LA TELARAÑA: febrero 2008

viernes, febrero 29

chiquilicuatres

La Telaraña en El Mundo.




Me interesan las ideas, esos veneros donde el lenguaje se deshace y la realidad se transparenta y, al fin, las palabras y las cosas ocupan el mismo lugar sin estorbarse y hasta parecen hechas de substancias complementarias que no precisan de identidades, porque no hay nada que identificar y el misterio se reproduce sin más merma que nuestra incapacidad de entender sobre iluminaciones. Nos duele hasta rondar sus cercanías. Será por eso que las convertimos en ideales, que es una manera arrojadiza de anticipar mazmorras y verdugos y víctimas. Aquí el aliento de la intolerancia es su saldo de daños colaterales. Pueden preguntar a María San Gil, a Dolors Nadal, a Rosa Díez y a Fernández de la Vega, porque ellas han tenido, estos días, que vérselas con el fascismo en las universidades, en los mercados del saber, en las aulas que nos acompañarán, aunque no queramos, la vida entera.

Otro con problemas, aunque menores, es Javier Bardem. Dedicarle su Oscar a España no sale gratis en este país de viejos con la desmemoria afilada. Los nacionalistas ya le saltaron al cuello acusándole de españolista. Obviaré la sandez y pasaré a la anécdota. El flequillo del psicópata Anton Chigurh –Bardem- se parece tanto al de Antich que ya no asombra que la ceja de Zapatero se arquee hasta el imposible como si fuera un croquis de Calatrava. Empiezo a pensar que hay alguna conexión entre la falta de ideas y los éxitos en diseño.

Antiguamente, sólo un grupo reducido de filósofos, poetas o escritores, sin tiempo para nada que no fuera su trabajo, podían ser calificados como intelectuales. Ahora se ha extendido la rebaja de exigencias, la excelencia, y se ha ampliado la nómina convirtiéndola en un hatillo de cantantes y músicos, actores de teatro y cine, cocineros de emulsiones, astronautas, pintores, escultores y proyectistas de alianzas logarítmicas. Está claro que a la cultura oficial no le sobra ni un solo chiquilicuatre. Sólo falta ponerle una k –Chikilicuatre- y enviarle a Eurovisión.


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lunes, febrero 25

reincidentes


La Telaraña en El Mundo.




Todo se repite y el mundo repetido se empeña en no parecer menos mundo sino exactamente el de siempre, el que no acaba de cuajar ni de renovarse por completo pero lo intenta a dosis periódicas, breves e intensas. Ya están los políticos, sus cortes propagandísticas y sus esforzados militantes embarcados en otra campaña electoral que, como todas, repite los mecanismos de la siembra fugaz de convicciones con la esperanza puesta en la cosecha rápida de votos. Me gusta la normalidad irracional de ese gesto que vuelve y nos envuelve de consignas, pasquines, altavoces aullantes y, en fin, de gente aparentemente entusiasmada que acaba al borde de un síncope y de gente, en principio abúlica o distraída, que suele acabar incrédula de todo. Días de amnesia diferida: ahora tocan las promesas y luego el olvido. En realidad, la ecuación también vale para la vida.

Todo vuelve. Hasta el Punto G. Nada menos. Sólo a los hombres se nos puede ocurrir andar buscando, capullos sin remedio, el esquivo Punto G como si fuera el Santo Grial. Igual lo es y, por eso, a las mujeres el asunto les trae al pairo. Tantas divagaciones anatómicas sólo confirman lo que ya saben, que nos tienen atrapados para siempre en su magnífico laberinto. Algo igual le ocurre al libreto “La dama boba” de Lorca, que se reencuentra o reinventa cada cierto tiempo. El ridículo del Ministerio de Cultura dando a conocer su excepcional hallazgo resultó esplendoroso cuando dos horas después tuvo que rectificar. El texto lorquiano no era inédito porque los profesores Juan Aguilera e Isabel Lizárraga lo descubrieron en 1992.

Mientras tanto, UM vuelve a su estrategia habitual. Su voluble revisionismo –siempre a la caza de mayor poder e influencia- casi convierte a Charlie Wilson en un ser entrañable. Con todo, asombra que el Govern ande revuelto con Nadal, como sin creerle -¿serán ingenuos?- cuando afirma que no apoyará la Ley Carbonero. UM nunca tiene bastante con lo que le ofrecen. Así es como consigue más, siempre más.

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viernes, febrero 22

nocturnidad

La Telaraña en El Mundo.


