LA TELARAÑA: diciembre 2005

sábado, diciembre 31

adeu 2005


Lo pasé muy bien contigo. Pero 2006 será mejor.

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viernes, diciembre 30

49

Hoy cumplo años. Felicidades.


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Hipérboles



Los cuatro gatos del PSM se reunieron para celebrar su treinta aniversario. Felicidades. Nada mejor para ello que publicar un libro de cuarenta intelectuales -unos más y otros menos, porque la lista es variopinta- repensando el nacionalismo como si eso fuera algo digno siquiera de ser pensado. ¿Qué escribiría yo sobre el nacionalismo? ¿Una página en blanco, en rojo, en negro? ¿Un camposanto con las cruces de sus víctimas? ¿Un voluminoso ensayo sobre las guerras, las utilizaciones ideológicas, la ignominia? No me negarán que cuarenta intelectuales, no pensando, sino repensando, que tiene más guasa, sobre esa guarrería tiene su hipérbole. Debe de doler tener que llenar el vacío, el horror al vacío, con digresiones sobre nación, marco institucional, economía y cultura catalana, cuando la realidad visceral de su nacionalismo la tienen tan cerca, en sus propias juventudes, esas mismas que expulsarían de su curiosa nación, se supone que en barco de rejilla, todo aquello que no les gusta: la COPE, el PSOE, la Monarquía y hasta este diario [por El Mundo, edición balear]. Qué honor.

Cuatro. Cuarenta. Los números bailan a la espera de que unos 4400 -la cifra de los abducidos, todavía no se sabe si mejorados o simplemente lobotomizados, por alguna varita extraterrestre- simpatizantes de la Plataforma 31D celebren su Diada Nacional, que debería ser la nuestra, pero no lo es ni falta que nos hace. «La autodeterminación es la base de la democracia, un derecho que los pueblos tienen por el simple hecho de existir. Quien hoy niega la autodeterminación, niega la democracia», nos dicen por boca de su vocero Macià Calafat. Y a mí me entra la risa porque esas consignas las aprendí cuando era muy joven y todavía creía en las grandes palabras. Ahora me conformo con no creer en nada pero, sobre todo, con no imponer nada a nadie. Llega 2006 entre balances y buenos propósitos. Lo grave es que donde huele a podrido suele haber algo putrefacto y eso no lo arregla ni el paso del tiempo. Otra hipérbole.


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miércoles, diciembre 28

¿será una inocentada?


El Último Jueves, hoy miércoles, día 28, en el Lisboa, All together now y viva El Último Fields Forever. No sé si la convocatoria sigue vigente (que alguien me lo confirme)... pero por si acaso valdrá la pena pasarse por el local de la calle San Magín, o alrededores, que ahora no recuerdo!

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kong 2005

No es el King Kong de Jessica Lange. No hay amor imposible, pasión ni ternura. No hay bella y ni siquiera bestia. Sólo una mezcla de los peores tópicos de Parque Jurásico, Aracnofobia, Saw y alguna que otra repugnante película de larvas en serie. Los efectos especiales son paupérrimos y el director, Peter Jackson, un mediocre artesano del mal gusto y los pixeles.

Luego se quejan de que si la gente no va al cine... Y cosas así son las más vistas. Lamentable. No vale ni lo que ocupa en el disco duro. Ocupaba.


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La Telaraña en El Mundo.


