LA TELARAÑA: santa pasión

viernes, marzo 21

santa pasión



La Telaraña en El Mundo.



Chirria la cera sobre el asfalto igual que la UIB –que cumple 30 años- despliega sus mejores galas para convencernos de su historia, de su futuro y hasta de su existencia. Casas y Mesquida ya tienen en qué ocupar su tiempo. Por lo demás, Palma vive su Semana Santa de forma tranquila. Aquí la pasión prende sobre otras ascuas y sólo cuando conviene.

Harían falta muchas más horas de estudio de Filosofía y, en concreto, de Historia de las Religiones, de su extraña pero biológica conexión con la realidad, para no hacerse cruces de espanto ante el espectáculo fascinante de algunos penitentes a los que les diluvia un aguacero de sangre en el costado, en la frente, en la espalda, en los tobillos. La imagen es común tanto a nuestras contenidas procesiones como a las enfebrecidas flagelaciones de los musulmanes chiíes, por ejemplo, en las calles rojas de Calcuta cuando la celebración de la Ashura. He escrito fascinante –con algo de temor al despilfarro o a la tibieza, pero no- porque el dolor, aunque sea a través del rechazo, nos fascina desde siempre con su compañía intermitente y lujuriosa. Y si no fascina sí que, al menos, conmociona, hiere, repele o abruma. No es poco.

La penitencia, cuando no es íntima y solitaria, se convierte en una manifestación de exhibicionismo tribal. De eso sabemos mucho por aquí. Andan ahora los náufragos nacionalistas de la extinta Unitat, como los del vacilante y disperso Bloc, con su liturgia tórrida de escaños y lianas, de patrias y banderas, de lenguas comunes y propias y ajenas, dándole a los entresijos de unas elecciones que les condenan –pese a la discriminación positiva de una ley electoral que debe reformarse con urgencia- a un ostracismo que no es el de los justos sino el de los alienados por un dios menor, étnico y pintoresco como un becerro de oro. Es la servidumbre de querer adorar cualquier cosa a cualquier precio, que produce incontinencia. Así en Sant Cugat acaban de proclamar la independencia de Kosovo. Qué derroche de pasión.

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