El paseo lo di yo, pero igual le podía haber ocurrido a Grosske, que también presume -me dicen- de porte elegante. Eran sobre las ocho y media de la tarde, esa hora extraña y difusa de luces mortecinas y ánimos poco encrespados o definitivamente vencidos, en que Palma -con una puntualidad amarga- parece despedirse de todos, se adormece y se deja sepultar por las sombras. Entré en la Plaza de España por la esquina más próxima al Mercado del Olivar. Enseguida unos jóvenes se me aproximaron pidiéndome unos euros. Pasé de largo, como pude, sin alterar mi habitual ritmo cansino. No hacía falta porque sólo unos pasos más allá me aguardaba, vacilante, un individuo con una cerveza de litro en la mano. Consiguió ponerse a mi altura y seguirme unos pocos metros con su letanía ininteligible. Crucé el resto de la explanada, vacía, acompañado por algunos rumores y por el viento.

Dejé atrás San Miguel no sin antes vislumbrar a un viejo conocido intentando, sin éxito pero con orgullo, levantarse del suelo. Ebrio como estaba, hizo de no conocerme. Le dejé hacer, porque entre mallorquines hay leyes no escritas de obligado cumplimiento. Todavía me quedaba atravesar el pasaje hasta Olmos y saludar a los tres o cuatro carrilanos que duermen ahí, al raso, desde tiempos inmemoriales. Al entrar en mi casa me invadió la desazón. ¿Esto es Palma, 2008? Lo es, pero aún puede empeorar.

Faltan muchas cosas pero no, desde luego, grandes banderas. Hay una que cuelga como una cortina, un telón o una cascada -las tres cosas- de los minaretes de La Misericordia. Allí, en el simbólico castillo de Munar o Armengol, se ha inaugurado hoy la XIX Semana del libro en catalán. Perfecto. No deseamos nada similar para la literatura en castellano. La necedad de los oficialismos nacionalistas contradice la esencia apátrida y nómada de cualquier literatura que se precie. Mientras tanto, dejemos que Joan Lladó y los suyos sigan brindando con alevosía y cava a la salud de Kosovo. Hasta Bush está con ellos.

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jueves, febrero 21

la fatiga o recordando a Robbe-Grillet


En este punto, la voluntad y la inercia son lo mismo.

Sobre la mesa, talladas las aristas de un mástil abatido, hay en primer término un antiguo tintero vacío de cristal muy grueso, luego unas cajetillas de cartón reciclable, unos papeles arrugados repletos, aparentemente, de apuntes caligráficos y también, al fondo y casi oculto en la desembocadura de todas las sombras, algo indefinido -quizá un ascua o un sarpullido cárdeno- que brilla medio sepultado por la ceniza. También mis codos soportando dos triángulos similares: los brazos apoyados, abiertos como un abanico imaginario de sesenta grados; en un extremo la madera horizontal a modo de tangente, de obsesión por el perfil delimitador de los objetos, y en el otro, mi frente, sus arrugas de arena, su plano algo oblicuo pero muy próximo a la pantalla. Si cierro los ojos el dibujo se disuelve como en un inventario de objetos que nunca conseguiré enumerar ni poner en orden. Si los abro, la composición podría pasar por el boceto alquímico de algún puente colgante. Pero sólo si desecho el equilibrio arquitectónico de la maqueta, rompo los ángulos y pierdo todo punto de apoyo consigo alcanzar el teclado con las yemas de los dedos y garabatear estas líneas en el telar de la ideas.

A duras penas y en precario. Hasta que en el aire la gravedad me venza.

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lunes, febrero 18

la hidra

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Sabemos que todo tiende a perpetuarse –o a reproducirse, mimesis que igual concierne a la vida que a la muerte- y a ir más allá de sus límites naturales, a cruzar el breve cauce que separa las dos orillas del Rubicón –a un lado la libertad, al otro la tiranía- para establecerse por sobre el bien y el mal, en un lugar sin más adjetivos que la perversión de la justicia y el derecho más elementales, el desprecio de la democracia como método de dignidad colectiva y la ausencia de la ética como expresión libre del individuo.

La mitología nos ilustra. Hace mucho tiempo nació en la isla un ser monstruoso, una especie de hidra policéfala destinada a guardar –como un portero de noche, con su discreción pero también con su peligrosa complicidad- las puertas de un lugar hurtado a la luz del que, no obstante, emanaba un irresistible influjo –quizá el calor del dinero, acaso la levedad ácida del poder- porque fueron bastantes los que acabaron convirtiéndose en selectos miembros de una sociedad paralela, ajena a todo lo que no sea el reino de la usura, la disfunción y el mercadeo. Parecería obvio que una organización así no podría instalarse en la inmunidad eternamente, pero el problema, hasta la fecha, es que a unos pactos siempre les han sucedido otros. El “por qué” lo entendemos. Es el “hasta cuándo” lo que nos abruma.