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[ Escribo este post embarcado en un viejo transatlántico. Se trata de un viaje relámpago. Volveré como el trueno, algo después del rayo. Aquí la niebla esconde descargas eléctricas y tiene el color ocre de un pergamino ]




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martes, diciembre 27

perplejo







Nos quieren iguales cuando a mí lo que me gustan son las diferencias. Los profesores y los libros de texto, a petición del STEI-i, no podrán utilizar términos que identifiquen el sexo de las personas. Como si describirlos fuera sinónimo de discriminación, a partir de ahora no habrá hombres o mujeres, sino seres humanos, como si no hubiera sido así desde siempre y yo sin enterarme. Qué sorpresa. Nos encontramos, otra vez, ante el acostumbrado rebuzno del empobrecimiento del lenguaje como síntoma del estreñimiento mental. Porque una cosa son las diferencias y otra las desigualdades. Las primeras habría que potenciarlas y las segundas abolirlas, digo yo, aunque sólo sea un decir con la media sonrisa entre los labios, porque no, lamentablemente, no llegarán tan lejos. Sólo cambiarán los vocablos para que todo siga igual aunque se diga distinto. Igual les basta.

Porque ya puestos, el imparable avance de la cosmética puede obrar milagros en la construcción de un futuro que se intuye terroríficamente uniformado. Primero implantar, ya están en ello, la censura previa en los medios de comunicación y luego imponer la basura del pensamiento único en la vida cotidiana. Entre tanto, abolir los sexos para entronizar la mecánica nacionalista de los clones. Llevo tiempo sospechando que el talante de Zapatero es producto de algún chip prodigioso, algún implante defectuoso, alguna aleación cuántica, de puro cuento, vamos, pero como no tengo pruebas, mejor me callo.

Les propondré que empiecen por el principio que suele ser el fondo de la cuestión. Hay que prohibir llamar Tomeu, por ejemplo, a un niño recién nacido y ni hablar, por supuesto, de poner Margarita a la nena. Que eso es discriminación sexista de la que marca para toda la vida y convierte a un disminuido en un discapacitado, o viceversa, que nunca sé por donde se calzan los guardianes de la nueva moral. En fin, felices fiestas. Disfruten la Navidad como yo lo he hecho escribiendo estas líneas.

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sábado, diciembre 24

felicidades

Os deseo las mejores navidades posibles con la mejor de las compañías, la gente que amáis. Ya habrá tiempo para que el año próximo sea fructífero en literaturas y amistad.


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viernes, diciembre 23

la piel arrugada

Escribir. Seguir escribiendo. No hay pausa [ El futuro ya es pasado. Fue presente y volverá a serlo. La memoria posibilita la ubicuidad, a pequeñas, lentas y suaves dosis ]

Alrededores o la Mansión de las Luciérnagas ha sido, es -o será para el lector en cuanto salga- una inmersión en un mundo aparte, con unas voces remotas -versos de exploración y vigilia- por vez primera sujetándome al perfil de unos personajes y su trama. Siguen y seguirán aquí, entre mis líneas futuras, esbozando un universo complementario al habitual. Tan onírico como palpable...

Los Pliegues Ocultos, sin embargo, son otra cosa y la misma, una descrìpción de paisajes en el viaje quimérico del eterno retorno. La sensación -el intento- de unir de muchas maneras posibles, o no, esas cruces escondidas en el misterioso mapa de la telaraña, o su enigma.

Pero no hay pausa. Ni silencio. Sólo voluntad y fatiga.

Frases entrecortadas. La mano humedecida y cuarteada por el vaho de una lente líquida que concentra la luz en la herida y la atraviesa.

Líneas que cualquiera puede y debe cortar por donde le plazca.



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La Telaraña en El Mundo.



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martes, diciembre 20

inenarrable...

¿Qué puede haber sucedido para que el libro de visitas de una web - en este caso, la mía, la Web de Félix - se haya convertido en una especie de chat donde todos parecen extraterrestes recién llegados de no se sabe donde?

Ni idea.

Pero para muestra el botón. Aquí mismo.

Me da apuro hacer limpieza... Total, para qué?

