LA TELARAÑA

miércoles, julio 23

Un mal día lo tiene cualquiera. Dos también.

De repente todo se complica y el final de un capítulo te obliga a empezar el siguiente. Duelen entonces esos instantes de inacción, esos instantes de rémora en los que nada parece salir como debiera... Duelen, sí, aunque no tanto como para hacerte olvidar que ya llevas mucho trecho recorrido en el viejo sendero de la vida y que las cosas no te han ido nada mal y siguen, seguirán indefectiblemente su curso que es el tuyo. No te queda más solución que ser más terco que nadie - más terco, todavía - en el empeño de arrasar las cordilleras gélidas de los estados de ánimo y atravesar el bloqueo inducido por sus trampas lógicas.

Ayer, entre apagón y apagón, empecé un nuevo libro...

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