LA TELARAÑA

martes, mayo 25

Simetrías


Posiblemente sea inútil perderse en discusiones retóricas sobre si la realidad tiene una o múltiples caras, cuando quizá todas sean la misma y no nos hayamos dado ni cuenta. Es muy difícil darse cuenta de algunas cosas.

Pero, sobre todo, molesta mirarse en los espejos y verse distorsionados. Algo así, distorsión, incredulidad pero también repugnancia mezclada con inconfesable fascinación, está sobrevolando Occidente en relación con las fotografías de las torturas de Irak, con el revelado público de los más sombríos aspectos de la compleja naturaleza humana. Nos cuesta asimilar la cara y el perfil de los hechos, nos duele su estética pueril y perversa porque destroza la necesaria relación ética entre vencedores y vencidos, y nos convierte - como ya sabíamos - a todos en perdedores. Deberíamos revisar nuestra tendencia a interpretar la realidad reduciéndola a una simple cuestión de proporciones en equilibrio, a una simetría precaria que no siempre se sostiene.

Pero hay otras muchas cosas que no se sostienen. Mientras muchas parejas mallorquinas han de pasar año y pico en las listas de espera de la Seguridad Social para conseguir mediante fecundación in vitro su deseada descendencia, una joven alemana con yate de alquiler y muchos otros problemas, da a luz y abandona a su hijo en los inodoros del Club Náutico de Palma. ¿Dónde están las simetrías? ¿Y el equilibrio? Pues están ahí, que nadie lo dude, aunque inmersas en una interminable, plural, paradoja.

Pero ya estamos en vísperas de nuevas elecciones. Y junto al inevitable derrumbe de la Federación Socialista de Mallorca, donde los desencuentros entre los sectores oficiales y crítico hacen presagiar algo más que una simple huida hacia delante, empiezan a florecer los debates sobre las reformas del Estatut o el Plan Hidrológico Nacional. No sé yo, pero igual les convendría a todos releerse el tríptico Hidrobiología de Balears (1952-54) del recientemente fallecido Ramón Margalef. A ver si se les pega algo del sentido común y la fina ironía del primer catedrático de Ecología que existió en España.



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