los incurables
Es cierto que todo tiene sus límites y que vivimos enjaulados entre líneas que se cruzan en el espacio indeterminado -pura cuadrícula- donde todo aparenta estar en orden y quizá lo esté o quizá no, porque no sabemos quién dibuja los laberintos, sus muros retorcidos de cal o sangre o sólo de aire, ni si esas barreras son las de siempre o son otras y alguien las redibuja cada noche, burlándose de nuestros sueños y deseos, de nuestro dejar pasar las cosas como si pasaran sólo ellas y no nosotros.
Todos nos pasamos de la raya. Una empresa, sita en el aula de Ingeniería Alimentaria de la UIB –he de visitar ese lugar antes de que estalle- busca deleitarnos con extracto espirituoso de medusas. Bibiana Aído se postula contra el velo islámico en las mujeres porque los hombres no lo llevan y la igualdad, ya se sabe, consiste en que todos -y todas- lleven lo mismo, un velo, una falda céltica, un frac, una chilaba, una kufia o un sombrero de copa, qué más da. Luego están los incurables. En la web del Lobby para la Independencia se califica a España de “bufa, pèrfida i arrogant” y se jalea el descaro de Puig, Sostres o Urkullu. Me cuentan –y me lo creo: cosas así definen una televisión- que Jaume Sastre departió en IB3 sobre inmigración y xenofobia. Es un experto, aunque más lo es Ibarretxe, que sí sabe donde están las leyes, las dianas y las capuchas y por eso las maneja a su antojo. Su plan, más que el mapa de una ruta de brumas, es una enorme necrópolis de cruces quebradas por la muerte, la extorsión, el cinismo y la ignominia.
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