupo de estudiantes a los que acabo de ver cruzar las Ramblas sin más seña de identidad que un par de banderolas rojas –con su rutilante hoz y su sufrido martillo, eso sí- y un puñado de “estelades” al viento. Será que no tienen más presente ni mejor futuro que el STEI-i. Qué horror. Estos chicos tienen un serio problema.

Pero no sólo lo tienen ellos. También nosotros. Las palabras de Antich -prófugas, en ocasiones, de sentido- acabaron, sin embargo, invocando una nueva forma de crecer con la que sustituir la economía especulativa. No sé qué caminos, cuáles, conducen de la ruina a la fe, ni viceversa. Y ante tanta inacción me quedo, mientras tanto, con el verso de Eliot: “El tiempo no cura nada. El paciente ya se ha ido”.

A los estudiantes no les gusta el Pacto de Bolonia ni que se endurezca la selectividad. Es muy lógico. Los estudiantes quieren aprender a su aire, sin la traba de la administración, los filtros de la burocracia y el angosto resquicio que la competencia de la masificación les deja, apenas, entreabierto. Hay poco que ver a su través y menos cuando se sabe lo fácil que es asociarse con empresas fantasmas o, incluso, comprar un título académico de pega y convertirse, sin pudor alguno, en cirujano, historiador, químico o, mejor aún, en alquimista. De ahí al claustro de la UIB hay sólo un paso. Aunque que sea en falso.

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miércoles, octubre 22

agenda para el jueves

Octubre 23, 20 h. III encuentro Acercando Orillas: Inés Matute, Juan Planas, Jorge Espina, Antonio Rigo, Verónica García, Ricardo Hernández Bravo y Albert Herranz. En Literanta (Llibres i Cafè, C. Can Fortuny, 4A). Palma de Mallorca.


Mi presencia tiene que ver con la próxima publicación -2009- en Baile del Sol de mi libro Resumen del Cuerpo. Me han enviado un pdf del evento. Os lo dejo aquí.

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lunes, octubre 20

mi capitán



La Telaraña en El Mundo.


 

Un antepasado, con mi mismo nombre, surcó los mares como capitán de la goleta «Virgen del Mar (aquí viene algo ilegible) Palma». Lo único que tengo suyo es un grabado del navío sobre un agua azul y nerviosa, una luna en cuarto creciente y una fecha, el 21 de agosto de un año que no se cita. ¿Por qué no se cita el año? Es un dilema al que no le he hallado más solución que la obvia, que no importa el año y que el tiempo que intenta capturar el autor de la marina –un tal Roberts, según la firma- ha sido siempre el mismo tiempo, el de mi infancia cuando inquiría a mi padre por ese oficial de fábula y, juntos, le suponíamos mil gestas, y también el de ahora, cuando escruto el paisaje y siento un peso enorme y silencioso ante esa mar azul, ese velero inmóvil, esa luna oblicua, encogida y blanca, muy blanca.

 Así las cosas, y aunque nada sé de mi ilustre ancestro, sí me gusta lo que de él imagino. Igual no soy muy congruente con la memoria histórica, pero paciencia. Seguro que podría enviarle noticia del asunto al juez Garzón y ver si su señoría le encuentra la fosa y también la seña, el adjetivo de mártir o verdugo, la máscara de genocida, pirata o traficante de especias en algún mar austral. No lo haré porque hay enigmas y mitos que más vale no mutilar con prosaicas relecturas.

 La gente anda escindida. Suele ocurrir siempre, pero más cuando el presente –ese lugar inexacto y fugaz- no colma las esperanzas. Quizás habría que revisar, antes, qué genera conflictos entre la realidad y el deseo y, luego, por qué lo hace y cuándo y cómo, pero ese no es el tema de estas líneas. Así, mientras unos miran al pasado, otros lo hacen hacia el futuro sabiendo que es difícil elegir entre dos ficciones. Toca espabilar y si en la UIB esterilizan ensaimadas, mientras la OCB propone una sanidad lingüísticamente pura, el gobierno de Antich ya tarda en poner manos a la obra a los 80.000 parados que se vaticinan en la noble tarea de desbrozar la tierra en busca del buen republicano, ese tesoro.

