LA TELARAÑA: el año Armengol

viernes, julio 18

el año Armengol

La Telaraña en El Mundo.




No sé qué tendrá el poder –salvo el sueldo y la tentación del lado oscuro de la trama- que siempre convierte a sus huéspedes en clones, en seres invadidos por alguna suerte idéntica de infección: la falta de autocrítica, el triunfalismo, la tozuda ceguera ante una realidad aún más tozuda, si cabe, que ellos, la perseverancia en el error, la pose artificial, las declaraciones vacuas y el plano fijo de las ideas bailando en un traje de cifras donde todo son sietes y balanzas fiscales, la absurda contabilidad de los sentimientos colectivos y hasta los agravios territoriales. Un sarpullido indescifrable.

El CIM ha cumplido su aniversario bajo el manto abigarrado del Pacte y se ha subido a una de las breves colinas de Palma para refugiarse en su castillo urbano y celebrarlo según los cánones. Fotógrafos, música, viandas, parlamentos. No había mucho que celebrar, cierto, pero tiene su mérito que la sombra dilatada y persistente de Munar no haya arruinado por completo la sonrisa joven y carnal de una Francina Armengol que lleva, exactamente, todo ese tiempo, intentando transformar el Consell en algo más que en una máquina expendedora de subvenciones. No lo ha logrado pero, al menos, puede presumir de que los planes de normalización lingüística sean el objetivo único y perenne de la gestión cultural isleña. Es lo que tiene tener a Joana Lluïsa Mascaró –y a su sonrisa, sobre la que callaré para no herir susceptibilidades- tan a mano. Todo se simplifica tanto que tiende a desaparecer y desaparece.

Los que persisten son los críticos locales para con el Manifiesto sobre la Lengua Común. El tema ya aburre, porque no cuadra que gente tan leída de sí misma no conciba que el texto trata sobre la igualdad de derechos individuales de los ciudadanos respecto a la lengua de todos, que no es la única, ni quiere serlo. Mas poco importa. Su «catalán para todos» y su exclusividad lingüística son sólo síntomas inexcusables de que no corren buenos tiempos para la libertad. Ya lo sabíamos.

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