LA TELARAÑA

miércoles, julio 16

Me complace no recordar con exactitud cuándo lo escribí, pero me apasiona imaginármelo...


Lluvia Oscura


Caen las gotas de plomo, pesadamente, una a una, caen sobre mis párpados, caen como pestañas de metal, y me entrego, me entregan al sueño.

Duermo bailando con sombras difusas, sombras mayúsculas, que me abrazan en la oscuridad física, densa, entre sonrisas de charol y besos ácidos, pero estimulantes.

Comparto con seres orlados de luz el equilibrio de las formas y los contenidos. Me reconozco en el susurro de paradojas pretéritas, enloquecidas y volubles, con la persistencia absurda de las heridas abiertas a un vértigo antiguo, a un eco absorbente y húmedo, que gira y gira, gira conmigo y me abandona, rasga mis sentidos - polvo de azufre en la retina-, quiebra mis huesos - cal abrasiva en la garganta - y me arranca palabras a trizas de piel ensangrentada que se demora y se reseca... Me reconozco en los huidizos reflejos de quién ya no soy ni seré nunca. Cuando algo me desagrada lo aparto de mi vida, pero jamás lo olvido.

Viajo aletargado entre el revuelo de las últimas imágenes en las que te recuerdo conmigo - una despedida sin voluntad de adiós junto a un mar rizado, unos besos rápidos rápidos, un te quiero te quiero no llores hasta pronto pronto muy pronto - y los días lentos, agónicos, que transcurren como por inercia, pespunteados de rabia, sobresaltos, sudor y apuros por el aire que me falta, y me seguirá faltando, ya sabes. Hay exigencias que sin parecer de este mundo sostienen ellas solas el universo entero.

Abro la mano, y juego con los destellos. Como todos. Como siempre.



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