 

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viernes, octubre 17

el esperpento



La Telaraña en El Mundo.



El esperpento –nada que ver, aquí y ahora, con Valle-Inclán, Quevedo o algunas pinceladas de Goya- tiene una resbaladiza y sombría tradición entre nosotros. Tengo pruebas, pero no sé cómo mostrarlas sin seguirles el juego –siquiera un lance más, otra suerte de propina emboscada- a los sectarios que sustentan su alboroto, que lo alimentan y luego nos lo arrojan a la cara como si se tratase de una cruz desaparecida o de unos cadáveres sin honra, del caos que empieza en la garganta y acaba nublando el cerebro, del estruendo de una ristra de latas anunciando el paso de un cortejo –nupcial o fúnebre o ambas cosas- recorriendo, sin luces ni brújula, la ciudad desierta y huérfana en sus horas más muertas.

 Francina Armengol y Joana Lluïsa Mascaró –y su séquito, la metralla del CIM- han conseguido superarse y si los Premios Mallorca a la creación literaria nacieron como pretexto para lucir la ortopedia de algún político –en especial de Munar- ahora son el más logrado de nuestros esperpentos domésticos. Han conseguido rebajar la creación artística al claustro vicioso de un par de guetos, la literatura en catalán y la escrita por mujeres. Yo sé poco de géneros y nada –absolutamente nada- del sexo de los autores que admiro, de las líneas que venero, de los versos que me rondan, de las estrofas que me estremecen cuando la larga vigilia o el breve sueño empiezan a vencerme. Pero todo eso ya no importa. ¿Cómo podríamos perseverar en el morbo?

 Podríamos, acaso, visionar los últimos engendros de Garci y Cuerda –“Sangre de mayo” y “Los girasoles ciegos”- por citar dos maneras opuestas y, así, idénticas en su voluntad de desbocar, grotescamente, los absurdos de la memoria hasta rimarlos con alguna que otra parcela interesada de la realidad, ese misterio al que tanto le duele la manipulación. Podríamos, también, tragarnos alguna tertulia de IB3 o de [M]. Podríamos, en fin, no hacer nada y obviar, hastiados, su rumor a alcantarilla, a desagüe, a sumidero. Lástima de sinónimos malgastados.

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lunes, octubre 13

literaturas




La Telaraña en El Mundo.




Días atrás recorrí Palma -alguno de sus polígonos industriales empapados de sol y lluvia, alguna de sus plazas repletas de niños y arena, alguno de sus bares encrespados de sudor y aceite, alguna de sus míseras zonas verdes, mitad pintura sobre asfalto, mitad la incierta esperanza de los esquejes- absolutamente enfrascado en la lectura de los versos del último libro de Antonio Rigo: «Poemas del bosque y de la lluvia» (Baile del Sol. Tenerife, 2008). Sólo recuerdo que casi me atropellaron un par de veces –frenadas chirriantes, bocinazos, improperios varios- mientras asistía a la lenta transformación de un hombre en árbol -que de eso trata el poemario- y a la milagrosa conversión de la urbe en una jungla metálica donde el único artificio capaz de calmarla era esa lectura peligrosa y salteada, perfecta en su destino de ofrecer un refugio contra el agobio de la tribu o más aún, el laminado reflejo de una verdad antigua que ya no está al alcance de todos.