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lunes, diciembre 19

las amistades peligrosas

Me conmueven las amistades peligrosas. Por eso celebramos este sábado pasado un encuentro de bloguers mallorquines. Todos nosotros mantenemos, cada cual a su aire, un diario, una bitácora, un blog abierto a la lectura, al comentario y a la reflexión, cuando procede, en la Red, ese lugar que algunos se empeñan en etiquetar de virtual como si la realidad no fuese con ellos. Lo cierto, es que hay en Palma, por ejemplo, pocas sopranos como Paz Juan, con tanta voz como belleza. Muy pocos escritores como José Oliver, que adora el siglo diecinueve y se mueve como pez en el agua entre los cómics premiados en Art Jove y la música siniestra de su radio nocturna, El Rey Cadáver. Pocos personajes como Félix Maestro que hace años publicó un tenebroso retrato de un asesino en serie y ahora tiene como ídolo confeso, y sin ningún remordimiento, al histriónico Bill Murray. Tampoco me olvido de Tomeu Mascó y su pasión por los abismos o Emil, que se balancea entre Kant y Nietzsche con idéntica soltura. No somos demasiados ni los cito a todos, pero quién quiere muchedumbres cuando de lo que se trata es simplemente de escribir, anotar ideas o hacer balances sin más inventario que la satisfacción interior. La convocatoria llevaba por nombre Blogs & Beers, un anglicismo que se nos coló no sé cómo. Pero no pasa nada.

Estas fechas prenavideñas son idóneas para estas cosas. Todo se mezcla y parece salir ganando, sino en sabor, en textura. No pasa nada si se reúnen en Cort, los suecos a vender sus pasteles y himmelis y a cantar sus villancicos a Santa Lucía, y unos cuantos abanderados se ponen a reivindicar no sé qué. No pasa nada si los presupuestos de la Unión Europea son un éxito para el Gobierno y un fracaso para la oposición. No pasa nada si se reúnen Cursach y Rabasco. Son cosas de la Navidad. Los desastres vendrán luego. En enero.

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domingo, diciembre 18

la reunión



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viernes, diciembre 16

blogs & beers en Palma

Y mañana, sábado, a las 11 horas, Blogs & Beers en Palma... Más bien será, al menos en mi caso, un Blogs and Coffee, pero como ya se sabe no hay nada mejor que compartir el desayuno. La cita es en el Rodeo Grill, cerca del Mercat de L´Olivar.


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Una cena, a veces, se convierte en una orgía de palabras donde los manjares acaban devorados por las sílabas y el placer -absoluto- se resume en una dedicatoria y un abrazo colectivos.


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La Telaraña en El Mundo.


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miércoles, diciembre 14

donde huele a podrido suele haber algo putrefacto - o Munar Chandom

Puede que no todos sean iguales. Me refiero a los políticos. Pero cada vez resulta más complejo diferenciarlos. Quizá sea porque manejar dinero ajeno deja un estigma, una huella distintiva, casi siempre la misma. O acaso, porque tanto dilucidar entre el bien público y el privado perturba en parte el equilibrio de cualquiera. No lo sé. Nadie está realmente a salvo de las ofuscaciones pasajeras. Sólo así se entiende que se reúna el pleno del Consell de Mallorca y acabe aprobando, no una moción que elimine el amiguismo y el descontrol de Munar en el tema subvenciones, sino una confusa y esperpéntica declaración de propósitos abstractos donde lo único concreto y evidente es que nos les interesa una prensa libre y, por supuesto, crítica. La desean sólo como escaparate publicitario de sus fantasmales apariciones. ¿Tendrá la prensa la culpa de que chirríen tanto las cadenas que algunos arrastran cuando deambulan como almas en pena, es un decir, por los pasillos metafóricos de la servidumbre pública? No estamos sordos. O igual sí, y nos confunde el sonido del visón arrastrándose por el mármol y la grava. Menudo alboroto.

