LA TELARAÑA: en el paladar la náusea

lunes, julio 11

en el paladar la náusea

Con voz confusa,
descifras el temor del agua.

[ Dibujarías un árbol con la yema de tus dedos
y dejarías que tus huellas lo amamantasen
]

Con un temblor inadvertido,
sólo queda de ti una sonrisa.


***


El Dilema


Julio es época de grandes lluvias en Pakistán. Entonces el río Indu se desborda y las tierras resecas se transforman en lodo. También son comunes los terremotos y las inundaciones en las áridas montañas afganas de Hindú Kush, repletas de cuevas y laberintos. ¿Dónde andará Osama Bin Laden? Es la única pregunta que me parece razonable hacerse. Pienso en todo esto, y lo escribo, durante la mañana del domingo. Cae en Palma una lluvia triste y lenta, algo gris, escasamente emocionante. Apuro un café con leche y fumo un cigarrillo. Nadie parece haberse enterado de la entrada en vigor de la Ley Antitabaco. Le pregunto al camarero y se encoge de hombros. Mejor así. Otros humos me parecen mucho más importantes y dolorosos. Los de la lluvia de sangre sobre Londres. Desde luego.

Me asomo a los blogs de Internet y a las páginas de los periódicos. Abundan los intentos de encontrarle una lógica, vieja o nueva, tendenciosa o neutra, a la barbarie. Esfuerzo inútil porque no la tiene. Y si la tiene quizá no podamos entenderla. Recupero un antiguo pensamiento: el pacifismo es una hermosa actitud, una edificante forma de ser y vivir en tiempos de paz, pero una torpeza imperdonable, por inútil, en tiempos de guerra. No acaba de convencerme. Algo chirría. El dolor en Londres, como antes el de Nueva York o Madrid, no acrecientan ni disparan mi cólera. Sólo mi zozobra y mi renovado asombro ante las atrocidades de que es capaz el género humano.

Nuestra forma de vida se basa en un delicado equilibrio entre libertad y seguridad. Contra ese punto frágil se dirige el terror. El de ahora y el de siempre. Con todo, no sé si estamos en guerra. Ni siquiera si hemos dejado de estarlo nunca. Sólo sé, con certeza, que no me gusta que me controlen, pero tampoco quiero volar por los aires. Ese es el dilema. Igual es que no hay otro.

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2 Comments:

Blogger Luis Amézaga said...

Mi pregunta es por qué las bombas hacen dudar a algunos sobre nuestro sistema de vida. Lo que más molesta a quienes ponen esas bombas es que los países occidentales están ofreciendo a los suyos (musulmanes) cierto paraíso de Alá en la tierra. Y eso no lo soportan.

11 de julio de 2005, 12:41  
Anonymous Anónimo said...

No sé, Luis. Nuestro sistema de vida es el que es, todo lo miserable o paradisíaco - o ambas cosas - que se quiera... [Aquí cabría una brillante disertación sobre los paraísos e infiernos interiores, pero no viene al caso...] Esos fanáticos no representan a nadie y eso es lo peor que nos puede pasar a nosotros y a ellos. Sólo explosionan. Lástima que no explosiones solos.

Saludos!

Fx

11 de julio de 2005, 15:38  

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