Hablo de un lugar que no nombro pero describo. Las ruinas de la convivencia, los templos paganos del nepotismo. El espejismo, en fin, de las subvenciones teledirigidas. Esa es la censura que utiliza el poder para contrarrestar la libertad de expresión. La que permite a Gina Garcías superar el sectarismo de Bayona o a Armengol –ah, los pactos secretos- seguir proyectando la sombra espectral de Munar. La que priva al suplemento en catalán Fora Vila de unas ayudas con dos décadas de antigüedad. La que sufraga al catalanismo su ubicuidad en los medios de comunicación. La que ha convertido IB3 en un canal autista y reafirmado a [M] como lo que ya era, una gran payasada.

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viernes, febrero 15

desubicados

La Telaraña en El Mundo.



Tengo la costumbre –que no sé si será del todo española y que, por lo tanto, me abstendré de endosar a los inmigrantes- de apoyar con mayor ahínco las causas que creo justas si, además, las intuyo del todo perdidas, dislocadas y a traspiés del trote marcial con que nos llaman, unos y otros, a filas. Por eso, cuando recibí el Manifiesto de la Plataforma en Defensa de la Filosofía y la Educación Pública me sumé al limitado coro de voces que a estas alturas –cuando el conocimiento en las aulas asemeja el aire enrarecido de las mazmorras- todavía creen en las Humanidades al estilo clásico en vez de dejarse llevar por la superficial brisa de las medias verdades al uso. Yo añadiría, además, el regreso inmediato y reforzado del latín y el griego a los planes de estudio, aunque fuera a costa del inglés; y asumo el posible peligro de la ecuación, porque no tengo tan claro como nuestros políticos de ambas aceras, que sólo sea el inglés, y no el español, la lengua del futuro. Quizá lo sean ambas pero, mientras tanto, pásense por “cervantestv.es”. Es ya un primer síntoma.

Pero el futuro es hoy algo que nos recuerda mucho al pasado. Hubo un tiempo en que no había castillo feudal sin su coro de bufones para aliviar el tedio de las largas veladas a la luz indecisa de las antorchas. Ahora los artistas del Gobierno reinterpretan la historia y brincan y revolotean y nos guiñan de forma muy rebuscada el índice. A cambio reciben su canon digital y se lucran chapoteando en el barro, en el lodo, en el fangal que esta vez lleva, también, la firma de un mallorquín ilustre: Miquel Barceló. Estamos en todas partes, incluso donde no debiéramos.

En Cataluña, por ejemplo. Hasta ahí se ha ido –no sabemos si tripulando su propia avioneta pero sí que comandando su aerolínea de pega- Miquel Nadal para hacerse la foto fraternal con Artur Mas y explicarles a los lugareños que aquí, en Mallorca, es UM la que decide la política balear. Tiene delito refocilarse en el delito hasta convertirlo en virtud.

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miércoles, febrero 13

luke

Ya es febrero en Luke. A mis apuntes les ha florecido una noria.

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lunes, febrero 11


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morfotipos

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Me gustaba aquello de las tallas XL. Era muy útil a la hora de encontrar la chaqueta, el pantalón o la camisa adecuados en el menor tiempo posible. Y qué decir de los calzoncillos, póngame una docena de azules y medio manojo de estampados, para las ocasiones, sí, y no, no me ponga blancos que amarillean y no es plan, pero todos XL. Esos tiempos se torcieron al multiplicarse las equis delante de la ele y uno se atrancaba contando cruces sin saber si eran los años o la curva de la felicidad o la usura de los modistos o un algo, bien revuelto, de todo ello, lo que convertía cada compra en un ir y venir del agobio del probador –esa cámara de tortura- a los ojos fríos y acusadores –o peor, hilarantes- del dependiente de turno.

Ahora Sanidad ha decidido salvar a las mujeres –olvidando, ay, a los hombres- de la dictadura de las tallas y se ha inventado, como por iluminación estadística y laica, un sistema de medición en base a tres tipos de mujer -diábolo, campana y cilindro- y a todas sus infinitas combinaciones posibles. Dudo que la nueva maraña tridimensional tenga algún efecto sobre los problemas reales de la anorexia, la bulimia o el sobrepeso. Pero hay más. ¿Cómo resistirse a no ser una perfecta mujer diábolo? ¿Cómo negar nuestra predilección por el mito de la “femme fatale” frente al aburrido perfil de las campanas y los cilindros? La asepsia de las tallas numéricas parece más inocente y, desde luego, menos descriptiva que este abuso geométrico, pero igual es que yo sólo entiendo de botijos.