Algo parecido está pasando a escala nacional con la Ley Antitabaco. No nos sorprende demasiado, porque aquí ya llevamos unos cuantos meses entrenados en el noble oficio de esquivar humos y sabemos por propia experiencia cómo el sentido común se impone a la arbitrariedad de las normas. Entro en un restaurante, me siento en la mesa -ubicada en zona libre de humos- y enciendo el cigarrillo. Ojeo la carta, con una media sonrisa que en unos segundos, los que tarda el camarero en cambiar el cartelito de lugar, se convierte en una carcajada de complicidad. Veremos qué sucede cuando este insólito paternalismo gubernamental se extienda a otras áreas bastante más insalubres. Nos extraña su permisividad con los tejemanejes de la ONCE, la poca audiencia de Iñaki Gabilondo o la debacle del cava en beneficio del nauseabundo Moet Chandom. Pobre Carod.

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lunes, diciembre 12

expresión del deseo

Copio/pego este interesante ensayo de Bataille, en traducción de Margarita Martinez. El Interpretador, Nº21. La locura de Nietzsche. Por lo demás, una revista digital muy interesante.



El 3 de enero de 1889, hace cincuenta años, Nietzsche sucumbía a la locura: en la plaza Carlo Alberto de Turín se arrojó sollozando al cuello de un caballo apaleado, y luego se desplomó; creía, al despertar, ser DIONISO o EL CRUCIFICADO.


Este acontecimiento debe ser conmemorado como una tragedia. "Cuando lo que está vivo –decía Zaratustra– se da órdenes a sí mismo, es preciso que lo que está vivo expíe su autoridad y sea juez, vengador y VÍCTIMA de sus propias leyes".




I


Queremos conmemorar un acontecimiento trágico y estamos aquí, ahora, sostenidos por la vida. El cielo estrellado se extiende por sobre nuestras cabezas y la tierra gira bajo nuestros pies. La vida está en nuestro cuerpo, pero en nuestro cuerpo también se abre camino la muerte (incluso de lejos un hombre puede sentir siempre la llegada de los últimos estertores). Por sobre nosotros, el día sucederá a la noche, la noche al día. Sin embargo, hablamos, hablamos en voz alta, sin incluso saber qué son esos seres que somos. Y de aquel que no habla siguiendo las reglas del lenguaje, los hombres razonables que debemos ser aseguran que está loco.


Nosotros mismos tenemos miedo de volvernos locos y observamos las reglas con mucha inquietud. Por otra parte los desórdenes de los locos están clasificados y se repiten con tal monotonía que de ello se desprende un extremo aburrimiento. El poco atractivo de los dementes garantiza la seriedad y severidad de la lógica. Sin embargo, ¿será quizás el filósofo, en su discurso, un "espejo del cielo vacío" más infiel que el insensato y, en ese caso, no debería acaso saltar todo en pedazos?


Este interrogante no puede ser tomado en serio porque, aunque sensato, dejaría inmediatamente de tener un sentido. Sin embargo es resueltamente extraño al espíritu de la broma. Porque es preciso también que conozcamos el sudor de la angustia. ¿Bajo qué pretexto no dejarse incomodar hasta sudar? La ausencia de sudor es mucho más infiel que las bromas de aquél que suda. Aquél al que llamamos sabio es el filósofo, pero no existe independientemente de un conjunto de hombres. Este conjunto se compone de algunos filósofos que se laceran entre sí y de una muchedumbre, inerte o agitada, que los ignora.


En este punto, quienes sudan tropiezan en la oscuridad con quienes ven a la historia tumultuosa convertir en claro el sentido de la vida humana. Porque es cierto que, cuando a través de la historia las muchedumbres se exterminan unas a otras, ofrecen consecuencias a la incompatibilidad de las filosofías –bajo esa forma de diálogo que son las carnicerías. Pero la culminación es un combate tanto como el nacimiento y, más allá de la culminación y del combate, ¿qué otra cosa hay, más que la muerte? Más allá de las palabras que se destruyen entre sí sin fin, ¿qué otra cosa hay más que un silencio que hará volverse loco a fuerza de sudar y reír?


