LA TELARAÑA

lunes, septiembre 15

En Hipertelía (1982)


Bosquejos de danza. Todo inmóvil. La palabra, rictus grandioso, como lluvia fina, remolinos de ázoe a nuestro paso. Ella, aquí, allá, una desatada gramática.


Las palabras y los cuerpos. Promiscuidad. Conocimiento y tristeza siempre de la mano. Cada instante: un sol de súbitos ardores.


Son ángeles, seres abandonados. Todo lo poseen: jamás escribirán palabra alguna sobre la superficie de los espejos.


Nublánse las luces a la caída de la tarde, sencillamente retraído en una cómoda retirada. La ciudad ojea calles desiertas y en los balcones ondean banderas. Llueve y ventea: papeles, flores y palabras: huraños mendigos que ríen, demacrados e hirientes, brillando sus ojos de charol.


Lo indefinible me conmueve. Certera diana este pensamiento, este acto inconcreto: simple reseña de una posibilidad, la que auguramos más profunda.


No he querido corregir ni una coma... A ver si algún día me animo, escaneo el libro al completo y os lo cuelgo en los digitales. A ver...



Etiquetas: ,