LA TELARAÑA

jueves, agosto 3




Siempre me gustó escribir; escribir sin más que escuchar el ritmo, la música oculta en las palabras.

No es verdad.

Jamás me importó nada que no fuera perseguir una idea original, una aproximación distinta a un concepto; algo así, pues, como entrar en la tienda de un anticuario y pasar la mano por las grietas y el polvo que ya muchas otras manos visitaron antes. Cuantas más, mejor.



***



Con este poema inauguré el blog. Más o menos. Creo que alguien me había pedido, nada menos, un poema contra la guerra. Ya no recuerdo cuál, quizá porque todas me parecen iguales.

Lo repito porque creo que ahora hay otra guerra o quizá sea la misma. Lo ignoro. Y, en realidad, porque oponer lo inútil a lo inútil es inútil

pero hermoso.



1441



Apagas la luz. Puede
que tu ceguera sea voluntaria
y desees vivir en la penumbra.

O puede que no. Sabes
distinguir los estúpidos motivos
de los que añoran la equidad ficticia
en las balanzas de los mercaderes
que hablan de paz o guerra.

Prefieres el espejo ensangrentado
del amor, ese arquero ciego.


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