Pero si el conjunto de los hombres –o más simplemente su existencia integral– SE ENCARNARA en un solo ser –evidentemente tan solitario y tan abandonado como el conjunto–, la cabeza del ENCARNADO sería el lugar de un combate inmitigable y tan violento que tarde o temprano ésta estallaría en pedazos. Porque es difícil percibir hasta qué grado de tempestad o de desencadenamiento llegarían las visiones de este encarnado, que debería ver a Dios pero en el mismo instante asesinarlo, luego convertirse él mismo en Dios pero solamente para precipitarse de inmediato en una nada: volvería a encontrarse entonces como un hombre tan desprovisto de sentido como el primer transeúnte que llegara, pero privado de toda posibilidad de reposo.


No podría, en efecto, contentarse con pensar y hablar, porque una necesidad interior lo empujaría a vivir lo que piensa y lo que dice. Un encarnado de tal tipo conocería de este modo una libertad tan grande que ningún lenguaje sería suficiente para reproducir su movimiento (y tampoco la dialéctica). Sólo el pensamiento humano encarnado de tal modo se convertiría en una fiesta cuya ebriedad y licencia no estarían menos desencadenados que el sentimiento de lo trágico y de la angustia. Esto lleva a reconocer –sin que quede ninguna escapatoria– que el "hombre encarnado" debería también volverse loco.


¡Cómo le giraría la Tierra dentro de la cabeza con violencia! ¡Hasta qué punto estaría crucificado! ¡Hasta qué punto sería una bacanal (y por detrás aquellos que tendrían miedo de ver su...)! ¡Pero qué solitario se volvería, César, todopoderoso y tan sagrado que un hombre no podría ya adivinarlo sin deshacerse en lágrimas! Suponiendo que..., ¿cómo Dios no se enfermaría si descubriera frente a él su razonable impotencia para conocer la locura?


(3 de enero de 1939)




II


Pero no basta con expresar de este modo un movimiento violento: las frases serían la traición del impulso primero si no estuvieran ligadas a los deseos y las decisiones que son su razón de vivir. Ahora bien, es fácil ver que una simulación de la locura en su apogeo no puede tener consecuencia directa: nadie puede destruir voluntariamente el aparato de expresión que lo ata a sus semejantes, como un hueso a otros huesos.


Un proverbio de Blake dice que si otros no se hubiesen vuelto locos, deberíamos estarlo nosotros. La locura no puede ser arrojada fuera de la integralidad humana, que no podría llevarse a término sin el loco. Nietzsche, al volverse loco –en nuestro lugar–, hacía posible así dicha integralidad; y los locos que perdieron la razón antes que él no habían podido hacerlo con tanto brillo. Pero el don constituido por la locura que un hombre hace a sus semejantes, ¿puede ser aceptado por ellos sin que lo devuelvan con usura? ¿Y si no fuera el desquiciamiento de aquél que recibe la locura de otro como don regio, cuál podría ser la contrapartida?


Existe otro proverbio: el que desea pero no actúa alimenta la pestilencia.


Sin duda alguna, el más alto grado de pestilencia se alcanza cuando la expresión del deseo se confunde con los actos.


Porque si un hombre comienza a seguir un impulso violento, el hecho de que lo exprese significa que renuncia a seguirlo al menos durante el tiempo de la expresión. La expresión pide que se sustituya la pasión por el signo exterior que la figura. El que se expresa debe por lo tanto pasar de la esfera ardiente de las pasiones a la esfera relativamente fría y somnolienta de los signos. En presencia de la cosa expresada, es preciso entonces preguntarse siempre si el que la expresa no se prepara un sueño profundo. Tal interrogante debe ser conducido con un rigor sin desfallecimiento.