Mientras tanto, a JMG Le Clézio –sobre el que no hablaré, porque apenas leo novela, ese oasis de los grafómanos- le concedían el Nobel de Literatura. Sus primeras palabras versaron sobre las dificultades de los jóvenes para que les publiquen. Tiene razón y no la tiene. Aquí en las islas se edita todo lo que se escribe en catalán y muy poco de lo que se hace en castellano. La culpa es de las subvenciones –adobadas con la ingenua lacra de la autoedición, ese amor oscuro, su doble usura- y de la política lingüística, la inmersión y el ahogo, el vacío cultural, el gulag, el apartheid, la ética del verdugo y el ritual de las mazmorras. Por eso Rigo, como Inés Matute o Jorge Espina, han recalado en Canarias. No queda tan lejos ni hay barcos de rejilla.

A falta de más libros podemos, eso sí, examinar el catálogo de testaferros, las cajas de facturas falsas, las órdenes de embargo o el largo y tortuoso camino hasta Son Oms. Con toda esa literatura bien podría empapelarse Es Baluard y hasta la Playa de Palma. Quedarían relucientes.

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viernes, octubre 10

como complemento a un post de Ángel Duarte






paranormales

La Telaraña en El Mundo.



Por no hablar de la caja fuerte de Ordinas –nada que ver con la de Munar- ni de Cardona ni de los millones que Bàrbara Galmés usará para educar a los niños extranjeros en catalán, esa melodía monódica, escribiré sobre otros fenómenos paranormales. Corren tiempos extraños en los que el calentamiento global y la contaminación complican mucho los análisis. En ciclismo, por ejemplo, Armstrong, Vinokourov y Alcalá planean volver a las carreteras. Debieran sumarse Merckx, Indurain, Delgado y hasta Bahamontes o Timoner. Ese Tour no tendría precio.

El sexo es otro lugar de conflicto. La Universidad del País Vasco –ahí hay mucho experto político en las filigranas del ADN- ha detectado que proliferan los peces bisexuales y los mejillones hermafroditas. A ver si la UIB estudia si algo similar acaece con los humanos. Tengo mis sospechas. Los robots, de momento, tampoco se libran. Así una voz muda y atormentada recorre el bucle infinito de los hilos de cobre o las autopistas del aire para acabar resonando, una vez y otra, en mi teléfono y en el de otros muchos usuarios sin que sepamos qué busca, si una presa, una vulnerabilidad o el eco de una voz amiga con la que poder, al fin, entenderse, dialogar, comunicarse. Pero eso no sucede.

Suena el teléfono y -mientras vemos los dígitos de siempre, 917719500- lo dejamos sonar sin inmutarnos o, ya hartos, lo descolgamos por ver si esta vez -oh, milagro- hay alguien al otro lado, pero no, sólo nos atiende un breve silencio, el no-sonido, apocado y tenso, de una conexión que se corta sin dejar huella. Es el llamado “spam” telefónico en la más inútil de sus versiones, la ausencia total de mensaje, la no-publicidad, la molestia aleatoria que, según Google, se atribuye a un robot fuera de control de un centro de llamadas de Jazztel. Puede ser. Pero no sé qué quieren vender a la hora de la siesta o a las primeras luces del alba, en la hora violeta y, siempre, cuando menos procede. Esto sí que es acoso de género, y sin sexo. Qué anacronismo.



PD.- La primera frase del pdf no es mía... se ve que hoy sobraba espacio.

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lunes, octubre 6

el dilema

La Telaraña en El Mundo.



Es poética la palabra cuando es precisa, pero más lo es cuando sólo sugiere. Ahora ya puedo empezar. Hay que tener alma de pirómano o de bombero camuflado –que no es lo mismo- para andar otorgando, como hizo Solbes, garantías virtuales sobre nuestros ahorros. ¿Qué ahorros? Quizá la fe mueva cerros, pero nunca se dijo nada sobre su vigencia como aval bancario. Por eso, como otros ciudadanos perplejos, busqué por la Red los credit default swaps –primas de riesgo bancario- de nuestros principales bancos. Lo cierto es que parecen, de momento, gozar de buena salud. El dato alivia, alegra y, a la vez, mortifica, porque sabemos quienes sustentan todo su negocio. Sarna con gusto. O algo así.

