LA TELARAÑA: ficciones

viernes, septiembre 8

ficciones



La Telaraña en El Mundo.


Ficciones


El pasado domingo este periódico nos informaba, en los titulares de un análisis de la situación sindical en las islas, de que el 55% de los profesores de la ensañanza (sic) balear vota al sindicato independista STEI. Podría pensarse que es un simple error tipográfico, que lo es, o que no; y que a veces un lapsus soluciona muchos problemas de entendimiento, multiplica las opciones invisibles del lenguaje y nos conduce a la impecable síntesis de que la mayoría adicta a ese apéndice de ERC o PSM no puede acabar sino ensañándose contra todos aquellos –profesores discrepantes y alumnos- que, de una u otra manera, anteponen la libertad y conciencia individuales a la manipulación ideológica.

No extraña, pues, que el acoso lingüístico sea la primera causa de baja por depresión entre nuestros profesores. También muchos de nosotros, los escritores isleños en castellano, podríamos incorporarnos a esa desfilante columna humana camino de la hoguera virtual. Pero no ha lugar. No pienso perder ni un segundo recopilando la ingente cantidad de insultos que nos dedican en los foros mallorquines de Internet, tanto desde los sectores catalanistas como desde los escasos, pero existentes, puristas del atrofiado mallorquín salat. La vida podría parecernos dura o maravillosa, tanto da, porque -y ahora hablo en primera persona- me gusta sentirme justo ahí, en medio de tanta miseria ideológica, en el lugar exótico, casi un oasis, que justifica el encuentro, la reunión exacta de los contrarios, aunque sólo sea para sacar a relucir sus frustraciones comunes. Tan simples como la estructura de sus dialécticas de manual ajeno, ajado e inútil.

Pero la escena de la semana fue Zapatero botando el balón de oro que le regaló la selección de baloncesto. Me recordó a Chaplin en El Gran Dictador. O a Munar intentando convertir nuestros balcones en alminares. Rieguen sus flores y aléjenlas del atrezzo de la nueva ficción de la TV munarina. Mallorca somos todos y nadie, por supuesto.

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