El que comprendió alguna vez que solamente la locura puede llevar a su término al hombre, se ve conducido lúcidamente por ello a elegir –no entre la locura y la razón– sino entre la impostura de "una pesadilla que justifica los ronquidos" y la voluntad de darse órdenes a uno mismo y de vencer. Ninguna traición de lo que haya descubierto como destello y desgarro en la cumbre le parecerá más odiosa que los delirios simulados del arte. Porque si es cierto que debe convertirse en la víctima de sus propias leyes, si es cierto que el cumplimiento de su destino exige su pérdida –en consecuencia, si la locura o la muerte tienen a sus ojos el brillo de una fiesta–, entonces el amor mismo de la vida y del destino quiere que cometa antes que nada en sí mismo el crimen de autoridad que expiará. Es esto lo que exige la suerte a la cual lo vincula un sentimiento de riesgo extremo.


Al proceder así desde el delirio impotente hasta la potencia en un comienzo –del mismo modo que deberá, en el epílogo de su vida, proceder en contrapartida desde la potencia hasta algún derrumbamiento, repentino o lento–, sus años no podrán transcurrir más que a la búsqueda –impersonal– de la fuerza. En el momento en que la integralidad de la vida se le aparece ligada a la tragedia que la lleva a término, él pudo percibir cuánto corría esta revelación el riesgo de debilitarse. Pudo ver alrededor de él a aquellos que se aproximan al secreto –los que representan de este modo la verdadera "sal" o "sentido" de la tierra– abandonarse al sueño disoluto de la literatura o del arte. La suerte de la existencia humana se le aparece así ligada a un pequeño número de seres privados de toda posibilidad de poder. Porque algunos hombres llevan dentro de sí mucho más de lo que en su decadencia moral creen llevar: cuando la muchedumbre alrededor de ellos, y quienes la representan, convierten todo lo que tocan en servil a la necesidad. Aquél que se ha formado hasta el extremo en la meditación de la tragedia deberá entonces –en lugar de complacerse en la "expresión simbólica" de las fuerzas que desgarran– enseñar la consecuencia a aquellos que se le asemejan. Deberá a través de su obstinación y su firmeza conducirlos a organizarse, a dejar de ser, en comparación con los fascistas y los cristianos, andrajos despreciados por sus adversarios. Porque les incumbe la tarea de procurar para la masa de aquellos que exigen de todos los hombres un modo de vida servil, la posibilidad, la oportunidad de ser lo que son pero también lo que abdican por insuficiencia de voluntad.



Georges Bataille

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domingo, diciembre 11

leopoldo maría panero

Reproduzco el místico final del poema Danza de la Muerte, de Leopoldo María Panero. Lo conocí hacia los ochenta, cuando la liberación de la isla Dragonera... No recuerdo demasiados detalles. Algo parecido a un pub y unos jardines. Vasos rotos. Música estridente y sin embargo era de día. Me prestó 50 pesetas, una pequeña fortuna por aquel entonces, que supongo que nunca podré devolverle. El poema completo se puede leer aquí.


cincuenta latigazos van a ser esta vez, treinta porque te has
portado bien, recorrimos todos los báteres de París, venga, mete la
cabeza ahí y lame bien la mierda, que luego te va a besar tu padre,
¡ah!, cómo la gustaba, y que yo la viera, y luego que se la tirase el
primero que pasara, y que le dejara el coño como hace falta, bien
abierto, como para meter la mano, las dos y rezar allí una plegaria,
amor.



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sábado, diciembre 10

esteban padrós de palacios

Ha muerto Esteban Padrós, por Román Piña.




Y Ernesto Maruri me envía la siguiente necrológica:

A LA MUERTE DE
ESTEBAN PADRÓS DE PALACIOS


Ernesto Maruri


Esteban Padrós de Palacios (Barcelona, 1925) ha muerto el 5 de diciembre de 2005. Una enfermedad respiratoria súbita lo atacó cuando se mantenía con buena salud y trabajando en su consulta de dentista. Seis semanas en la UVI hasta el último suspiro.