Hablando de números, Tribuna Mallorca ha entrevistado a Miquel Nadal. Su currículo acumula, desde que saliera abogado de la UIB, una docena larga de cargos representativos de todo tipo: funcionarial, político, deportivo, cultural y hasta urbanístico. Si la UIB es capaz de engendrar tales licenciados, no sé si conviene que Francesc Buils invierta un pastón en la UIB de Monserrat Cases para expender másteres en dirección turística. Pavor da imaginar lo que podría surgir de ahí.

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viernes, febrero 8

transversales

La Telaraña en El Mundo.




Contracorriente, el paisaje y el paisanaje parecen querer reproducir, a la vez, la cara y el perfil de las cosas. Eso ya lo hizo Picasso. La superposición de realidades me recuerda a Fina Santiago hablando de políticas transversales al filo de la siempre romántica igualdad de géneros –que no de sexos- mientras trastabilla con los trasuntos de la prostitución, no se sabe si para regularizarla fuera de la legalidad -como si eso fuera posible- o para todo lo contrario. No importa. Puede que sus revueltas dialécticas carezcan finalmente de síntesis y que la política ya no sea acción directa, puntual o planificada sino una mancha de aceite que atraviesa las capas sociales y acaba pringando a todos.

Ser transversal es como acudir al bufete de Nadal y toparse con un consultorio de urbanismo sentimental o asomarse a las murallas y ver que al toro de Calatrava le han quitado todos los arneses y escayolas, al mismo tiempo que un temblor extraño recorre Es Baluard desde su aljibe hasta los minaretes. O como afirmar –y es sólo mi opinión- que Cristina Ros está más capacitada para dirigir ese simulacro de museo que Aina Calvo para empuñar el báculo de Palma. De hecho lo que maneja la alcaldesa es sólo el plumero transversal de Pere Serra.

Hay que agradecerle al nacionalismo catalán –que es, como todos los nacionalismos, la idolatría de algo que no existe, el culto de un becerro de oro- que nos ilustre con claridad transversal sobre los inmigrantes. Así Enric Vila, entrevistador oficial de Heribert Barrera, se muestra, en su blog, alérgico a los inmigrantes que desconocen el catalán y apuesta por devolverlos “a su mierda de países, con su mierda de gente". Otro que tal, Salvador Sostres, nos precisa que un país que no ha sabido dotarse de condiciones de vida dignas “es un país de mierda o una mierda de país. Pero de mierda, mierda. Una gran mierda, por dejarlo claro.” Con esta visión de la historia no extraña que tanta claridad en vez de deslumbrar, apeste… sí, a mierda.

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lunes, febrero 4

las familias


La Telaraña en El Mundo.




Están las preocupaciones y luego los intereses. No son lo mismo y ni siquiera andan siempre cogidos de la mano. Me interesan muchas cosas; en realidad todo lo que se mueve y también todo lo que se está quieto, quizá escondido o sólo agazapado, inmóvil, a la espera de alguna señal o de algún mal gesto. Me preocupan, sin embargo, poquísimas cosas; quizá tan sólo la propia familia y los amigos, pocos o muchos, que acaban resistiendo las numerosas pruebas que el paso del tiempo nos va colocando a todos, como en una carrera de obstáculos o una ascensión donde volver la vista atrás o detenerse es convertirse en sal o en presa fácil del vértigo.

En esa huida las instituciones van lanzadas. Turismo ha puesto el catering de Fitur en manos del hijo de uno de los históricos de UM: Jaume Riera. UM tiene muchos históricos y muchos hijos. Antoni Martorell ha convertido IB3 en una guardería y a las hijas de Dolça Mulet y Antoni Pascual hay que sumar la novia de Maties Salom. Cómo crece la familia. El Govern ha nombrado Defensora del Paciente a una nacionalista gallega de UM. La innegable fertilidad del nacionalismo demuestra que la Reina Madre Munar tiene motivos para estar contenta.

La familia, pues, preocupa e interesa a todos. El otro día asistí al sermón de Zerolo entrevistado por Antonio San José. Aquí coincidían el inenarrable éxtasis en el rostro del presentador con la obsesión del Secretario de Movimientos Sociales del PSOE por marcar paquete en el tema y autoabanderarse como el gran protector de la familia, de todas las familias, claro. No mucho más allá, y ni en otra dirección, mal que les pese, han ido los Obispos con sus declaraciones mezclando churros políticos con merinas culturales o viceversa. Tanta ligereza general abruma. Ya podrían, unos y otros, dejarnos ser simplemente lo que somos. De lo contrario presiento que muchos tendremos que acabar pidiendo disculpas al tendido por ser, tan sólo, unos malditos pecadores heterosexuales del montón. Qué poca cosa.