Mientras tanto, Antich sigue a la caza de socios para sus eurorregiones, esa pijadita de moda que ahora nos aproxima a Cataluña, Córcega o Cerdeña, luego a Andorra, quizás a Aragón y quién sabe a quién más adelante. Todo es cuestión de proponérselo y asociarse sin remilgos y, siempre, con los pretextos más peregrinos, la empatía de la lengua, la sinergia del turismo, el inagotable abrevadero cultural del Mediterráneo, la sombra épica y asombrosa de la Catedral sobre el Guadalquivir, lo que sea. Micropolítica en vez de política, aldeanismo en lugar de globalización. El mundo al revés o el despilfarro de la lógica, esa cortesana coqueta y antojadiza. Tampoco es nada nuevo.

Lo peor es no saber si, a estas alturas, todo puede valer –incluido el operístico trasiego en los juzgados, esa fábula de la que deseamos, realmente, una ejemplar operación de higiene pública- para disimular que el que debiera ser su principal socio, el gobierno central de Zapatero, no lo sea ni de lejos o que sus actuales pactos acarreen servidumbres tan aciagas como el peaje siniestro de UM. Aquí el dilema es si Antich debe seguir resistiendo, como tahúr entre naipes, espadas y flores, o si le convendría hacer lo que el griego Arquíloco: arrojar las armas y rendirse a tiempo de preservar -¿aún intacto?- el orgullo.

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viernes, octubre 3

Novedad en los Digitales, Miguel Veyrat

Como regalo muy especial os dejo en Los Digitales el Capítulo 8 del libro Instrucciones para Amanecer de Miguel Veyrat. Imprescindible.

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las croquetas



La Telaraña en El Mundo.




Parece que a Bibiana Aído le ha molestado –como a otra mucha gente- que unas vulgares croquetas bien hechas –las protagonistas involuntarias de una cuña radiofónica sobre las Letras del Tesoro, nada menos- puedan sustentar y hasta justificar un matrimonio. No sé yo. El filo imaginario de la balanza en la que se columpia la estabilidad de una pareja es un lugar inverosímil y nebuloso, repleto de guiños y complicidades que, además, tienden a camuflarse en un lenguaje íntimo y particular que, por intraducible y surrealista, solo puede valorarse desde el interior mismo de la pareja. Todo el mundo sabe –o debiera- que si algo funciona lo mejor es no tocarlo.

Mientras tanto, Baleares eleva su número de divorcios por encima de la media española. Aquí la estadística nos aclara muy pocas cosas. Hay situaciones insostenibles que exigen la rápida intervención de un cirujano, un trasplante inmediato, una transfusión, un vaciado de cerebro, quizá unas vacaciones en el limbo –o en el paraíso o, qué sé yo, si en el infierno- y no hay nada malo, sino reparador y ansiolítico, en soluciones tan drásticas. Yo mismo me separo con frecuencia de mí mismo, me divorcio, me destierro, me impongo largas temporadas sin poder acercarme a mi sombra, me convierto en otro y me dejo acunar por el instinto. Al final siempre regreso y me reconcilio conmigo mismo. Entonces me preparo, tal vez, unas croquetas. O dejo, mucho mejor, que me las preparen. Hay placeres que sólo lo son cuando repiten.

Lo más demoledor y coreado en la prensa –en la local y en la nacional- sobre el asunto de la corrupción en el Consorcio para el Desarrollo Económico de Baleares –tantas mayúsculas juntas sólo auguran lo peor- es la unanimidad en darle a Isabel Rosselló el solemne tratamiento de esposa de Antònia Ordinas y no, nunca, al revés. No iré más lejos ni sacaré conclusión alguna. Quizá a Antònia le pirraban las croquetas de Isabel y a Isabel los flujos económicos de Antònia. O viceversa. Nunca lo sabremos. O eso espero.

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