Fue un esplendoroso escritor de cuentos, uno de los grandes desde los años cincuenta. Con una perseverancia heroica, fue un narrador exclusivo de cuentos: jamás se precipitó en la tentación de la novela. “El cuento responde a un especial talento y a una vocación muy particular, que desdeña ya de entrada toda popularidad”, aseveró. Con él se ha ejercido la injusticia literaria de ser poco leído y reconocido. En los últimos años, dos intentos de rescatarlo fueron el monográfico que le dedicó la revista mallorquina La bolsa de pipas (nº 27, 2001) y una selección de cuentos traducidos al catalán (Antología de contes, Barcelona, La Busca, 2002). Ganó varios premios de cuentos: el “Don Juan Manuel” (1962) y tres veces el “Hucha de Plata” (1977, 1986, 1990).

Como ilusionado impulsor del género, fue uno de los fundadores y miembro del jurado del osado “Premio Leopoldo Alas para libros de cuentos literarios”. Duró 15 años, de 1955 a 1969, y publicaron 40 libros de relatos en Editorial Rocas.

En aquellos años, él, Enrique Badosa (amigo del alma) y Manuel Pla definieron el cuento como “un texto preferentemente breve, de contenido expectante, cuya acción se intensifica y aclara en su mismo desenlace”. A lo que añade Padrós: “La unidad del cuento depende de la proporción que existe entre el planteamiento y su final. En el cuento se producen un flujo y un reflujo rapidísimos. Un flujo que recorre las playas emocionales e imaginativas del lector: es la corriente que nos conduce al final. Viene luego un reflujo, nacido de este mismo final, que invita a nuestro intelecto a recorrer en sentido inverso todo lo leído: es decir, a meditarlo, a integrarlo, a la luz reveladora de este final. O sea, que solamente a partir del final halla perfecta aclaración y sentido todo lo expuesto anteriormente.” Quizá esto mismo, respecto de la vida, es lo que sintió Padrós en el mutismo forzado y entubado que vivió durante toda la estancia en la UVI: En las largas horas de lucidez, a la pregunta de si imaginaba nuevos cuentos, negó con la cabeza. A la pregunta de si repasaba su vida desde la niñez, asintió.

Padrós defiende el final sorpresa, aunque no siempre. Abomina de la sorpresa por el huero afán de sorprender. “La sorpresa constituye la comunicación incisiva de una verdad que no acertábamos a comprender. (...) La sorpresa final constituye un medio idóneo para lograr un buen cuento, pero nunca es un fin en sí misma. El verdadero final del cuento es obtener la unidad intencional, la manera concisa de cerrar el círculo, de revelarnos algo.” Así y todo, si bien cierra el círculo del tejido del cuento, Padrós nos deja en numerosas ocasiones, no con respuestas cerradas, sino con preguntas abiertas. Éstas provocan que el cuento aletee en nuestras entrañas y acreciente el saber de la vida, no sin habernos hecho pasar un rato muy divertido. Acostumbraba a recordar una frase de Chesterton: “Lo divertido no es lo contrario de serio, sino lo contrario de aburrido”. Y decía: “Escribo para los amigos. Agradarlos, entretenerlos y obtener su aprobación es mi estímulo”.

Parte de su obra la componen relatos de intriga y misterio. Son deliciosos los cuentos en que aplica el sutil bisturí de la realidad y de la lógica terrenal a los supuestos fenómenos sobrenaturales y a los fantasmas. Y estremecedoras las narraciones en que se impone la lógica peculiar de los fantasmas y hechos paranormales.

Además, creó un personaje que resuelve con brillantez y esfuerzo los más enigmáticos casos: Lorenzo Sánchez-Tello. Así lo describió: “Un simple comisario de policía. (...) Un hombre al servicio de la ley. (...) Un obrero de la justicia que cumple con su obligación de aclarar un crimen. Lo que me importa es su trabajo, su fatiga, su dedicación, su experiencia, su anónimo desvelo sin alharacas ni aplausos. La etopeya del hombre común que acepta la vida como un deber, y a la que entrega lo que puede de su trabajo y de su amor.” A él dedicó un libro entero, Velatorio para vivos. Y sus tres últimos libros contienen un cuento del comisario.