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sábado, febrero 2

prueba


Aislados. La sensación de viaje sólo es sostenida por el recuerdo impreciso de las escalas puntuales. No existe el tiempo del tránsito. No existe la unidad capaz de medir la demora. El éxtasis, la idea brillante, la revelación presuntamente cegadora, el instante único e irrepetible… todas esas percepciones sobredimensionadas duran, por definición, muy poco. Si acaso lo que un parpadeo y puede que ni eso. Se instalan en el lenguaje y, con más propiedad, en sus aposentos situados en algún lugar de la corteza cerebral y se evaporan. No hay memoria física capaz de recrear su naturaleza de forma continuada ni de mantener, creíble, el efecto de su duración. Resulta imposible retroceder en el tiempo y sentir, salvo en la ficción neurótica del coleccionista de imágenes, lo que ya se extinguió dejándonos un hermoso espacio vacío, el lugar primero de la retórica y las metáforas que debiéramos desterrar del todo: un revuelo de pavesas, un rastro de placer o dolor perdidos, un eco irregular, una pulsión erótica o quizá administrativa, una necesidad de nombres con que paliar la monótona caligrafía del destierro —no hay regreso al lugar que ya no pertenece a este momento. ¡El desechable momento de la añoranza!

Este lógico resentimiento –la búsqueda de lo inalcanzable- define con exactitud el lenguaje; bien porque engrasa sus resortes dándoles una apariencia irreal de funcionamiento, bien porque, como el mismo aceite que alivia pero también pudre el metálico engranaje de los relojes, de igual forma, acaba atorando los mecanismos del pensamiento hasta la parálisis. Es entonces cuando, tal vez aterrados, apelamos a un lenguaje que primero nos muestre su propia descomposición y en ella –a su través: el ardid de la identificación como último agarradero de la supervivencia- nuestras ruinas, su arquitectura mineral, su esqueleto de polvo y viento. Si pudiéramos auscultarlo percibiríamos nuestro romo aliento y sabríamos del mito de la deconstrucción vuelto del revés. No hay nada que destruir. Todo está por hacer -y hacerse- desde el principio de los tiempos; es decir, desde este mismo instante –inquieto- de incertidumbre.


Posdata. Habría que ahondar en los mecanismos de la repulsión.

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viernes, febrero 1

el holocausto

La Telaraña en El Mundo.



No todo es tan fácil como psicoanalizar la guerra civil en la UIB de «Sa Riera». A veces escribir resulta un ejercicio de meditada contención aunque parezca lo contrario. Sucede cuando se acumulan las anécdotas y uno saltaría de una a otra, voraz, sin más intención que entretenerles lo que dura una columna. Tan sólo unos minutos. Repaso, ahora, el surtido santoral de bandas latinas que adornan Palma. No juzgaré su conducta -no soy quién y además son escoria- pero sí la nula originalidad de sus nombres. Van al mismo trote que la monodia de una sociedad que se mece entre la indiferencia y la inercia huérfanas, ambas, de referentes ajenos a la ordinariez general. Habría que solucionar eso, al igual que la «inviabilidad jurídica» de eliminar el canon, según la SGAE o la verdad «dentro de la prudencia» del Gobierno en sus informaciones sobre ETA.

Empezaba a extrañarme que cada 27 de enero -día de la liberación de Auschwitz- los nacionalistas de varias partes de España -esa muñeca rusa- se sumaran a la condena del Holocausto. ¿No se dan cuenta de que se están condenando a sí mismos y a sus ancestros ideológicos? El BNG, sin embargo, ha puesto las cosas en su sitio evitando que el Parlamento Gallego oficiara el ritual de cada año. Ignoro el sentido de condenar lo ya condenado, pero aún así parece que el BNG quería interceder por la causa palestina en vez de por Israel. Todo muy ralo de urdimbre y tan cogido con zancas como la «burka» lingüística de nuestros propios nacionalistas.

De momento se la han colado a nuestros hijos en las escuelas, que es donde nace la iniciación a la ignominia, pero hay síntomas de que algo, al fin, se está moviendo en la dirección correcta. No voy a hacer propaganda electoral -mi voto no vale ni los 400 euros de Zapatero- pero la irrupción de UPyD en Baleares invita a cierto optimismo. Ahora sólo falta que el PP y también el PSOE aclaren la más que evidente doblez lingüística e identitaria que les embarga en las islas. Habrá que verlo.

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