Es destacable el humor con que narra, sin olvidar la amargura de algunos relatos. Reveladora es la cita de Hamlet que antepuso en su primer libro, Aljaba: “Tanto en lo trágico como en lo cómico”. Leídos sus cuentos cronológicamente, el humor ha ganado mucho terreno a lo penoso.

Su estilo es de palabra precisa y ajustada, de adjetivaciones y retratos iluminadores, de diálogos fluidos, de agilidad puesta al servicio de la peripecia, de ironías perspicaces. Leer su prosa es como dejarse arrastrar por la corriente de un río, pero sabiendo que sus profundidades esconden preciados secretos... y que el río desemboca en el inmenso mar de las revelaciones y los interrogantes.

Publicó siete libros de cuentos: Aljaba (1958), La lumbre y las tinieblas (1966), Velatorio para vivos (1977), Los que regresan (1991), El gran usurpador (1996), El pozo de los deseos (1999) y Las extrañas veladas y otros azares (2002).

Fue un hombre de una generosidad sobresaliente.

8-diciembre-2005

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jueves, diciembre 8

atardecer antes del invierno

Acepta el mundo, quizá por indiferencia, quizá porque sabe que no puede evitarlo. Ayer me miró con los ojos temblorosos. No recuerda mi nombre. Me sonríe como se sonríe a una sombra familiar

y recoge mi caricia como si la consolara.

Pero es una ficción. Un gesto atávico.

No hay consuelo. Y hasta la herida empieza a desaparecer.

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lunes, diciembre 5

interiores

Llego a casa, enciendo la flamante tele, con decodificador incorporado y nombre de concurso poético de altura, y me encuentro con una auténtica lluvia de canales. Me basta un breve deambular agarrado al mando a distancia para darme cuenta de que los que vemos, más allá de los informativos y alguna película, durante poco tiempo la televisión, paradójicamente, estamos de enhorabuena. El motivo es que a cualquier hora podemos ya sintonizar noticias en directo, películas y hasta videos musicales. Esto empieza a parecerse a Internet, pienso. Y enarco todavía más las cejas cuando me entero de que la lluvia sería chaparrón si la antena colectiva de mi casa estuviera suficientemente preparada. Todo se andará, me dice el antenista.

Mientras las televisiones toman nuestros salones, me refugio en la biblioteca y ojeo algunos pormenores de la llamada Guía Durán. Me miro el ombligo y luego el pene. Lo que veo me trae muy buenos recuerdos y no peores perspectivas, aunque ignoraba que el ombligo estuviera tan abajo. Siempre que hablo de sexo acabo hablando de los místicos, de su experiencia interior, de sus ansias de penetrar el misterio de la vida. No hay experiencia sexual sin la intromisión en el otro, que es la otra, pero también nosotros mismos. De ahí a editar una guía que es un manual de adoración fálica va tanto como intentar aprender a satisfacer y satisfacerse con una película porno. El sexo es otra cosa. Tan sencilla o compleja como se quiera. Tan simple que suele funcionar si no pensamos en ella. Tan compleja que si no funciona la única guía imprescindible es la del sexólogo.

Porque lo que a los quince años sorprende o asombra, a los cuarenta tan sólo provoca una sonrisa de alivio y a los sesenta, me imagino, que una sonora carcajada. Afirmarse por el tamaño del pene es como hacerlo por la cuenta corriente. Nunca se está a salvo de una quiebra, y saberlo es la única manera de mantener el humor y, desde luego, la humorada.

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viernes, diciembre 2

leopoldo de luis



Valga esta imagen sólo como homenaje al ilustre poeta recién fallecido. Y como prueba de su inmensa generosidad. Descanse en paz.


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wifi libre

La Telaraña en El Mundo.

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